“Despues
de la Tormenta, siempre viene la calma”
Jacob había vuelto. Mi hermanito había vuelto…ahora que alguien haga el favor de explicarle a la parte más bastarda y malditamente egoísta de mi cerebro el por qué debería estar alegre.
Paul estaba que se lo llevaban los mil demonios. No quería hablarme y
tampoco había pasado por la casa para saber como estaba Jake. Se limitó a
llamar una vez y Billy había tomado la llamada.
¿Pidió
hablar conmigo?
No.
¿Preguntó
por mí?
Ni una vez.
El hecho es que no podía dejar de sentirme miserable porque mi novio
aparentemente no quería saber nada de mí hasta que no decidiese hablarle con
claridad a Jacob; cosa que no podía hacer. No en ese momento; y debido a eso no podía alegrarme
completamente porque hubiese llegado mi hermano; quien fue el detonante de lo
que ahora estaba atravesando. Y el que por cierto…tampoco quería saber nada del
mundo.
Se pasaba el rato entre callado y molesto, en la que había sido mi
habitación. Desde que él había llegado, yo opté por dormir en el sofá porque no
había ninguna condenada manera de que ese inmenso Jacob cupiese en el pequeño
canapé deslavado de la sala.
A menudo salía de casa; según Sam, no hablaba casi con ninguno de la
manada; y aparecía muy tarde por la noche. Casi no comía, y se levantaba hecho
un desastra —probablemente por falta de un buen sueño— y su ánimo era…bueno.
Eso ya lo expliqué antes.
Así que la casa de los Black no era precisamente un lugar feliz
últimamente.
Un repiqueteo de teléfono suena y me saca de mis cavilaciones, tomo el
aparato y veo quién me llama.
—Hola,
Gabrii ¿cómo estás?
—¡Horrible!
Los exámenes finales me tienen al borde de la calvicie, ¡te lo juro! Esos
condenados profesores se olvidan de que en alguna oportunidad fueron
estudiantes —su voz tomó un divertido tono conspirador—. Yo creo que les
vendría muy bien una hermosa raya “accidental” en sus hermosos y lustrosos
autos. ¿Tú qué crees?
Y aunque mis ánimos no eran precisamente fiesteros el comentario se me
antojó de lo más divertido; así era ella, me hacía reír en el momento adecuado;
así que terminé siguiéndole la corriente.
—Me
parece que si le caes a huevazos en un día soleado podrás terminar de
arruinarles la pintura de la carrocería.
—Jmmm…cierto.
Me gusta mucho esa opción. Los daños son más expansivos. Y si los tiro con
suficiente fuerza les puedo joder la carrocería. ¡Ja! Eso haré cuando nos den
las notas definitivas. Bueno, ¿Qué me cuentas tú, cielo? ¿Cómo va todo?
Respingué antes de contestar la verdad de manera parcial.
—Pues
no muy bien en verdad.
—¿Problemas
en el paraíso con Paul? —se notó interesada y seria— ¿Qué pasó?
—Jacob
volvió…
—Aja.
¿Y…? ¿no se llevan bien acaso?
—No,
es solo que Paul se molestó porque no quiero decirle aún que tenemos una
relación.
Un corto silencio se extendió en la conexión.
—Ayúdame
a entenderte porque hasta ahora no lo he conseguido.
En
el fondo “no tan fondo” sabía que me esperaba una buena reprimenda.
—Mi
hermano está muy mal, Gabrielle. Perdió a la chica que quería frente a otra
persona.
—Y
tú no quieres echarle en cara tu felicidad presentándole a tu novio ¿me
equivoco?
—No
—escuché un chasquido de lengua del otro lado.
