“ENFRENTAMIENTOS”
—Esto… —dije mientras señalaba mi
pecho y luego el de él. —de dormir juntos, se tiene que acabar. —él hizo el
amago de una burla en su sonrisa. —¡¿Te estás burlando de mí, ángel?! ¿Cómo te
atreves? —siseé reprimiendo las carcajadas. Eran casi las tres de la madrugada
y ninguno de los dos conseguíamos conciliar el sueño.
Estábamos en su cuarto puesto que si
nos descubría alguien, prefería que fuese allí para poder inventar algo decentemente, creíble. Aún no había
ideado alguna excusa, pero tampoco estaba muy concentrada en ello, la verdad
sea dicha. No cuando sus manos recorrían mis facciones una y otra vez.
Quería cerrar los ojos pero su mirada
de extática curiosidad me seducía de una forma casi imposible de creer. Lo dejé
que tocara mi rostro a su antojo. Después de todo, había dos maneras de ver
esto: la profesional y la personal. En la profesional, me decía; muy
convenientemente; que él se estaba despertando al sentido del tacto. En la
personal; que mi alma ya la manejaba a su antojo desde hace un tiempo, así que
¿Qué más daba lo que hiciera conmigo?
—Mañana hay cosas que hacer, ángel.
Deberías dormir. —él siguió con su itinerario de caricias. Suspiré rindiéndome
para disimular el fuego que se encendía en mi vientre y que pecaminosamente
bajaba hasta… ¡Dentenlo, Isabella! —¡Es
en serio, Edward! Debes dormir. —en un movimiento rápido como la luz, coloqué
sus manos debajo del edredón.
No pareció gustarle demasiado puesto que
me frunció el ceño como si yo fuese una niña egoísta que se negara a prestarle
un juguete; pero ni modo. Lo de la mañana estaba aún muy fresco. La sensación
de pánico me tenía paranoica y descontrolada pero no podía pagar eso con él. Ya
habíamos tenido suficientes escenarios horribles para un solo día.
Lo arropé hasta el cuello porque hacía
muchísimo frío. Él se acurrucó aun más cerca de mi cuerpo. Siseé por lo bajito.
Él en su inocencia no sabía que estaba haciendo estragos con mi control con su
proximidad. De pronto entre la baja temperatura, el huir de mis desenfrenadas
sensaciones y unas hormonas femeninas bastante caprichosas, decidí que un
chocolate caliente nos vendría de maravilla justo
en ese momento.
Me removí y traté de levantarme de la
cama pero Edward tomó mi brazo entre sus manos.
—No te vayas. —musitó en voz baja, y cómo
me enorgullecía escucharlo hablar así. Hacía muy poco que apenas y me dirigía
una mirada, ahora mi Edward claramente se sentía lo suficientemente seguro como
para comenzar a expresarse en palabras. Para unos sería un logro tonto dada su
edad, para mí era uno abismal ya que sabía cuál había sido nuestro punto de
partida. Además, tenía un hermoso tono de voz. Un poco ronco y masculino.
—Solo voy abajo para hacernos un chocolate
caliente o ¿no quieres? —le sonreí con ternura para tranquilizarlo.
Él asintió. Luego con movimientos
medio torpes que me recordaban a un ternerito, se puso de pie. Puede que no
estuviésemos durmiendo, pero sí que teníamos un largo tiempo acostados en una
misma posición. Sonreí con ternura al verlo.
—Ahhh. ¿Vienes conmigo, eh? —me reí
por lo bajo. —No me voy a escapar, ángel. Te lo juro.
Aún así lo esperé en el marco de la
puerta, extendí mi mano y estreché la suya para dirigirnos a la planta baja. Atravesamos
el pasillo del salón de estar y el comedor, pasando por un lado de un gabinete
de madera de color negro; del cual desconocía su contenido; y que tenía encima
un sencillo envase de cristal con unas ramas secas pintadas en plateadas tan
típicas de la decoración minimalista, unos portarretratos de plata…De pronto un
golpe.Me volví en seguida.
