lunes, 9 de mayo de 2011

Tirano - Primer Capítulo:



"SEÑOR CULLEN"

-         Oh no. Oh no… ¡hoy no! – grazné mientras miraba la hora en mi reloj y corría con una latte de vainilla hirviendo en mi mano derecha; mientras que con la izquierda sostenía mi pesado maletín de Louis Vuitton.
No me preocupaba quemarme o caerme en plena Quinta Avenida de Manhattan, lo que si me mortificaba era el no poder llegar a la hora a mi trabajo, dejar el café en el escritorio de mi jefe y tratar de mantener a raya el tirano déspota que vivía en él.
¿Quién era este “espectro viviente de virtudes”? pues nada más y nada menos que el heredero Edward Cullen; primer vicepresidente de la prestigiosa franquicia “Le Mademoiselle”. La cual era nada más y nada menos que la red de perfumerías más grande de Norteamérica, y para empeorar la cosa; estábamos en proceso de expansión hacia Europa.
Dicho individuo era conocido por tres cosas.
La primera, por ser un joven sumamente astuto en los negocios. Un lince a la caza de buenas oportunidades. La segunda, por ser un dictador endemoniado a la hora de que las cosas no se dieran según sus designios. Su carácter no era precisamente un aliciente laboral. Y la tercera, por ser uno de los solteros más cotizados del país; y personalmente creía que de afuera también. Dueño de un hermoso cabello castaño dorado, orbes azul – grisáceo, cuerpo delgado pero trabajado y una cara digna de un ángel. Pero con la expresión vacía y austera de un demonio.

******

Ingresé corriendo en la oficina en la oficina de Vicepresidencia. La puerta de la dependencia de Edward aún estaba cerrada. Coloqué con premura mi maletín en mi escritorio que estaba a la salida de esta. Luego entré en su “guarida” como yo solía llamarla por no decirle “la cueva del cavernícola”.
Coloqué el café aún humeante en su escritorio y entonces escuché el cerrojo de la puerta hacer click detrás de mí.
¡Oh mi dios!
  • -         ¡Caramba, caramba! ¿Acaso no se le paga lo suficiente en esta empresa, señorita Swan?
Entre aterrada y confundida me dí la vuelta.
Estaba a dos metros de mí con un glorioso traje azul marino de corte fino; seguramente un Yves Saint Laurent o un Zegna; aún  no sabía distinguirlos muy bien. Una camisa de color gris claro con una corbata dos tonos más oscuros que esta, y unos brillantísimos zapatos de cuero negros a juego con su maletín Hermes.
  • -         Le hice una pregunta, señorita Swan. Y la verdad no me emociona tener que esperar por ella todo el día, tengo un montón de cosas pendientes entre las cuales ninguna incluye quedarme esperando delante de usted como un tarado a una pregunta tan sencilla como la que le hice. – sus crueles palabras me devolvieron a la realidad.
Me alisé la falda tubo negra, entallada hasta la altura de la rodilla que me estaba estrenando esa mañana con una camisa de gasa sencilla de color champagne. Sentí la sangre acumularse en mis mejillas antes de responder.
  • -         Lo siento mucho, señor Cullen. Y si…ustedes…- seguí respondiendo con la mirada fija en mis zapatos de tacón alto negros - ...me pagan más que suficiente.
Subí mi rostro justo a tiempo para ganarme una sonrisa de petulancia en su cara. Rodeó su escritorio y se sentó plácidamente en su silla ejecutiva, entrelazó los dedos de ambas manos y se las acercó por un segundo a sus labios en un gesto analítico antes de responder.
  • -         Pues parece que no se sabe administrar bien entonces. Ya que le es imposible llegar temprano…presumo que es porque carece de recursos con los cuales comprarse un despertador. – quitó su mirada de mí y la depositó en el maletín que estaba abriendo y en los papeles de adentro – Por favor, señorita Swan, asegúrese de comprar uno pronto antes de que mi paciencia se agote.
  • -         Señor Cullen…- dije en un susurro – discúlpeme. No fue mi intención llegar diez minutos tarde. Pero en mi defensa acoto que esta es la primera vez que ocurre desde que estoy trabajando con usted.
Levantó la vista hacia mi rostro. Sus facciones estaban airadas.