—¿Sabes
una cosa, Rachel? Creo que demasiado estudio te fundió las neuronas. ¡¿Qué diablos
tiene que ver una cosa con la otra?! —podía imaginar sus ojos entornados y pasando
su mano por su frente con exasperación— Si quieres…entonces yo también termino
con Taylor por hacerme solidaria con la causa…es más….tooooooooooooooooodas las
parejas que los conocen deberían hacerlo —esperaba que hiciera gala de su
sarcasmo; y era más que “obvio” que no podía dejar pasar la oportunidad para
hacerlo—. Como tu hermano se siente miserable en este preciso momento, el resto
del mundo debe volverse gris para hacernos eco de sus sentimientos.
—¡No
seas ridícula, Gabrielle! En ningún momento he dicho tal cosa. Estás
tergiversando lo que digo —si las palabras hubiesen sonado realmente indignadas
y llenas de convicción, quizás me lo hubiese tomado en serio.
—Según
a como yo veo las cosas, solo hay alguien que está haciendo el ridículo y es mi
mejor amiga, no yo. Ella se comportó como una pusilánime con su ex al no
mandarlo al diablo cuando debía hacer y con suficiente convicción. Y
luego…cuando tiene una excelente relación decide que es mejor esconderla de su
hermano por que no le quiere echar en cara que por fin es feliz. ¿Te suena a
algo normal? Porque a mí no, definitivamente.
¿Qué podía decir en mi defensa? Ya había expuesto mis puntos, y
puestos a ser sinceros, cada vez que hablaba de ello me sentía más fuera de
lugar con mi decisión ¿por qué no podía hacer una maldita cosa bien?
Escuché el suspiro cansino de mi amiga al otro lado de la línea
telefónica.
—Cielo,
lo último que quiero es hacer el papel de mamá
- gallina – clueca; pero debes de reconocer que tengo razón en esto. No
deberías joder una relación tan hermosa como la que tienes solo por hacerte la
mártir. Sabes que no soporto cuando te pones en ese plan; además; tu hermano
puede ser menor que tú, pero está lejos de ser un niño.
Asentí a pesar de que ella no podía verme, fue como una especie de
autoreflejo; aunque presentía que en ausencia de una respuesta había admitido
mi error.
Hablamos durante un rato más sobre cosas menos importantes y luego nos
despedimos no sin que antes me recomendara que: “no jodiera las cosas con Paul”
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Era casi mediodía cuando tomé el teléfono y disqué el número de
teléfono de la casa de Paul pero nadie me respondió. Lo cual tenía sentido de
alguna manera puesto que Jacob tampoco estaba, así que opté por creer que
estaban en alguna reunión de estrategias o alguna mierda así…quería creer
cualquier cosa menos que se rehusaba a responderme las llamadas.
Pensé en dejarle un mensaje pero en el último momento me acobardé, por
lo que seguramente habría quedado registrado el momento en el que dejé caer el
auricular para terminar la llamada.
Si eso no era reverendamente idiota, entonces no sabía que podía
serlo.
Por falta de no tener más nada que hacer —aparte de comerme la cabeza
y la tranquilidad con cosas que no me llevaban a ningún lado— decidí ponerme a
actualizar mi curriculum puesto que necesitaba un trabajo, y eso era “CON
CARÁCTER DE URGENCIA”. Los ahorros no me iban a durar mucho tiempo más; así que
para prevenir un posible desastre de “bancarrota” antes de lo previsto tomé mi
DELL y me puse a por la labor de actualización. La cual por cierto me tomó muy poco
de tiempo, puesto que lo tenía prácticamente al día, por lo que posterior a eso
comencé a elaborar una lista de los lugares en donde ofrecería mis servicios
como administradora.
Las mayores fuentes de trabajo eran en Forks y por supuesto, en Port
Angeles. Lamentablemente en la Reserva Quileute no había muchas fuentes de
trabajo; de hecho; si no eras artesano o si no sabías pescar tus posibilidades
de encontrar un empleo eran mínimas. Necesitábamos un cambio, pero para poder
hacerlo había que pertenecer al “Consejo” que estaba conformado por las cabezas
de las principales familias fundadoras, y más recientemente por los “guardianes
de la tribu”; que no eran otros que los chicos de la manada. Y basta mencionar
que en el consejo no todos son de mente abierta, por lo cual varios; aunque no
muchos; proyectos que hubiesen podido ser de utilidad para todos habían sido
descartados por “no cumplir con las tradiciones” o “ir en contra de las
costumbres de nuestros ancestros”.