Al parecer Edward había rozado una de
las fotos y está ahora estaba boca abajo en el frío suelo de mármol. Gracias al
cielo no había partido el vidrio.
Esperé un minuto para ver si alguien
bajaba a enterarse del motivo del estrépito, pero pasado ese tiempo nadie
llegó. Así que procedí a recoger el objeto. Era una foto del señor Carlisle. Salía
tan guapo como siempre. Estaba con un traje sastre de color azul petróleo y una
camisa blanca. La corbata era del mismo tono que el traje. Pero su mirada era
fría, o tal vez sería más acertado decir que era vacía. Coloqué la imagen en
donde correspondía y subí mi vista. Edward la miraba sin parar.
—No le hiciste daño, ángel. Vamos. —intenté
traerlo a mí de nuevo. Nada. Otro episodio de ensimismamiento. Pero en esta
ocasión, fui capaz de notar las emociones en sus ojos: estas eran de anhelo y
tal vez tristeza.
—¿Qué pasa, Edward? ¿Lo extrañas?
Podríamos levantarnos más temprano de lo habitual para que lo saludes antes de
que se vaya al trabajo. —luego comprendí que su tristeza no provenía de la
ausencia de su padre, quién regresaba cada noche a su hogar. Sino más bien
partía del deseo de compartir algo más que un simple “Que pases un buen día,
Edward”.
Él giró hacia mí y asintió tras un
momento. Sus ojos brillaban con pena.
—No vayas a llorar, ángel. —le
imploré. Tomé su rostro entre mis manos. —Te
prometo que hablaré con él para que pasen más tiempo juntos ¿vale? —lo
conseguí. Una medio sonrisa y comenzó a
caminar de nuevo junto a mí. A veces era tan sencillo complacerlo.
Y justo en ese momento caí en cuenta
de otra cosa: Carlisle nunca había estado en sus crisis; al menos desde que yo
estaba en su casa. Solo la señora Esme, la arpía de Claire, y en el episodio de
hacía una noche atrás, su hermano Emmett.
Pero nunca él.
Así pues, tomé la decisión de
enfrentarlo y que todas las deidades me protegiesen el cargo. Porque si no, iba
a hacer a Claire muy feliz con mi despido.
*.*.*.*.*
—Señor Cullen ¿Puedo hablar un momento
con usted? —dije mientras interceptaba al padre de Edward bajando las escaleras
de la entrada. Se dirigía a su coche.
—Claro, Isabella. —miró su reloj de
pulsera y luego a mí. Cosa que no me gustó. —Dime ¿Necesitas algo para mi
hijo?¿Medicinas?...
—Necesito su tiempo, señor. —enfaticé.
—Lo siento pero no le entiendo.
—respondió él mientras me veía como si tuviese el pelo verde.
—Necesito que me regale un día para su
hijo. Quiero hacerlo interactuar con la familia…
—Discúlpeme, Isabella. Pero por el
momento me temo que eso es imposible. Tengo un caso…
—Usted tiene un hijo autista que
demanda su atención. —dije firmemente.
—Y tendré a otros demandándome si no
atiendo a mis prioridades inmediatas. —me enfrentó con cierta molestia pero sin
perder la calma.
—Su hijo debería ser su prioridad.
—Y lo es. Por eso está usted aquí. ¿Lo
recuerda? —su puntualización me
molestó bastante. Tanto, como para que perdiera el miedo a enfrentarlo.
Explosión
número uno:
—¿Dígame que esto es una broma? No
puedo ser el suplente de su padre. Puedo ser su enfermera y su amiga, pero
difícilmente me verá como una figura paterna.
—¿Está cuestionando mi cariño por mi
hijo? —abrió la puerta de su coche, tiró el maletín dentro de este y luego
volvió a encararme. —No le conviene, señorita Swan.
