“LAS COSAS YA NO PUEDEN IR MAL”
—Isabella, me gustaría hablar contigo
un momento. —dijo Carlisle con mucha deferencia.
—Por supuesto. —contesté al terminar
de entrar en la casa esa mañana.
Eran las siete con cuarenta minutos,
dentro de un rato Edward se despertaría y no me gustaba que lo hiciese estando
solo. No desde que sufrió aquel colapso nervioso de hace ya un mes atrás.
Nos dirigimos a su opulento despacho y
cerré la puerta detrás de mí.
—Toma asiento por favor. —me pidió el
doctor con su flema habitual.
Hice lo que me requirió y esperé a que
él me informase lo que sea que fuera a decir. No puedo negar que en ese momento
el miedo me carcomía. Si me pedía que me alejase de Edward, me moriría de
tristeza pues no contaba con herramientas para contradecir esa decisión, solo
podía apelar a los avances de él como un posible argumento de defensa.
—He notado que desde tu llegada a esta
casa mi hijo ha mejorado de una manera impresionante. Nadie había logrado tanto
con él a pesar de durar más tiempo del que tú llevas aquí.
—No es falsa modestia lo que le diré,
señor Cullen, pero aquí los méritos los merece Edward. Ha sido él quien puso
empeño en mejorar, yo solo le brindé las herramientas.
—Pues gracias por ellas. —comentó el
muy bien parecido hombre maduro que tenía en frente. —Insisto. No todos han sabido
cómo usar sus herramientas con mi
hijo. Hasta que tú llegaste. Sin embargo…
Tragué grueso ante ese comentario.
— ¿Sin embargo…qué?
—Me preocupa el hecho de que Edward
esté creando un lazo tan fuerte contigo. Cuando no estás, se vuelve gris. Es
como si diese mil pasos hacia atrás y cuando te ve, vuelva echar a andar.
—¿Qué…quiere decir con eso, señor
Cullen? ¿Quiere que me aleje de Edward?
Me estremecí con un miedo
trascendental, pues mi cuerpo se negaba a la posibilidad de apartarse de mi
ángel. Él abrió desmesuradamente los ojos de asombro.
— ¡No por favor! Lo que quiero es
pedirte algo. Sé que debes pensarlo antes, pero Esme me pidió que te lo
planteara y a mí me parece algo razonable.
—Lo escucho.
— Queremos que vengas a vivir a
la casa, Isabella.
En ese momento el mundo se inclinó
pero yo me mantuve en el mismo sitio, experimentado una sensación irreal de
confusión.
—Primero me dice que le preocupa que
Edward esté tan apegado a mí y luego que me venga a vivir a su casa. De verdad
que no lo comprendo, doctor.
—Lo sé. Me temo que no me supe
explicar. Es verdad que me preocupa que él esté tan apegado a ti pero eso se lo
atribuyo a que eres tú quien está con él día a día, minuto a minuto hasta que
se acuesta. La que lo ayuda absolutamente con todo y sabe cómo manejar sus
reacciones; supongo que es por tu profesionalismo. Así que piensa en nuestra
propuesta y luego me das una respuesta.
Apenas y podía contener la sonrisa que
amenaza con escaparse de mi boca.
—Creo que sí, señor Cullen. Estando
aquí puedo monitorear a Edward más de cerca pero me preocupa mi casa, no le
puedo mentir. Sé que no es un palacio, pero es lo que me dejó mi padre antes de
morir y eso significa demasiado para mí. A lo mejor usted lo considera cursi de
mi parte, pero para mí tiene valor sentimental.
Él continuó con su acostumbrada
paciencia y agregó:
—Te entiendo muy bien, Bella. Pero te
propongo dos días libres para que sigas al pendiente de tu casa. En verdad me
gustaría que viniese a vivir aquí, por lo menos de lunes a viernes.
Asentí.
—Me parece razonable. Sin embargo no
me gustaría pasar dos días lejos de Edward. Si me permite le propondré algo
diferente. —él se acomodó en su silla esperando mi proposición— .Pasaré de
lunes a viernes todo el día aquí. Pero los fines de semana me iré a mi casa y
volveré en la noche. En ese tiempo me encargaré de los quehaceres de mi casa.
De verdad que no quiero que se deteriore. Me ha costado mucho mantenerla tal
como está.