He allí uno de los motivos por los cuales me maté estudiando, y aunque
suene cruel he de admitir que fue por poder salir pitando de aquí en busca de
algo diferente a quedarme en esta tierra, aceptando siempre las decisiones que
otros tomen sobre lo que puede ser beneficioso o no para mi…así que en
resumidas cuentas debo admitir que yo huí de La Push , de sus normas, del opresivo control de mi
padre, de su “tradicionalismo”…así podría hacer una vida como yo quisiera.
Peeeeeeeeeeeeeeeeeeeeero alguien dijo una vez que “la venganza es una perra” y tenía toda la razón, puesto que
recibí: una venganza jodidamente inteligente. Me fui cuatro años, volví
prácticamente graduada y ¡zas! Me imprimé de uno de los guardianes de la tribu
quileute y ahí me tenían ahora; buscando trabajo en los alrededores de la
reserva porque simple y llanamente no veía como podía existir sin Paul a largo
plazo; y el lugar de él estaba allí.
Si, era todo un hermoso cuento digno de salir en una película de
Disney. Una película en donde la princesa estaba prácticamente en bancarrota,
pero que se había graduado con honores, con una cabaña en vez de un castillo,
un celular en vez de una fiel mascota y con un licántropo por novio en vez del
príncipe azul encantado.
Bueno…Paul estaba encantado, de una forma bizarra y quizás no muy
romántica…pero encantado al fin; así que eso me hace una candidata más para
entrar en las princesas de Disney ¿o no?
Entre mis “opciones reales” tendría que optar por los comercios de
Port Angeles o las empresas madereras de Forks. Todo eso para poder quedarme en
el que alguna vez fue mi punto de partida y que gracias a Paul ahora deseaba
que fuese mi punto final. Al menos mientras implicara permanecer a su lado. Por lo cual ahora necesitaba resarcir ciertos
errores.
Inmersa en mis cavilaciones filosóficas de rebeldía juvenil y derrotas
morales y amorosas vi llegar a mi hermano. Irrumpió en la pequeña sala de estar
haciéndola parecer aún más nimia de lo que ya era, con su ya habitual cara de
muerto.
—Haċh ťọchóḳtiya.
(Buenas tardes) —le dije.
—Haċh ťọchóḳtiya. Ayáso-cha -chid? (Buenas tardes. ¿Cómo estás?) —me contestó en nuestra
lengua madre. Y solo asentí antes de responder.
—Háċhli, ho. (Estoy bien)
Sin decir más nada él me respondió con un asentimiento y quiso seguir
de largo hasta la habitación, pero lo detuve al palmear el sofá a mi lado para
que tomase asiento.
—Kᵂὸˀokíɫcha –chuh. (¿A dónde vas?)
—¿Por
qué no vienes a sentarte conmigo un rato?
Casi
me reí en ese momento porque la expresión “a regañadientes” la debió inventar
alguien que había visto justo la cara que yo tenía al frente.
—¿Cómo
pasaste la mañana? ¿Estabas con Sam y los chicos? —esperaba sonsacarle algún
tipo de información de Paul, pero por supuesto “señor enigmático” no tenía muchas
ganas de conversar.
—No.
No los he visto hoy. De hecho, yo estaba… —señaló a su espalda con el pulgar—
en el garaje. El Volkswagen que tengo pide a gritos un cambio de aceite entre
mil cosas más.
—No
escuché ruidos de ningún tipo viniendo de allá. Ni siquiera el de una ignición.
Se
encogió de hombros.
—No
necesité encenderlo para verle lo que necesita —una sombra se escurrió en sus
ojos antes de que la disfrazara con enojo— Y también revisaba unas…motos.
—¿Motos?
—tenía meses en la casa y aunque sabía que en el garaje estaba el auto de
Jacob, nunca me di la tarea de ojear lo que había allí— No sabía que habías
comprado unas.