  • -         ¿Y usted de verdad pretende que sus “acotaciones” deberían importarme algo? Usted está trabajando en una de las empresas más grandes de Norteamérica, miles de chicas matarían por tener su puesto y aún así usted se da el lujo de llegar diez minutos tarde. – se rió con sorna – Como si fuese imprescindible. ¿Acaso estaba con ese noviecito suyo…Jacob Black? – escupió las palabras con deliberado asco.
 Negué con la cabeza antes de hablar.
  • -         No, señor. Mi automóvil se descompuso y tuve que tomar el metro hasta la estación más cercana. Pasé a por su café a Starbucks…- (Que me muriese yo primero antes de que el café le faltara) - …pero este estaba a reventar allí me retardé mucho. – me odié internamente por estar a un tris de romper a llorar. 
  • -         Me agradaría decirle que su historia me conmueve, pero no es así. Todo lo que me interesa de usted… - su voz se tornó ronca - ..es que esté aquí a las ocho en punto con mi agenda de actividades en sus manos y mi latte en mi escritorio. El resto de sus penurias ahórreselas para usted misma. – asentí – Ahora tráigame los pendientes de hoy, por favor.
Salí pitando de su oficina, como murciélago que escapa del infierno. Me senté en mi escritorio y respiré hasta conseguir sosegarme; en eso Jacob Black hizo acto de presencia en la dependencia para terminar de joderme el día.
  • -         Bella, necesito hablar contigo.
  • -         No es un buen momento, Jake. Estoy muy ocupada y mi jefe…
  • -         ¡Me importa un demonio tu jefe! Tienes tres días que no me llamas ni me buscas ¿Se puede saber por qué?
Lo miré con ira. Aquel no era ni el lugar ni el momento pertinente para explotar.
  • -         ¿Será porque he estado demasiado cansada, tanto que cuando llego a mi casa lo único que necesito es un baño y una cama? ¿Sabes una cosa? No tengo tiempo ni ganas de lidiar con tu falta de prudencia. – tomé la agenda de cuero de mi gaveta y me disponía a pasar por el frente de mi moderno escritorio de cristal y hierro forjado, cuando una de sus manos se apropió de mi antebrazo derecho.
  • -         Uno de estos días me voy a hartar de que me dejes en segundo lugar, siempre por debajo de tu trabajo. Y entonces…
  • -         Señorita Swan, creo que fui bien claro al pedirle…- los ojos de Edward se estrecharon al ver a Jacob tomándome del brazo – Señor Black, esta no es su área de trabajo así que haga el favor de dirigirse a donde le compete. – su tono era abiertamente hostil.
Jake me soltó.
  • -         Vine a arreglar un pequeño problema pero ya me iba, señor Cullen. – dijo clavando sus ojos negros en mí. Furioso y frustrado, así estaba él.
  • -         Tienen la hora del almuerzo. Y las noches…- el tono de Edward fue mordaz –…para arreglar sus desavenencias amorosas, este no es el lugar para eso.
Mi – fuera de lugar – novio; que le sacaba unos buenos diez centímetros quizá más de estatura a Edward; se largó con una expresión que dejaba entrever las blasfemias que su mente debía estar emitiendo.
  • -         Controle a su novio, señorita Swan. O uno de estos días se me va a olvidar que es uno de los protegidos de mi padre y no responderé entonces de mis acciones.
  • -         Le pido mil disculpas. No volverá a pasar…
  • -         No lo quiero ver cerca de… aquí. – sentenció – Él no es mi asesor legal por lo cual no tiene porque acercarse a esta área, así que absténgase de citarse aquí con él…
  • -         Señor, no me cité con él. – lo interrumpí.
Él me miró con desespero. – No lo quiero cerca.
Y con toda la inteligencia que me había hecho merecedora del puesto que ocupaba, preferí zanjar el tema por lo sano.
En traducción simple: Nada más que pudiera exacerbar más su ira.
El señor Cullen había detestado a Jake desde siempre; al menos eso suponía yo desde que había llegado a trabajar a “Le Mademoiselle” y las cosas no parecían mejorar con el tiempo.
Ni de un lado ni del otro. Odiaba estar siempre enfrentada entre el hombre con el cual salía y mi problemático jefe.
Entre mi relación y mi trabajo.
Pero mi paciencia estaba llegando a su tope y sabía de qué o de quién me iba a liberar.