—La entiendo. Y su arreglo me parece
mejor. Tienes derecho de hacer tu vida. Querrás salir con amigos y necesitas
tiempo para ti. No puedes consagrar toda tu vida a la profesión únicamente.
<<La
única persona con la que quiero hacer mi vida, es por quien accedo a vivir
aquí…>>
—Eso no es una prioridad para mí,
doctor Cullen. En su momento le daré la importancia que amerita. Pero no ahora.
—Se merece una persona preparada y que
la haga feliz, porque nos ha demostrado ser de gran calidad humana. —añadió
Carlisle con suma franqueza. Me pregunté si pensaría lo mismo de mí cuando
supiese que me estaba enamorando de su hijo “especial”.
—Gracias, doctor Cullen. Ahora si me
permite, debo retirarme. Edward no tarda en despertar y debo empezar con los
ejercicios desde temprano.
Me indicó con la mano que podía
continuar.
— Isabella. —me llamó cuando iba
saliendo de su oficina. Me giré hacia él esperando lo que tuviese que agregar.
—Cuadre con mi esposa los detalles para su mudanza, y no titubee a la hora de
pedir lo que amerite para eso.
Asentí antes de salir del despacho del
hombre que deseaba que fuese otra cosa en vez de mi jefe.
*.*.*.*.*
Edward ya se había levantando e
incluso hicimos algunos ejercicios juntos. Me sentía tan feliz que hasta yo
misma me podía dar cuenta de que mi ánimo había contagiado el de mi ángel que
no había dejado de sonreír ni por un instante, a pesar de que afuera llovía y
no podíamos salir al jardín.
Era impresionante ver los avances de
él. Cada día que pasaba ganaba más confianza en lo que hacía (o en quien lo
ayudaba quizá. Disfrutaba pensar que un poco de ambos), me asombraba ver sus
movimientos seguros y sus respuestas a mis estímulos. Pero aún faltaba lo más
difícil por alcanzar: la disminución de sus episodios de suspensión mental y su falta de comunicación verbal. Pero sabía que
él había avanzado demasiado en comparación al tiempo que llevábamos; así que
debía armarme de paciencia y pedir misericordia al altísimo para ver si me
concedía pasar victoriosa por esos dos obstáculos. Solo de esa manera podía
existir una esperanza para lo que empezaba a crecer en mi interior. Y que no se
había detenido hasta ahora.
En medio del almuerzo la señora Esme
atrajo mi atención con un comentario que hizo:
—Bella. Carlisle me dijo que había hablado
contigo; pero se negó a informarme, a pesar de mi insistencia; de cual había
sido tu decisión con respecto a nuestro planteamiento.
Engullí el pedazo de carne que tenía
en la boca, antes de tomar la servilleta para limpiarme y contestarle.
—No entiendo el porqué de eso, pero
igual le informo que acepté venirme a vivir con ustedes. —le comuniqué no
con poca emoción.
De repente se escuchó un estruendo
proveniente de los cubiertos que Claire; la chica de servicio; había dejado
caer al piso y que yacía a unos pocos metros de la mesa con cara de asombro. Todos
nos sobresaltamos. Menos Edward que estaba a mi lado y que se encontraba
extraviado en alguno de sus episodios de suspensión.
— ¡Claire ¿Qué ocurre?! —exclamó
Esme exaltada.
Ella meneó la cabeza de lado a lado
sacudiéndose el estupor que le había causado la noticia. Mentiría si dijera que
no tuve que ahogar una risotada.
—¿Acaso escuché mal, señora Esme?
¿Bella se muda? —su tono mostraba claramente su molestia
La interrogada respondió sin entender
que era lo anormal de lo acaba de decir.
—Por supuesto. Se lo pedimos esta
mañana y aceptó. Lo hará a la brevedad posible.
—Ah. Bien. —finalizó así con su
intervención no sin antes avisarme con la mirada que mi estancia en esta casa
no sería del todo tranquila. Ella se encargaría de ello. Que lo intentara, yo
estaba a kilómetros de ser una santa. O de querer serlo.