De golpe se puso en pie; como a la defensiva; pero se negó a mirarme.
—Rache,
discúlpame pero no estoy de humor para hablar ahora.
Cerré la laptop golpe en un solo movimiento seco.
—Ni
nunca —también me puse en pie y coloqué el aparato sobre el puesto que acaba de
abandonar.
Jacob resopló con frustración a la vez que cerraba los ojos con
fuerza. Casi me arrepentía por haberme mostrado irritada; pero la palabra clave
de la oración es: casi.
—Mira,
Rachel, yo no quiero ser grosero. De verdad. Ahora no soy una buena compañía
para nadie…
—Exacto
—le interrumpí— Y no solo eso sino que además eres una fuente de preocupación
constante para el viejo Billy. Primero, te largas a quien – diablos – sabe – donde. Y ahora, porque te pasas el día
conmiserándote de ti mismo. En serio, Jacob, no eres el único que ha pasado o
está pasando por eso aunque ahora te parezca que sí.
Nos miramos alrededor de un profundo silencio, esperaba que él lo
hiciera con odio o indignación, pero solo lo hizo con el dolor de un animal
herido de muerte.
—¿Crees
que no lo sé? ¿Acaso crees que me gusta parecer un perro pateado por la casa? ¡Ni
siquiera tengo ganas de moverme de un puto sitio a otro!
Me acerqué un poco hasta él y lo miré a los ojos con determinación.
—¿Dejarás
que eso te derrumbe? —tomé las llaves de la casa y mi móvil que estaban sobre
la escueta mesita de centro que tenía delante— Toma una sudadera y salgamos.
Me miró perplejo un segundo y luego preguntó:
—¿Eso
es todo? ¿No vas a reprocharme más? O a decirme que ella no me convenía, que el
destino de ella no era para mí o alguna de esas cosas…
—No
—me encogí de hombros restándole importancia—. No te ayudaría en nada puesto
que eso no hará que lo superes, como tampoco lo hará esta caminata, pero al
menos la última logrará que salgas de casa y te despejes un poco. Así que
andando.
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—Gracias
—susurró Jacob mientras lanzaba una piedra plana sobre la superficie del mar.
Su mirada estaba pérdida en las profundidades del horizonte para evitar que yo
leyese sus expresiones. ¡Como si lo
necesitase!
—¿Por
qué? —le respondí.
—Por
no preguntarme más nada acerca…de toda esta mierda. Solo dejarme drenarlo a mi
manera.
Inspiré tomando un gran sorbo de aire cargado de humedad y salitre
antes de musitar nada.
—Jake,
soy mujer…y de paso me crié con hombres. Con el tiempo he aprendido que eso
“del consuelo y comer helado” no les va. Así que lo mejor que pude hacer por
ambos fue salir a caminar un rato en silencio.
—¿Por
ambos?
—Sí
—asentí y sonreí a la nada mientras seguía hablando—. Eres un verdadero dolor
de culo despechado; así que ya no te soportaba.
Ambos sonreímos y él me pasó un brazo por los hombros para abrazarme.
—Eres
la mejor, Rach.
—Oh,
sí. Eso ya lo sé —besó mi frente en un movimiento rápido. De repente giró su
cabeza hacia un lado y pude ver que se acercaba alguien a los lejos.
FA – BU – LO – SO. Era
Paul, quien se acercaba lentamente y con expresión de pocos amigos. Simplemente
fantástico.
Cuando llegó hasta nosotros Jacob ya se había puesto en pie con una
postura tensa.
—Paul
¿pasó algo? —el interrogado negó con la cabeza.
—Solo
salí a dar una vuelta por ahí —me miró a los ojos con una oscura rabia— Hola,
Rachel. ¿ Ayásochid?
(¿Cómo estas?)
—Háċhli, ho (Estoy Bien) —mi
voz era vergonzosamente pastosa, pero no lo había visto en una semana; lo que
equivalía a una eternidad; y lo deseaba con premura, aunque ahora solo me tenía
paralizada era su frialdad.