*******

Cuando llegué a mi casa eran pasadas las nueve de la noche. Tres mensajes en mi contestador pedían ser atendidos…pero los ignoré.
Mis padres nunca llamaban. Estaban divorciados y yo crecí junto a Reneé hasta los catorce años. Pasé los últimos cuatro con Charlie antes de mi mayoría de edad y a esa edad ingresé en la Universidad de Washington para sacar mi licenciatura en administración de empresas. Mientras estudiaba ahí, trabajé como asistente contable para mantenerme y pagar la matrícula.
Cuando me gradué supe de la oportunidad que ofrecía la prestigiosa empresa “Le Mademoiselle”  un día que me pasaba por la perfumería; cabe destacar que esta estaba en la planta baja del edificio corporativo; para comprar algunas fragancias.
Tenía una fijación y esa se llamaba “perfumes”. Sobre todo una que se llamaba AQUA de Bvlgari para caballeros y que siempre llevaba encima mi…mejor es ignorar ese tema.
Mejor retomo la historia…
La franquicia buscaba chicas entre los veintidós y los treinta años para desempeñarse como asistente administrativa del Vicepresidente.
Y ¡voilá! Hasta acá me trajo el río. Me saqué el boleto dorado.
Pero lo que nadie me advirtió fue que este sería mi calvario, cuando me eligieron por encima de esas doscientas aspirantes; me había hecho merecedora de un jefe hostil que nunca tenía una palabra de aliento para mí, aunque mi trabajo fuese impecable. Y no porque lo dijese yo. Sino porque el mismísimo presidente; Carlisle Cullen; así lo había dicho. Era un hombre que apenas y pasaba de los cuarenta y algo pero que era guapo como su hijo. Y también estaba su esposa; la directora creativa; la señora Esme quien era la viva estampa de la elegancia femenina al vestir y al caminar, pero cuando se trataba de trabajar en grupo y socializar resultaba ser la mujer más sencilla del mundo.
Lo que al final de todo resultaba un contraste bastante drástico a mi parecer.
Por eso nunca entendí la actitud déspota de su único hijo ¿De quién la había heredado?
A veces pensaba en dimitir, pero tan rápido como llegaba desechaba la idea. No tenía a quién acudir. No había familia que me apoyara o amigos que pudieran tenderme la mano.
Estaba sola.
Ínfimamente sola.
El sonido de mi blackberry  me sacó de mi ensimismamiento y me recordó que después de “esta conversación” sí que estaría sola.
  • -         Hola. – contesté.
  • -         Hola. – dijo Jacob – Hasta que te dignas a contestar el teléfono.
Suspiré con cansancio.
  • -         No estoy de ánimos para escuchar tus reclamos. Dí lo que tengas que decir y déjame descansar. Necesito dormir. – quizá la actitud fría de Edward se me estaba contagiando, o quizás eran los constantes reproches de Jacob que me estaban ahogando.
Y no era como si lo amara para soportarlo por más tiempo.
  • -         ¿Ves a lo que me refiero? – dijo Jake del otro lado del teléfono - …A esas reacciones tuyo tan insensibles. Bella, creo que he dejado claro que quiero algo serio contigo, pero no pienso tolerar tu mezquindad.
  • Me apreté el puente de la nariz con frustración //¿Por qué esta noche? ¿Por qué no puedo descansar una maldita noche?//.
  • -         No tienes por qué hacerlo. – susurré por lo bajo – Es más, creo que lo mejor para los dos es que nos dejemos de ver.
Y el silencio incómodo se soltó…
  • -         No puedes estar hablando en serio.
  • -         Oh si, claro que los estoy haciendo. – respondí.
  • -         Pensé que intentarías al menos enderezar las cosas. Poner de tu parte para recuperar la relación que se desgastó “por tus errores” – puntualizó – No pensé…que me mandarías por un tubo de buenas a primeras.
Suspiré laaaaaaaargamente.
  • -         Jake, sabes que te estimo…
  • -         No lo digas…
  • -         …Pero esto no funcionó y no va a funcionar porque…
  • -         No lo digas, Bella…
  • -         No te quiero como pareja. Solo te veo como amigo, aunque suene como un condenado cliché; quizás de esa forma nos vaya mejor a como estamos ahora. Piénsalo. – mi tono era condescendiente. Quizás eso fue lo que más lo irritó.
  • -         No creo poder ser tu amigo. Es más…no puedo serlo. – sentenció firmemente.
  • -         Entonces solo seremos compañeros de trabajo. – yo también sabía ser tajante. Para muestra un botón. - …Pero nada más. Gracias por el tiempo que me dedicaste; pero esto de nosotros llegó hasta donde aguantó.
  • -         Te vas a arrepentir, Isabella Swan. Y para entonces no estaré disponible. La vida te pasará factura por ser tan insensible. Pagarás esto con la persona a quien quieras.
Un Jacob sombrío se había apoderado de mi teléfono. Era casi irreconocible y la verdad era que ya me estaba haciendo perder los estribos. Así que mejor zanjar las cosas lo mejor que se pudiese.
  • -         Veremos, Jacob. Adiós.
Adiós, blackberry y mundo. Hasta ma…
¡Jodido Jacob!
  • -         ¿Faltó algún otro mal deseo para mi futuro, Jacob? ¿O ahora deseas insultarme un poco antes de irte a la ca…?
  • -         ¿Señorita, Swan?  - ¡Oh Dios mío! ¡¿Y ahora qué?!
  • -         Discúlpeme, señor Cullen. No sabía que fuese usted…
  • -         Eso es bastante notable…- su tono fue especulativo - ¿Algún problema con su…? - ¿El gran Edward “Tirano” Cullen, preguntándome si tenía problemas? De seguro en el mundo debía de estar pasando algo muy malo. Algún glacial derritiéndose más rápido de lo que se pensaba o alguna calamidad de ese estilo.
  • -         No se…preocupe. No es nada. – musité.
  • -         Bien. – su tono volvió a la frialdad habitual. – Quería preguntarle sobre…- y en esa nueva conversación se fueron casi cuarenta y cinco minutos, antes de poderme dar una ducha y caer desmayada de sueño en mi cama.