Explosión
número dos:
—¿Qué hará, señor Cullen? ¿Me
demandará o me despedirá? O mejor aún ¿Ambas? —me encogí de hombros restándole
importancia a un hecho que en realidad me aterrorizaba bastante, pero dejaría
que él viera eso. Sería mi perdición. —Pues entérese: no me importa en lo
absoluto si lo hace. Mi misión en esta casa es ayudar a Edward a progresar y proveerlo
de lo que necesita en el proceso. No para suplir carencias afectivas. Por otro
lado, quizá le interese saber que esta mañana me hizo entender que necesitaba a
su padre. —me aparté un paso de él como rechazando su presencia. —Pero parece
que él no conseguirá lo que necesita y merece
de usted.
—¡No está en posición de cuestionarme,
Isabella! —el hombre estaba apretando las manos en puños a cada lado de su
cuerpo. Hablaba entre dientes y su mirada era tan helada como Alaska. Pero
tampoco me importó.
Explosión
número tres:
—Oh, ¡Claro que lo estoy, señor
Cullen! Dígame ¿Cuándo fue la última vez que usted ayudó a la señora Esme en una
crisis nerviosa de Edward? —él tragó grueso y yo no pude sino seguir
increpándolo. —¿Cuándo fue la última vez que usted se presentó de manera
voluntaria para ayudar en alguna de sus terapias? ¿Cuándo fue la última vez que
usted se sentó con Edward y le preguntó cómo estaba? Es más… ¿Usted siquiera sabe
que su hijo ya habla? —él se
estremeció consternado. Asentí. —Por lo visto nada ha cambiado. Tranquilo,
señor Cullen. Cuando Edward pregunte por su padre, le diré que está haciendo
algo importante. Lo triste es que en algún momento él querrá saber qué es lo
que significa eso y yo no sabré que responderle sin lastimarlo. —Me giré y lo
dejé solo mientras entraba a la casa. De pronto escuché el motor rugir y las
llantas chirriar.
Se había ido. Como siempre, fue más
sencillo mantenerse alejado.
*.*.*.*.*
—Ángel, hoy has estado genial. —dije
mientras supervisaba que terminara de arreglar su cabello correctamente frente
a la cómoda. Si todo iba como hasta ahora, estas pequeñas tareas que parecían
carecer de importancia para cualquiera, serían un logro que llevaría a cabo
Edward por sí solo. El hacer todo por ellos de alguna manera castraba su
independencia, que usualmente podría confundirse con cuidados. La terapia
ocupacional tenía como finalidad que él recobrara o mantuviera la destreza en
los movimientos de su cuerpo. Ese día él había realizado sus tareas sin dudar y
fue más que gratificante ver su sonrisa cuando se divertía. E incluso cuando se
aburrió me pude reír, al parecer ya no se guardaba sus emociones. Las estaba
dejando salir libremente.
Él se estaba recuperando.
—Deberíamos hacer terapia ocupacional
por las mañanas, ya que estás más fresco y dispuesto. Y por las tardes, encargarnos
de la terapia del lenguaje. ¿Te parece?
Él tardó en asentir. Las cosas no
podían arreglarse de golpe. Pero yo tenía paciencia.
—Quiero oírte decirme que sí. Que
estás de acuerdo conmigo.
—Sí. —respondió.
—Así me gusta. —sin pensarlo deposité
un beso en su mejilla.
Ambos nos congelamos ante lo repentino
de la acción. Luego él giró su cara despacio. OhporDios. Las palabras vinieron a mi mente de golpe mientras que
su mirada me hipnotizaba. Podía saborear su aliento en mi boca mientras que
nuestras comisuras estaban a un milímetro de tocarse.
¿Qué
hago? me
cuestioné mentalmente.
De golpe me separé. No podía. No podía
mancillar su pureza así. Menos cuando Edward aún no conocía lo que era el
deseo. Y peor aún no, podía ni debía; confundirlo cuando estábamos progresando
tanto. Su bienestar era mi prioridad, incluso por encima de mí misma.
Él se me acercó de a poco, en una
mezcla de curiosidad e indecisión. Con sus dedos tocó mi cara, mis labios, mi
cuello. Iba a morir allí mismo. Un roce más y mi pobre conciencia que pendía de
un borde, definitivamente caería por el precipicio.