—Me
alegro —musitó finalmente y desvió su vista hacia mi hermano—. Me dijeron que
habías vuelto, Jacob.
—Sí,
lo hice hace una semana —contestó Jake en tono seco, dejándole entrever que no
quería que sacara el tema a colación.
—Lamento
no haber pasado antes por tu casa para verte. He estado haciendo…cosas. —¿Cosas?
¿Qué cosas pudieron tenerlo tan ocupado esta semana, aparte de intentar hacerme
a un lado hasta que rectificara mi decisión?
Jacob se encogió en un gesto de despreocupación.
—Tampoco
he estado anhelando visitas sociales, así que descuida, hermano.
Ambos asintieron y hubo un incomodo silencio revoloteando en el sitio
como recordando que nadie tenía paz mental en aquel jodido momento.
Y como las ideas tomadas a la ligera nunca son las más salomónicas
pero si las más genuinas, decidí romper el silencio.
—Jake,
Paul y yo…—mi novio me miró desconcertado y el otro expectante— Nos hemos
imprimado.
Inhalo…exhalo…inhalo…exhalo…Nadie dice nada ni se mueven tan siquiera.
—Paul
generó la impronta en mí. —volví a hablar al ver que ninguno reaccionaba.
Nos miró a ambos desconcertados y luego se llevó las manos al cabello
cortado irregularmente y lo estrechó con tanta fuerza que temí que se lo
arrancara del cráneo. Justo la reacción que no quería que tuviese parecía
estarse dando frente a mis narices. Por un breve instante me arrepentí de haber
dicho la verdad, pero luego si la insinuación de una sonrisa en la cara de Paul
y eso me hizo tomar fuerzas de nuevo.
—¿Te
parece mal? —pregunté con voz tensa— Porque déjame advertirte que si me vienes
con la misma cantinela que Billy puedes irte a…
—No.
Es solo que….jooooooder nunca creí posible que pudieses verte implicada en todo
esto de la manada. Y si sabes qué diablos es la imprimación es porque te sabes
todo el resto del culebrón ¿o me equivoco?
—No
—dijimos Paul y yo al mismo tiempo.
—¡Diablos!
Entonces ahora eres algo así como mi cuñado —no fue una pregunta, sino una
aseveración.
La tensión y repentina rabia que había notado en los ojos de mi novio
de pronto se había disipado dando paso aun orgullo claro como el agua del
Quilayutte.
—No
me molesta que lo veas de esa manera.
—Y
no habías ido a la casa a verla en una semana por…
—Porque
yo se lo prohibí —interrumpí a mi hermano y me acerqué hasta Paul para tomar su
mano con una mía y mirar de hito en hito mientras hablaba—. Temía que no te
sentara bien la noticia por…todo lo que estás pasando justo ahora —miré a la
mano que nos unía con cierta vergüenza. Bueno, no cierta sino “mucha vergüenza”—
Pero sé que cometí un error, no puedo cuidarte como si tuviese diez años, así
como no es justo que no te haya permitido que fueses a verme.
Para consternación mía y ruptura del momento de despedir disculpas,
Jake comenzó a reírse.
—¡Así
que esta es la que te amansó! —se burló mi hermano— Oh, dios. Si alguien me
hubiese contado esto no lo hubiese creído —cuando sus risotadas se sosegaron
nos miró con una expresión de profundo análisis—. Pero de ustedes tiene
sentido. ¿Quién mejor que la tozuda y autoritaria Rachel Black para bajarle los
humos de gladiador presuntuoso de Paul? Si….lo dicho, esto tiene mucho sentido.
Miré a Paul en descrédito de lo que estaba diciendo mi hermano. ¿Lo
aceptaba así? ¿Sin más?
—¿No
nos vas a decir nada? —preguntó mi novio soltando mi mano para estrechar mi
cintura contra su cadera— ¿No me vas a advertir que si le hago algo me vas a
matar?