********

A la mañana siguiente todo e salió a pedir de boca. Mi automóvil estaba reparado; vendito sea Paul (mi mecánico de confianza) que había ido al edificio en que vivía  revisarlo mientras yo terminaba de pasar el día miserable anterior. Antes tuve que notificarle al portero como se veía el chico moreno y apabullantemente alto que iría a reparar mi modesto Sentra Nissan del 2.006 en color plateado.
El modelo no era nada de lujo, pero era condenadamente fiel; hasta el día anterior cabe destacar; lo poseía desde la universidad y hasta ahora me había negado a venderlo. Estaba en muy buen estado pues yo cuidaba mucho de él.
Al final de la tarde, justo después de haber salido de una reunión con el señor Cullen, mi mecánico de confianza me llamó para decirme que el motivo por el cual mi automóvil no prendió esa mañana fue porque hubo un problema con el sistema de la alarma y un montón de cosas más de las cuales no entendía. No sabía nada de carros. Mis conocimientos se limitaban a cuidarlo y limpiarlo por fuera y llevarlo cada cierto tiempo con Paul. Hasta allí llegaba yo.
En fin, esa mañana me dio tiempo para todo, el café del señor Edward estaba en su escritorio humeante como siempre con un tibio moffin de chocolate de esos que a él le gustaba tanto. Se lo llevé en un gesto de disculpa por lo del día anterior, y también porque quería que pasase un día de mejor humor que el anterior.
Además que cuando sonreía siempre se veía celestialmente hermoso, aunque hasta el momento nunca me había dirigido ni siquiera una ligera sonrisa.
Estaba en mi escritorio cuando él llegó.
  • -         Buenos días, señor Cu…- atravesó la estancia por delante de mí sin mirarme siquiera.
Su mirada estaba en dirección al suelo y los hombros caídos. Sus pasos eran firmes y rápidos hacia su oficina.
De un portazo se encerró en su oficina.
Yo lo había visto triste en varias ocasiones, es más…su mirada solía ser siempre triste cuando estaba solo. Así lo había sorprendido en varias ocasiones sentado en su escritorio. O mirando por la ventana del BMW negro que nos recogía siempre para ir a las reuniones, o cuando miraba por la ventanilla del jet privado en el cual habíamos viajado una vez a Paris para el lanzamiento de la fragancia Magnique de Lancome. Pero nunca lo había visto llegar en aquel estado de abatimiento y frustración en el cual llegó.
Dejé que pasaran unos buenos diez minutos. Luego, con mucha discreción entré a su oficina y lo vi con la cabeza entre las manos y respirando entrecortadamente.
Saqué de la nevera una *Evian bien fría de su pequeña nevera personal. Le abrí el seguro pero no la tapa y la coloqué al lado de su café. Sin decir nada me dirigía a la puerta cuando me habló:
  • -         ¿Cómo sabe siempre cuando no decirme nada, señorita Swan? ¿Cómo ha llegado a conocerme? – unos ojos rojos, cabellos revueltos que aún así se veían divinos y una voz rota me impelieron a hablar.
  • -         No lo conozco más de lo que usted me ha permitido, señor. – un anhelo se me clavó en el pecho y me latió en el bajo vientre – Pero le puedo decir que lo que sé acerca de usted es solo porque soy observadora. No merezco más méritos que por eso.
Silencio.
Ni una palabra se pronunció en un buen rato. La presencia etérea de la desesperación y la preocupación eran las que mantenía a nuestras miradas. Quizás había algo más en el fondo de su mirada...¿Pero que era?
  • -         ¿Por qué no sale a caminar un poco, señor Cullen? Respire un poco de aire fresco y luego vuelva si se siente cómodo. Si no…pues yo me encargaré de todo por usted. Con su permiso.
Lo dejé tomando el agua mineral entre sus dedos y juguetear con la tapa.
Salí y tomé asiento. Saqué un grupo de carpetas que tenía que organizar con facturas, cuentas, presupuestos, cartas personales y una serie más de cosas.
La puerta se abrió de repente, Edward salió con su saco color gris plomo guindado por la mitad en el antebrazo y con el café en la mano. La otra llevaba el moffin.
Me reí discretamente de que pareciera tomar mi consejo.
De pronto colocó su café junto al mío, colocó la tapa que le había quitado al que yo estaba por tomar y guardó su moffin en la bolsa de papel que estaba en mi escritorio.
  • -         ¿Qué hace? – pregunté confundida.
  • -         Tomándole la palabra. Saldré a caminar y usted vendrá conmigo. – Bieeeeeen. Si las cosa son así de “manera voluntaria” …
Agarré mi chaqueta azul marino del perchero que estaba en un rincón y me la coloqué rápidamente. La trayectoria fue en silencio hasta que llegamos a la puerta del edificio empresarial.
  • -         Muy bien. ¿A dónde vamos ahora? – me preguntó con el recelo de un animalito que fue maltratado muchas veces y alguien se le acerca con intensiones de tocarlo.
Fruncí el ceño mientras pensaba.
  • -         ¿Qué le parece al *Central Park?  
  • -         Me parece bien.
Cuando llegamos al parque parecía mucho más relajado. De hecho hasta tomaba largas inspiraciones y eso parecía calmarlo aún más. El sonido de los árboles al mecerse y el canturreo de los pájaros casi hacían que el sonido de los carros desaparecieran. A veces solo nos topábamos con personas ejercitándose que pasaban a nuestro lado en bicicletas o trotando.
Tomamos asiento en una parte bastante apartada adentrada del lugar y allí procedimos a tomarnos nuestros cafés y comer los moffins de chocolate.
En silencio. Siempre en silencio.
Cuando terminamos; él antes que yo; metimos los desechos en la bolsa.
Luego…más silencio.