Seguimos con nuestro almuerzo en calma
debatiendo ciertos puntos de mi mudanza, como por ejemplo que se llevaría a
cabo en una semana. Una de las exigencias de la señora Esme fue que me quedase
en la habitación continua a la de Edward; y yo por supuesto no mostré
reticencia alguna. Además insistió en que hiciéramos algunos cambios en ese
espacio, a lo que me negué rotundamente. El cuarto estaba bien ambientado como
el resto de la casa, no necesitaba más que eso y unas cuantas cosas propias.
—No me vengo de vacaciones, señora
Cullen. Vengo a trabajar. Además me agrada sentirme con espacio, así que me
gustaría que las cosas se quedaran tal cual están ahora.
La entusiasta por la decoración de
interiores que pude descubrir en ella hacía un tiempo atrás no se mostró muy
convencida pero aceptó mi petición.
*.*.*.*.*
Las cosas se fueron dando bien;
excepto por uno que otro encontronazo con Claire que nunca llegó a mayores
porque a ninguna nos convenía. Pero yo sabía muy bien cuando no prestarle
atención así que solía salir victoriosa de estos.
Los señores me proporcionaron las
máximas comodidades que alguien pudiese aspirar a tener por parte de sus jefes.
Sin mencionar que Edward de manera inexplicable lucía radiante; cosa que no era
difícil para él, pero este era un brillo diferente. Aunque seguía dedicándole
el mismo tiempo de siempre. Cuando dormía solía pasar dos horas chequeando sus
sueños antes de retirarme a mi cuarto.
Luego me dormía con la certeza de que
mi ángel cada día emergía más hacia la realidad. Había ocasiones en las que me
cuestionaba acerca de si era realmente noble de mi parte el hacerlo salir de su
letargo, porque yo seguía pensando en él como una entidad celestial y quizás en
sus ensimismamientos él experimentaba algún tipo de experiencia espiritual.
Pero mi lado más humano y egoísta me decían que iba por buen camino, y solo
entonces me dormía en paz.
Así pues… ¿Qué podría salir mal?
*.*.*.*.*
Cierta mañana, Casi al mediodía; la
casa se estremeció bajo el sonido de un potente motor que se aparcó en la
entrada de la casa. No me molesté en salir a ver de quién se trataba pues eso
no figuraba entre mis atribuciones. Mi única obligación estaba junto a mí en su
habitación mientras le realizaba unos masajes para mejorar el movimiento
de las articulaciones y seguir activando el sentido del tacto. Pero como humana
imperfecta que era, no puede evitar que un fuego diferente me recorriese las
manos y que se alojara en mi vientre, mientras que yo masajeaba su espalda y
miraba uno que otro lunar que adornaba ese hermoso espacio de piel nívea.
Tuve que hacer un alto en mis labores
cuando no aguanté más y tuve que
retirarme al baño de Edward. Lavé mi cara con agua fría y me refresqué no
sin antes acusarme en silencio de pervertida frente al espejo unas cuantas
veces para luego salir.
Él permanecía en la posición en la que
lo había dejado. Lo ayudé a incorporarse y luego colocarse su camisa y sweater
ya que el día estaba algo frío.
De pronto unos nudillos tocaron a la
puerta.
—¿Se puede? —dijo la señora Esme
entreabriendo la puerta.
—Claro, pase. —la insté. Y ella
apareció con un hombre altísimo, muy robusto y de gran belleza. Definitivamente
esta familia había sido bendecida genéticamente. Reconocí al joven como uno de
los hijos del matrimonio Cullen, pero no sabía más nada acerca de él, excepto
que vivía en otro estado. ¿Massachusetts? o ¿Era Minnesota? La verdad era que
no presté mayor atención cuando me lo contaron.
—Bella. Te presento a Emmett. El
hermano mayor de Edward.
Él me sonrió con galantería y estrechó
mi mano.
—Un placer conocerla, señorita. —dijo
en tono flemático. Herencia de su padre indiscutiblemente.
Asentí con educación antes de hablar.
—El placer es mío.
—Ella es el prodigio que ha conseguido
que tu hermano mejore. Tienes que verlo, Emmett. Jamás había avanzado tanto.
Deberías constatarlo por ti mismo.
Así lo hizo, se aproximó a la cama
donde mi ángel estaba sentado. Lo abrazó y le dio un beso en la mejilla.
—¿Cómo has estado, campeón? —Edward
emitió un gemido ante su comentario. Él se puso de pié enseguida y nos vio a
ambas con asombro.