—Bella… — susurró de forma baja.
Nuestras miradas clavadas en la del otro.
Los dos intercambios un par de jadeos
más.
—¿Di…dime, ángel…? —era vergonzoso.
Casi humillante que no pudiese controlarme a mí misma frente a él ¿Acaso era
una adolescente? La verdad era que no sabía cómo es que mi cordura y la falta
de ella estaban en las manos de la misma persona.
—¡¿Bella, estás por aquí?! —escuché la
voz de Emmett en la puerta del cuarto.
Me levanté de un tirón que sobresaltó
un poco a Edward, luego escuché claramente como se entreabría el espacio de
acceso a la habitación.
—¿Se puede? —preguntó él con timidez.
—Pasa. —…casi estaba por besar a tu hermano, pero puedes entrar con confianza.
Pensé con un poco de sarcasmo. —¿Se te ofrece algo?
Emmett lucía su excelente cuerpo en
una franela color beige cuello en v que llevaba junto a un pantalón deportivo
azul y unos tenis Lacoste. Para que
luego la gente diga que no se puede comprar el estilo.
Se acercó a Edward y le tocó el
hombro.
—¿Cómo te fue hoy, campeón?
Subí una ceja intrigada. ¿Evadía mi
pregunta o a mí?
—Bien. —respondió tras un momento.
Me emocionó ver que contestaba cuando
se le preguntaba algo. Pero más impacto me causó ver la cara estupefacta de
Emmett, él sabía de los adelantos de su hermano, pero no parecía estar listo
para que le respondiese a alguna de sus preguntas.
—Creo que mejor los dejo solos. —dije antes
de darme la vuelta para retirarme y darles un poco de privacidad.
—¡No te vayas! —me dijo él. Se levantó
pero le costó un poco apartar la mirada de Edward. Aún así le dio tiempo de
tomarme del brazo.
—Pueden tener un momento a solas
mientras voy a conseguirle algo caliente. - dije señalando en dirección a su
hermano, quién no dejaba de mirarlo pero ya no de tan buena manera como antes.
Miré donde estaba agarrándome y Emmett
pareció comprender que estaba invadiendo mi espacio personal. Me pregunté por
qué parecía sumamente tenso esta mañana, como si quisiera decir algo pero no
encontrara las palabras exactas.
—Isabella, quédate. O mejor deja y te
acompaño ¿vale? —asentí. Se acercó a mi espalda pero esta vez manteniendo un
espacio prudente. Indicó con su mano al exterior de la habitación. —Te sigo.
Edward se puso en pie de la cómoda y
caminó hacia mí. No pude evitar sonreír un poco.
—¿Te nos unirás, ángel?
—Sí. —dijo esta vez sin titubeos pero
sin agregar nada más.
—Es impresionante… —dijo Emmett —Haz
hecho maravillas por él. Verlo tan recuperado en tan poco tiempo es… —sus ojos
se clavaron en mí con un algo que no sabía cómo manejar ¿Devoción?,
¿Agradecimiento?.
Preferí desviar mi atención hacia
otros lados menos escabrosos, así que los tres salimos de la habitación con
rumbo a la cocina.
El trayecto silencioso hasta la
estancia era tenso, incómodo y repleto de esas emociones que te dan ganas de
decir “Bien. Nos vemos mañana,
caballeros. Buenas noches”. Lástima que yo no tenía esa opción de escape.
Ambos hermanos tomaron asiento en la
barra de mármol que formaba uno de los topes de la cocina. Emmett ayudando a
Edward en su puesto. Era lindo verlos así, cooperando entre ellos. Era claro
que ambos necesitaban de esa camaradería que solo dos hermanos pueden tener. En
ese momento deseé que nada pudiese evitar eso, pero luego pensé ¿Qué podría hacerlo?