  • -         Él nunca está conforme con nada…- susurró tan bajo que si no estuviese a su lado no habría podido escucharlo. – No importa lo que haga…siempre será insuficiente.
  • -         ¿Le puedo ayudar en lo que necesita de usted? – pregunté a riesgo de romper la confianza que me estaba dando hasta ahora, que era mucho mejor que el trato que me había dado durante los seis meses de trabajo posteriores a este momento.
  • -         No. Al menos que pudieras darle a otro Edward que pudiese encargarse de la empresa mejor de lo que lo hace este. – se señaló el pecho.
Me atreví a mirarle fijamente.
Sus manos estaban inquietas cerrando y abriendo los puños.
  • -         Creí que el señor Carlisle…
Él se volteó hacia mí con una mueca de sorna en los labios.
  • -         No me malinterprete, señorita Swan. Mi padre me quiere pero es una de esas personas que nunca están conformes con nada. Después de su infarto…- me alarmé y lo interrumpí.
  • -         No sabía que le había dado uno.
  • -         No tendría por qué saberlo, fue un mes antes de que usted empezara a trabajar acá…y dos semanas antes de que yo lo hiciera. Sí, por eso fue que hicimos la convocatoria para las aspirantes al puesto. Mi padre cree desde ese día que en cualquier momento se puede morir, a pesar de que su salud es ridículamente favorable desde ese día. Más no su estado de ánimo. Solía ser un padre amable aunque no muy flexible, pero desde entonces todo ha empeorado. Siento que soy un prisionero dentro de un pozo en el cual no hay ninguna vía de escape.
Seguí escuchando atentamente.
  • -         ¿Sabe que quería estudiar? – negué sin hablar. – Medicina en Harvard. Apenas salí de secundaria ya sabía lo que quería ser e incluso tenía el cupo en la universidad. Pero mi padre me dijo que necesitaba otra cosa de mí, entonces estudié Contabilidad en Sycuse. Me gradué con honores pero aún así eso no me llenó en lo absoluto. Luego hice cientos de cursos en administración de empresa y recursos humanos. Todo eso para asumir la responsabilidad de “Le Mademoiselle”. Desde entonces las cosas han ido más quien; cosa que a usted le consta; pero aún así no se me reconoce nada; y no es que lo haga para que me den algún crédito pero de vez en cuando es agradable saber que has hecho algo bien. Nunca he recibido nada de eso…¿Por qué se ríe?
No estaba siendo consciente de reírme en su cara, y definitivamente no era el momento, aún así mi boca me ganó.
  • -         Es lo mismo que he sentido yo durante estos seis meses.- él se estremeció del otro lado de la banqueta. – Me parece casi irónico que usted me esté diciendo eso.
Me miró con nostalgia y vergüenza.
  • -         He sido una basura como persona…- agregó compungido.
  • -         Ha sido un jefe exigente…- respondí.
  • -         …Y una basura como persona. – volvió a decir.
  • -         Pues sí. – admití tratando de parar su fase de “autodestrucción” aún a costa de posible despido.
Y funcionó...Primero se quedó perplejo y luego ambos prorrumpimos en carcajadas.
  • -         Lo siento…- dije cuando cesaron los paroxismos de risa.
  • -         Tranquila, tiene toda la razón.
Lo miré fijamente antes de comenzar a hablar.
  • -         ¿Por qué usted…? Paré antes de cometer una imprudencia que dañara el momento.
  • -         ¿Por qué…qué? – inquirió.
  • -         No. Olvídelo…
  • -         No. Ahora hable. – exigió tajantemente.
Suspiré largamente sabiendo que no se iba a dar por vencido.
  • -         ¿Por qué no le encara a su padre y le dice lo que siente? Usted mismo ha dicho que lo quiere, así que instituyo que si le planta frente podrían llegar a un acuerdo que los hiciese felices a ambos.
Edward me veía como si me estuviese volviendo azul y transformándome en una cosa rara.
  • -         ¿Por qué me ayuda? Por qué lo hace después de que me haya comportado como un bastardo usted?
  • -         Señor Cullen, usted puede haber sido como sea conmigo pero no por eso le voy a desear el mal. Es importante contar con el apoyo de la familia para poder sentirse bien, así que solo quiero que su situación mejore. Además, creo eso le mejoraría el ánimo en el trabajo. – le sonreí con timidez.
Él me respondió con una sonrisa torcida y me deslumbró.
  • -         Cr…creo que es..hora de irnos. – titubeé como una idiota.
Edward asintió y nos pusimos de pie...pero un niño que venía en bicicleta; al que ninguno vimos venir; chocó contra él haciendo que la bolsa que contenía nuestros desechos se estampara contra su camisa color crema.
Jadeé esperando que él tuviese un episodio de “furia cavernícola” pero me sorprendió al limpiarse los restos de moffin que estaban contra su finísima prenda sin lograr sacar la mancha y despedir al chico sin más que un “No te preocupes, muchacho”, lo que me hizo pensar en que tal vez fuese yo la que sacar la parte “oscura” de mi jefe.
Cosa que me hizo sentir mal.
  • -         ¿Qué le ocurre. Señorita Swan? –preguntó con un tono de preocupación.
Moví la cabeza de lado a lado negando.
  • -         Solo pensaba en cómo sacar esa mancha de su camisa. – mentí.
Se encogió de hombros y me hizo un gesto para que siguiéramos caminando.
  • -         Eso no importa. Me coloco la chaqueta y no se verá nada.
Y entonces se me ocurrió una idea muy poco inteligente.
  • -         ¿Por qué no me deja que lavarla en mi departamento, ya estamos afuera ¿Cuánto nos puede tomar?
Él se quedó en una sola pieza sin decir o hacer nada.
  • -         O mejor nos vamos a la oficina y olvidamos que dije esa estu…
  • -         ¡No…no! Es solo que no me esperaba que me dijera eso. Pero…sí...me parece buena idea.