—¿Él…me…entiende?
— Sí. —agregué y me acerqué a mi
paciente favorito. —Nos entiende a todos. Poco a poco va emergiendo ese Edward
maravilloso. Y estamos ansiosos por verlo.
A esto él respondió tomándome de la
mano, y dejándonos a todos con diferentes emociones y reacciones.
Esme se tapó la boca y de sus ojos
brotaron lágrimas de sorpresiva alegría. Emmett se veía sumamente impresionado
y no salía del shock de ver a su hermano tan recuperado. Y yo…temblaba ante lo
que fue el roce más exquisito que hubiese experimentado en mi vida. Aferré sus
dedos entre mis manos y le deposité un beso en ellas. Sus ojos brillaron
diciéndome lo que su boca aún no podía. Que yo significaba algo para él. ¿Qué
tanto? No lo sabía pero con eso me conformaba. Por ahora.
Estuvimos hablando un buen rato acerca
de todo y en ningún momento me aparté de Edward, ni él hizo el más mínimo
intento de soltarme.
—¿Entonces, vives aquí? —dijo Emmett
complacido.
Asentí.
—Desde hace una semana atrás.
— ¿Y cuántos días trabajas?
— Cinco. Los otros dos lo vigilo
de cerca porque me nace. —agregué sin darle mayor importancia a lo que hacía.
— Deberías sacar tiempo para
divertirte. Ir a comer…tomar un trago. —sugirió insinuante.
Me sonrojé y bajé la vista. ¿Cómo se
atrevía a decirme eso en frente de su madre?
— Si! Vayan! —vociferó la señora
Esme para mi sorpresa. —Deberían salir, eso sí, Emmett…cuídala mucho. No
queremos que renuncie porque hayas hecho algo indebido.
— ¡Ay, Esme! Esos tiempos
pasaron. He madirado. Por algo volví a casa para establecerme cerca de ustedes.
—luego volteó a mirarme de una manera que me resultaba incómoda. —¿Te parece
bien que salgamos, Bella?
Tragué grueso y los dedos de Edward me
apretaron con algo de fuerza sobresaltándome al decirme que nos había escuchado
y entendido cada palabra.
Bien…al parecer las cosas no serían
fáciles para mí en un buen rato.
Hola chicas…primera actualización del año!!! No puedo sino darles las gracias a todas ustedes por seguirme y animarme a continuar con estas historias, además de que soportan en silencio entre capítulo y capítulo…
Hablando de eso…este cuarto capítulo se lo quiero dedicar a mi hermanita menor Lizzy, quién está aguantando como toda una mujer (aunque es una nena aún) un golpe duro de la vida. Ánimo mi cielo! Que las cosas malas son pasajeras. Este es un pequeño intento de subirte el ánimo. Espero que funcione.
Sin más que decirles por ahora…me despido hasta la próxima actualización.
Me alegro de que hayas vuelto a escribir ya me hacia falta tus historias y espero q siempre estes ahy publicando claro cuando puedas sin obligaciones....Sigue asi....Besos desde Ecuador...
ResponderEliminarHaaay!!! Hermanaa!!!... el capitulo te qedo bellisimo!! Edward no quiere qe vayaa, me hisiste llorar!! y mas con la dedicatoria, miles de graciaas, te adoro mucho,sabes que siempre me tendras a mi, contaras conmigo para lo que se te ofrescaa desde aca te apoyare en todo!! (:
ResponderEliminarTe adorooo!!!
Hola.
ResponderEliminarEn verdad que esperaba con ansia este capítulo, tu historia me tiene cautivada y aunque no es correcto urgirte mas, la realidad es que esperar otro capítulo será una agonía.
Este capítulo fue hermoso, las reacciones de Edward son tan significativas; escribes hermoso y adoro la perspectiva con la que haces crecer esta historia.
No dejes de escribir, lo haces muy muy bien.
Seguiré pendiente...
Creo que el niño esta celoso y no veo la hora de que pueda expresarle todo lo que por ella siente.
ResponderEliminarSos una escritora increíble y realmente te felicito por tu enorme talento.
Cuidate mucho y nos leemos siempre...
http://miangelpersonal.blogspot.com/
ay que bonito!!! ta celoso!!!! diablos!!! ya no se ni que decirte!!! me encanta tu historia!!
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