Coloqué la tetera de acero inoxidable
en la estufa y me fui a uno de los anaqueles para conseguir algunas galletas
de…Sí, ahí estaban unas galletitas de canela que me fascinaban. Coloqué un
paquete entero en un plato y se los acerqué a los chicos.
Le di una a Edward en su mano y luego
tomé una para mí.
—¿Te gusta? —le pregunté.
—Sí. Están… —él buscaba una palabra.
—¿Buenas? —le completé.
—Sí. Buenas. Están buenas. —a lo que
volví mi vista a hacia Emmett este me miraba fijamente.
Me incomodó un poco.
—No me mires así.
Le dije tras un momento.
—¿Por qué?
—Porque me incomoda. No es educado
quedársele viendo así a la gente. Los haces sentir cohibidos. —sentí el flujo
de sangre apoderándose de mis mejillas.
—Lo siento es que me impresiona lo que
has hecho por él. —su mirada se tornó sensual. —Además, pienso que te ves
adorable cuando te sonrojas.
Escuché una respiración áspera de
Edward. Oh no. No de nuevo.
Terminé de comerme la galletita en un solo bocado antes de que ocurriese algo
que me causara una posible muerte por asfixia.
—¿Por qué no salimos? —preguntó de
manera casual. —La vez pasada la pasamos muy bien, creo. Quizás un día en que
no tengas que trabajar con Edward…
—No. —una tajante negativa salió de mi
ángel sin titubeo alguno.
Ambos lo miramos consternados. Luego
Emmett rió con ternura. Por su expresión parecía pensar que su hermano no
comprendía lo que él estaba diciendo. El pecho se me encogió dos tallas al
darme cuenta de cuán bien lo había entendido.
Oh
dios…
—Campeón ¿No, qué? No te la voy a
quitar. Solo saldremos y ni cuenta te vas a dar de…
—No. No. No. —decía Edward chirriando
los dientes.
—¿No qué, Edward? —dijo su hermano
empezando a exasperarse. —Solo quiero salir con Isabella. Ella va a volver, no
te va a dejar solo ¿No te parece bien que ella y yo salgamos un rato?
—¡No! —espetó increíblemente molesto.
—¿Por qué? —lo increpó de nuevo.
—¡Mía! ¡Bella…es mía! —¿Qué demonios? Me
quedé sin palabras solo por un instante. La determinación de Edward era
impresionante y su posesividad también.
—Emmett, lo estás alterando. —le dije
temerosa de cualquier reacción que cualquiera de los dos pudiesen tomar de ahí
en adelante. —Cambiemos de tema.
—No. —él me interrumpió con repentino
interés. —Edward ¿Quieres a Bella? ¿Te gusta? ¿Es por eso que pareces tan
molesto?
—Emmett, no seas absurdo... —levantó
una mano para hacerme callar.
—Esto quiero saberlo, Isabella. Quiero
entender lo que le pasa —clavó su mirada en mí de manera especulativa —. Y con
un poco de suerte a ti también.
Tragué grueso para tranquilizarme.
Debía hacer lo correcto pero de manera inteligente.
—Mira, lo que necesites saber puedes
preguntármelo directamente. No necesitas hacer el intento de analizar las
reacciones o sentimientos de tu hermano por mí para obtener una respuesta. —él
intentó replicarme pero no se lo permití. Ya había hablado más que suficiente.
—¿Quieres saber si saldremos otra vez? Pues la verdad es que no. —él se
estremeció y lamenté ser tan cruda, pero debía ser realista. —Eres súper
atractivo, inteligente y divertido. Eres el paquete
completo, el problema es que yo no quiero más que una amistad contigo.
Agradezco tus atenciones, pero no estoy interesada en tener una relación de la
manera en que tú pretendes. Te agradezco por cómo has sido conmigo hasta ahora,
pero necesito enfocarme en tu hermano y no tengo tiempo para nada más por ahora.
En ese momento temí haber dicho
demasiado, y la cara de Emmett me indicó lo lejos que había ido. Dejé colar lo
que pasando. ¡Mierda! Merecía que me cortaran la lengua. Emmett me miró con los
ojos entrecerrados.