*******

  • -         Señor Cullen, colóquese esto. – le dí mi camiseta cinco tamaños más grande que yo de los Yankees de New York. Solía usarla para dormir y para andar en la casa cuando no tenía nada mejor que hacer; desde hacía seis meses ya casi no la utilizaba casi para lo segundo; estaba algo desgastada por el uso pero al menos seguía siendo utilizable.
Él estaba mirando cada detalle de mi departamento con atención hasta que le hablé.
  • -         Disculpe si no tengo algo mejor que ofrecerle y si mi casa no es lo que esperaba. – él tomó lo que le ofrecía y una sonrisa se formó en su boca.
  • -         ¿Esto es por fanática real o por mero souvenir de la localidad? – señalaba al logo de los Yankees.
Entrecerré los ojos con fingida indignación.
  • -         Me ofende eso. Soy una aficionada por los Yankees desde que tengo conocimientos del bate y la pelota.
Lo dejé riéndose en la entrada de la puerta del baño de visitas mientras yo seguía mi camino hacia la cocina en vías de preparar algo. Pasados unos minutos salió con la remera puesta y maldito fuera si no le quedaba perfecta.
A mí no se me veía ni un cuarto de bien de lo que le quedaba él  con esos pantalones que no le combinaban ¡EN NADA! Pero que aún así se veía casi glorioso.
  • -         ¿Sabe? Se equivoca. – dijo mientras yo me volteaba para demostrar lo deslumbrada que estaba teniéndolo del otro lado del tope de mi cocina.
  • -         ¿Ah sí? ¿En qué, si se puede saber?
  • -         En que dice que no me puede ofrecer nada mejor, sé que usted siempre se supera. - ¡Gracias a dios que estaba metida de cabeza en la nevera buscando los ingredientes para preparar un sándwich! Pues así no vería que estaba del color de una cereza marrasquino. – Pero debo concederle algo, cuando dijo que su casa no era lo que yo esperaba tenía toda la razón. Creía que… siendo usted como es…- ¿Edward Cullen estaba divagando? – La casa sería un poco menos…linda.
Me di la vuelta medio indignada y medio confundida.
  • -         ¿Qué quiere decir con eso?
Él se metió los dedos entre el cabello con nerviosismo y me quise arrancar la mano solo por querer imitarlo y conocer esa fina y exquisita textura que debía de tener ese pelo castaño dorado.
  • -         Yo…es solo que…como usted se la pasa ocupada en la empresa y eso…ehh… yo pensé…que su casa quizás fuese más desordenada. – tomó un respiro y luego me enfrentó con seguridad – Es hermoso. Como su dueña. Sencillo sin necesidad de retocarlo demasiado para que luzca deslumbrante.
¡Oh Cristo! ¿Este era el mismo Edward que hasta ayer me había humillado y hecho la vida de cuadritos durante seis meses?
  • -         Ehh..- ahora la que divagaba era yo.
  • -         No tiene que decirme nada. Sé muy bien que usted tiene su pareja…- ¿eso fue un gruñido? - ..y que yo acabo de resultar un completo imprudente.
Momento bizarro y lleno de tensión…¿Qué se supone que le dijera? “Señor Cullen. Usted siempre me pareció atractivo a pesar de que me trataba peor que a una alfombra?" .Pero tampoco podía patearlo cuando ya sabía a que se debía esa dureza.
¡Qué dios me ayudara!
  • -         Ahora es usted el que se equivoca, señor Cullen. Primero: Yo-no-tengo-pareja. – puntualicé – Salía con Jacob Black, como usted sabía pero anoche lo dejamos. Justo antes de recibir su llamada anoche hablábamos acerca de eso. Segundo: usted a pesar de esa condenada soberbia de la que siempre se rodeaba siempre le admiré y no solo intelectualmente.
Ok. A Edward Cullen estaba por venirle un paro respiratorio en lo que sea que fuera esta clase de “declaración”.
De pronto pasó por delante del tope y me volteó para que lo enfrentara. Me arrancó el paquete de pan de sándwich del que no me había percatado que sostenía y lo tiró en la encimera antes de tomarme la cara entre las manos.
  • -         Dígame que me aparte, señorita Swan. Pídamelo.
  • -         No…no puedo…no quiero. – jadeé sorprendida por el giro que había tenido la situación. Demasiado brusco para poderlo digerir.
  • -         Dígame que aparte de usted mientras tengo las fuerzas para hacerlo. Antes de que mis demonios la alcancen y ya yo no pueda ser capaz de dar media vuelta y seguir mi camino.
Contrario a lo que me pedía mi cuerpo lo aparté un poco de mí. Pero era necesario saber algo antes de lanzarme al precipicio.
  • -         Usted me odiaba ayer y resulta que hoy me dice que pronto no podrá alejarse de mí. ¡Ni siquiera es capaz de tutearme! ¿Qué pretende? No pienso ser la secretaria que aplica la “operación colchón” para estar de buenas con mi jefe.
  • -         Nunca he sido capaz de tutearla porque sabía que en el momento en que pronunciara su nombre perdería la razón y lo profesional. Llamarla por su nombre me parecía peligrosamente personal. Y no la odiaba a usted. Me odiaba a mí por no ser el hombre digno de su mirada como parecía serlo ese…Black. – juntó nuestras frentes de nuevo y jadeó contra mis labios. – Pero jamás sería capaz de odiarla. Ni siquiera aunque quisiera.
Me aventuré a tocar sus labios carnosos y sentí que me quemaba pero sabía que no quería huir del fuego aunque me envolviese en sus fauces.
  • -         Todo este tiempo estuve ciego sin la luz de su sonrisa. Y hoy estoy cegado por el impacto de su mirada.
Entonces nuestros labios quemaron meses de humillaciones y rencores. Se unieron con la ira que demandaban los celos y la urgencia que exigía la larga espera.
Sabía cuál era el próximo paso después de este, y no me negaría a él. Lo deseaba, pero me daba miedo las consecuencias que nuestros actos tendrían en el mañana.
Pero no era momento para pensar en eso…así que mandé al demonio a mi autocontrol y dejé que mis manos se apropiaran de ese cabello que tanto pedía ser tocado.
Igual que su cuerpo estremeciéndose ante mi roce.