—¿Tú…sientes algo por él? —dijo en
tono incrédulo señalando en dirección a Edward.
En ese momento la tetera pitó
anunciando que el agua hervía así que me fui hacia la estufa. Dándole la
espalda, respondí:
—No tienes derecho a inmiscuirte en mi
vida personal. Así que me niego a responderte esa pregunta.
—¿Y a mí, señorita Swan? —dijo el señor Carlisle que había escogido
justamente ese día para llegar temprano a casa. —¿A mí no va a decirme que es
lo que siente realmente por mi hijo?
Esto debía de ser el infierno en la
tierra. Tenía que serlo.
*******************************************************
AL FIN VOLVEMOS A LEERNOS CHIC@S!!! Todo un mes sin publicar, pero no crean que estaba de viaje ni nada.Estuve de vacaciones solo del mundo bloguero, en fin…me alegra regresar y tenerpara ustedes un capítulo más de esta historia…ojalá que les guste...y como siempre les digo…Sus comentarios me ayudan a encauzar la historia así que no se guarden sus opiniones.
Besos…
HELLO HELLO YO LLEGANDO POR ACA Y DE PRIMERITA LEYENDO... QUE CAPITULO TAN BUENOOOOOOOOOOOOOO, ME ENCANTOOOOOOOOOOOOOO... QUIERO SABER MAS, A VER COMO RESULTA TODO... Y MUY ESTE VEZ PAPI CULLEN NO ME CAE TAN BIEN :S... NI MODO ME COMERE LAS UÑAS HASTA QUE PUBLIQUES OTRO CAPI... EN SERIO TE QUEDO EXCELETE SIS =)
ResponderEliminarOh por dios estoy muriendo... beeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeells... dios ese capitulo estuvo buenisimo.. pronto publica otro.. ay dios me muero.
ResponderEliminarOMGGGGGGGG!!!! LO AMOOOO TANTOOO, tanto al cap como a Edward *-* oh por dioos, Carlisle escucho :|
ResponderEliminaroh! hermana!, mi mama me encerrare en un psiquiatrico si siges asi!! xD... pero no me importaa!!, sige asi :P
y oh dios!, Carlisle no me cayo del todo bien para ser sinceras...
ademas, me recuerda a alguien, tu sabras xD... pero yo se que el, solo se esta escudando vdd?... el tiene qe ser buenooooooooo!!!!!!!!!!!!!! dios mio, en vdd estoy loca, no importa ^.^ bueno bueno bueno bueno bueno... PARA CUANDO EL OTROO? xD.... te amodorooo!! <3
marie kikis matthew!!!! dioss!! como lo vas a dejas asii???? noooo!!! quiero maaaaaaas!!! >.< jajaja eres increible! jjajaja
ResponderEliminarte adoro mucho nena!!
besitoo
Mel
ay al fin!!!!! mil gracias por volver y actualizar justo esta historia que me encanta!!! esta hermosa.. me fascinan los avances de Edward.. y no me esta cayendo nada de bien ni Emmett y Papa-Suego.. en fin.... saludos
ResponderEliminarRoss
OMG!Tenía que llegar Carlisle a arruinar todo, genial... Aunque pone la historia más interesante, ¿Qué le dirá Bella?, Ay Dios!, me vuelves loca con ésta historia. Me encantó ese fuerte sentido de posesión que Edward tiene hacia Bella.Pobre Emmett, es horrible que en el amor no estés correspondido, ojalá que no se enoje con Edward.
ResponderEliminarGracias Marie, por el capítulo, lo esperaba con muchas ansias y Bienvenida de vuelta!.
Saluditos desde Colombia
Tati
dios como te adoro mujer y es una alegria grande que estes de regreso con tus historia que me teines adictas a ellas ,que va a pasar ahora y que contestara Bella al papa de los Cullen....Sigue asi linda...Besos....
ResponderEliminarholaaa, q super q hayas regresado de tus vacaciones , todos merecemos una, ahhhhh dios me encanto este capi, ayy esta de muerte, muero por saber q pasara en el siguiente capi, besosss
ResponderEliminarhola!!!! que bueno que regresaste..!!!!
ResponderEliminarme encantooo.... lloro, lloro...
me dejas con los nervios de punta
dime cuando publicas de nuevo (jajaja que desesperada verdad)
mil besos linda cudate
si q valio la pena la espera!!! enhorabuenas para ti y la historia q cada vez se pone muchisimo mejor un abrazo muy fuerte y porfas... ya no nos dejes colgadas por tanto tiempo con esta maravillosa historia
ResponderEliminarme fascinó
Ale!! de Perú
._.
Hola Marie, es una gran alegría que hayas vuelto de tus vacaciones con un capítulo como éste.Deseo que tus vacaciones hayan sido hermosas y productivas.
ResponderEliminarEl capítulo es fenomenal, el comportamiento posesivo de Edward es hermoso, definitivamente tienes sobrada capacidad para sacar adelante un personaje tan complejo como lo es un autista, eres grande y tu escritura lo revela a cada capitulo. Tambien es muy acertado tu enfoque sobre Bella respecto a lo que siente por su paciente. Sentimientos, buen criterio y conocimiento científico es una combinación muy interesante y compleja de manejar ¡y lo haces parecer tan facil!... Respeto profundamente la forma en que equilibras cada capítulo. Como siempre, es un placer leerte.
Por otro lado, veo tambien que tienes una vena sádica poco explorada, ¿Qué pasó por tu cabecita para considerar cortar así el capítulo? El capítulo está de infarto y depronto ¡se termina! Eso casi me mata. Es como para acusarte de intento de asesinato múltiple, y la prueba está en los cometarios que me preceden, A TODAS casi nos da un ataque cardiaco.
Tienes que escribir pronto, nos has dejado con el espasmo en el centro del pecho, así que solo un capítulo tuyo nos va a tranquilizar.
Gracias por compartir tus letras, eres una genialidad y no tienes idea de cuanto me deleita leerte.
Que estés bien.
Hola Marie, es una gran alegría que hayas vuelto de tus vacaciones con un capítulo como éste.Deseo que tus vacaciones hayan sido hermosas y productivas.
ResponderEliminarEl capítulo es fenomenal, el comportamiento posesivo de Edward es hermoso, definitivamente tienes sobrada capacidad para sacar adelante un personaje tan complejo como lo es un autista, eres grande y tu escritura lo revela a cada capitulo. Tambien es muy acertado tu enfoque sobre Bella respecto a lo que siente por su paciente. Sentimientos, buen criterio y conocimiento científico es una combinación muy interesante y compleja de manejar ¡y lo haces parecer tan facil!... Respeto profundamente la forma en que equilibras cada capítulo. Como siempre, es un placer leerte.
Por otro lado, veo tambien que tienes una vena sádica poco explorada, ¿Qué pasó por tu cabecita para considerar cortar así el capítulo? El capítulo está de infarto y depronto ¡se termina! Eso casi me mata. Es como para acusarte de intento de asesinato múltiple, y la prueba está en los cometarios que me preceden, A TODAS casi nos da un ataque cardiaco.
Tienes que escribir pronto, nos has dejado con el espasmo en el centro del pecho, así que solo un capítulo tuyo nos va a tranquilizar.
Gracias por compartir tus letras, eres una genialidad y no tienes idea de cuanto me deleita leerte.
Que estés bien.
ay putale ya se le armó a la pobre!!!! buen capitulo!!
ResponderEliminarAy madre!! Jaja.. habrá escuchado todo todo? O.o aww... Ese Edward es una caramelito y me lo como!! Jeje.. buen capítulo!! Por cierto... De qué país sos? Pregunto xq me salen las 22:00 y acá son las 2:10 de la mañana... emm.. jeje... Ya lo saqué, México :) verdad?
ResponderEliminarNo, nani. Soy una venezolana de pura cepa ;)
Eliminar