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Siento mucho en el alma no poder haberles dado lo que querían. No pude hacer de TIRANO  un oneshot como esperaba; pero solo hago lo que mi mente y musa me impulsan a hacer. No creo poder escribir algo con lo que no me sienta cómoda, mucho menos publicarlo. Así que aquí está el primer capítulo de mi nueva historia.
Discúlpenme de todo corazón. Aprovecho para avisarles que “la oportunidad” que ofrecí para las nuevas escritoras no se llevará a cabo..no porque yo no quisiera, sino por la falta de interés de los nuevos talentos. Tal vez mi blog no les pareció lo suficientemente rimbombante. Aún así no estoy molesta, solo un poco triste. Quizá fue la falta de “aliciente”…pero ya me expliqué con anterioridad.     YO NO CREO EN CONCURSOS y aunque eso me reste popularidad..haré lo que considero correcto a mi parecer.
Así que aquí sigue Marie Kikis, más determinada en lo que cree y en lo quiere. Haciendo las cosas como quiere y no como los demás desean.
Aún así agradezco el respaldo que he tenido hasta ahora. Y además agradezco todos los comentarios recibidos por la entrega de los reconocimientos.
Esto está dedicado a mi (aunque no lo crean y se rían) equipo. Mis dos BETAS: Leymi, quién se está encargando de vetear los capítulos publicados desde mi comienzo con este blog. Y Rochii, quien vetea cada capítulo que está por publicarse. A ambas les agradezco en el alma tanta lealtad y preocupación que tienen para con mis historias. No saben cuán valiosas son para mí y lo mucho que agradezco cada momento que se toman en relación de mis publicaciones a pesar de sus responsabilidades.
Y le doy la bienvenida a mi equipo a Karen, quién será de ahora en adelante algo así como mi publicista. Gracias por ayudarme con eso, cielo; ya que yo no sé publicitar siquiera mi blog. Se te quiere muchísimo. No solo por eso sino por todo lo que haces por mí.
Y para finalizar tanto derrame de azúcar, me despido de ustedes y le pongo fin a mi semana aniversario hoy.
Besos y gracias por aceptarme tal cual soy a quienes lo hacen.


*Evian: agua mineral es una marca Francesa de agua mineral natural.
*Central Park: es un parque urbano público situado en el distrito metropolitano de Manhattan, en la ciudad de Nueva York.

16 comentarios:

  1. awww!!! me encantooo!!!! jaja yo sabia que no podrias hacerlo one shot.. te gustaba demasiado lo que hacias para dejarlo en eso.. jajaja

    te adoro nena!! ya te deje por ahi en face lo que opinaba de tu nota.. pero lo que dije ya lo sabes! eres especial! aunque te de deabetes!! y tu blog es un de los mejores no lo dudes!! te adoro y admiro mucho mucho!!!

    besitos!!

    Mel

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  2. awwwwwwwwwwwwwwwww digan que no soy la unica con ganas de matarla???????? COMO NOS PUEDE CORTAR ASÍ, EN EL MEJOR MOMENTO DE LA HISTORIA? la quiero matarrrrrrrrr <3 me ha encantadoo amiii ya esta en segundo lugar de favoritas
    1ra: CORAZON DE CRISTAL
    2da: TIRANO
    3era: ANHELO DESD LA OSCURIDAD
    4ta: AUNQUE TE AME
    5ta:ROMPIENDO MIS CADENAS
    y asi sucesivamente ...
    necesiitooo mas PUBLICAAAAAAA PUBLICAAAAAAAAAAAAAAAAAAA

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  3. Ahhhhhhhhhh!! hace poco que encontre tu blooog. y me ha encantando.. y esta historiaa... woww!!!! me encanto este Edward tan frio, pero loco por Bella... sigue asi!! y espero con ansias un nuevo capi!!!
    Cariños
    Ross Cullen

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  4. Hermana!, que te puedo decir?!?!!, lo amee *_* y esa disculpa no cabe!!, almenos personalmente entre mas lee algo de ti!, para mi mejoor xD, te admiro tanto como escritoraa, eres una de las mejores que he leeido, y no te me des bajos por la OPORTUNIDAD que NOS dabas a tus lectoras!, lo hacias de buena gente, y tu no ganabas nada con eso!, pero hermana, tienes un corazon ENORME y toda intencion vale la pena!!, te amo mucho, no tienes idea de cuanto te admiro y eres una de las personas mas brillantes y dedicadas qe conosco!!... te quieroo (:

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  5. aaaaaaaaaaaaaaa me encanto! lei la resenha que dejaste en twilight entre amigas y ahora me enamore de la historiaaa! estare esperando atenta que publiques de nuevo!
    Cuidate y te mando un besote!

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  6. ohh nena!!! me encanto!!! esta genial!!!!
    siento mucho no poder pasarme muy amenudo y menos comentar, pero la uni me trae de cabeza...
    muchos muchos besos!!

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  7. dios como no nos va encantar si lo haces genial ademas me encantan tu blog y todas tus historias son geniales....Sigue asi....Besos...

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  8. dios este cap estuvo increible me muero po saber que sucedera ahora despues que estuvieron juntos, como reaccionara edward?
    cuando subiras el proximo cap?

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  9. Hola hermosa perdon x la tardanza me encanto este capitulo esta genial y me fascina ser una mas de tus lectoras....Sigue asi...Besos...

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  10. Ayyyyyyyyyyyyyy..te mato Marikikis..me dejaste con las ganas a flor de cuerpo..de boca...Dios.. y para colmo te vas un mes....Dios...mujer. y yo siempre te digo que leo los terminados por esto...
    Ayyyyyyyyyy...muero...quiero leer TIRANO...siiii
    Deja tus vacaciones... snif..snif..te esperaré... maldición..caí nuevamente.. adicta a una historia

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  11. si solo fuese un OS estariamos muertas!!! esta muchuisisisisismo mejor q bueno uffffffffffff el final de infarto m dejo sin uñas... en serio millones de gracias y espero, espero y sigo esperando el q sigue muchismas suerte en tus vacaciones y q estes bien abrazotes muy fuertes a distancia!!
    ._.
    Ale!! de Perú..

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  12. So, primero que nada debo admitir que estaba navegando de forma esporadica y 'diambulante'' por la gran 'Red' cuando me tope on tu blog, y vaya ¡Que topada!. Me encanto este capitulo, y obviamente nisiquiera YO te hubiera perdonado que hicieras de esto un oneshoot. Me resulto algo rapido el rumbo de la relación secretaria- jefe amargado, pero la espontaneedad lo compenza todo.

    En fin, me encanto.

    Una 'Dama''~

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  13. me encanto el prologo o primer capi!quiero seguir leyendo pronto,porque me gusto como se fue encaminando la historia. espero con ancias y besos

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  14. me encanto el prologo o primer capi!quiero seguir leyendo pronto,porque me gusto como se fue encaminando la historia. espero con ancias y besos

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  15. Llego quien esperabas!!!
    Lose me amas, yo tambien te quiero aunque seas una bitch!

    Pero ahora lo que importa, el 1er capi de Tirano.

    Sabes que es la historia tuya que más me llama la atención, que no la pude leer antes.... bueno vainas que pasan o la flojera me ganaba, una de dos jajajja

    Si bien con tirano presentas la historia cliche "jefe le hace la vida cuadritos a su empleada" tu le das un giro refrescante y glamoroso.

    Me agrado la gama de emociones que se despliegan en el capitulo. El como Edward pasa de ser un jefe insoportable con un humor de perros más un humor tan negro como sus zapatos, a verse impotente y fragil. Lo adore!!

    De igual manera la combinación de fortaleza y a la vez vulnerabilidad de Bella me parece muy agradable.

    Ah! se nota a leguas que odias a Jacob -.- jajaja lo pones de lo más insoportable (admitelo eso fue personal! XD)

    Ya seguire leyendo los otros capis y te comento que me parecierón! Te adoro!!!!!!!!!!!!!!!!!!

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  16. Hola ¿acabo de conocer tu blog a traves de facebook al mismo tiempo que Tirano hace como cosa de una hora el tiempo que me ha dado en leer este primer capitulo y suscribirme a tu blog.
    Este primer capitulo me ha interesado bastante y tienes razón, la idea es muy buena y da para mucho mas que un OS.
    Estaré pendiente de tus actualizaciones.
    Un beso

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