—Oh,
no. Me parece innecesario puesto que eso ya está tácito y sobreentendido;
además que me imagino que si ya le dijeron a Billy, él ya se haya encargado de
esa parte fundamental —ambos asentimos—. Pues bien, aquí no hay más nada que hacer,
solo aceptar lo que hizo el destino —dijo lo último mirándome a los ojos—. Al
final resulta que te quedarás en la
Reserva a pesar de todo.
Pues ya
éramos dos los que pensábamos lo mismo.
0.0.0.0.0.0.
0. 0. 0. 0. 0. 0. 0. 0. 0. 0. 0. 0. 0. 0. 0. 0. 0
Desperté con la sensación de unos dedos cálidos recorriendo uno de mis
costados. Serpenteantes corrientes de placer se repartían por doquier con tan
solo un roce de sus dedos que bajan y subían con deliberada lentitud. Me
resistía a abrir los ojos porque aún seguía cansada después de “tamaña reconciliación” en la cabaña de
Paul. ¡Dios, ese hombre era insaciable e incasable!!!!
Sin querer se me escapó un ronroneo y eché por la borda mis intentos
de hacerme la dormida.
—¿Piensas
seguir actuando tan mal durante mucho rato más? —su voz ronca y erótica era
como gasolina en mis venas—. Porque déjame informarte que eres la primera mujer
que conozco que ronronea mientras duerme.
Solté una risita que sonó casi infantil. Le proferí un ligero empujón
en aquel duro pecho de mármol cálido a modo de juguetona protesta.
—¡Kíka! (aléjate de mí!) —le grité entre risas.
—Was ho! (de ninguna manera) —dijo en susurró sexy.
—¡Arg, eres insoportable!
Movió la cabeza
de lado a lado como si estuviese sopesando mis palabras durante un momento.
—Si bueno, supongo que cuando me
antojo de algo puedo ser realmente un dolor en el… —lo besé con fuerza antes de
que terminara de hablar, interrumpiendo así cualquier estupidez que fuese a
musitar.
¿Cansada yo? ¡Patrañas!
Su cuerpo se fue
colocando poco a poco sobre el mío, envolviéndolo con ese calor tan
característico suyo. Y su boca…esa boca suave que se movía coordinada con la
mía y que usaba su lengua para explorar, conquistar y reclamar lo que era suyo
por derecho…toda yo.
Así los sentí
descender por mi cuello con languidez, para luego ascender a mi lóbulo y
mordisquearme de la forma más tortuosa e increíble del mundo. Luego volvió a su
descenso y deposito besos desde mi clavícula hasta mi hombro derecho el cual
alternó con pequeñas caricias con la punta de su respingada nariz y finalmente
aterrizó en mis pechos, torturándolos con suma delicadeza y prometiéndome con ese
roce, un viaje más a ese territorio tan orgásmico y placentero que solo conocía
con él.
Lo recibí en mi
interior con suma facilidad puesto que ya nos habíamos puesto a por la labor un
poco antes de dormirme; aún así sentí la tensión cuando me estiró hasta lo
máximo que dio mi cavidad. Estando ya dentro de mí me despegó de la cama y nos
sentó; a mí a horcajadas sobre su regazo y me movió con la adoración de un
beato.
Me deleité en su
estremecimiento cuando mis labios recorrieron desde su hombro hasta su oreja y
capturaron entre ellos su lóbulo para tironearlo un poco y encenderlo un tanto
más. ¡La venganza es dulce! Y por mi
experiencia, es MUY DULCE.
—¡Rach!...—gimió.
Sonreí sin decir
más nada para no sentir nada que no fuese sus embates contra mi centro y los
gruñidos que escapan de su pecho, que al vibrar estimulaban mis pezones duros
como guijarros.
Clavó sus dedos
en mis caderas para intensificar el ritmo y yo hice lo propio con mis uñas en
sus hombros. Apenas y podíamos respirar. El final estaba cerca…
Muy cerca…
Sentí los
primeros espasmos y mi cuerpo se tensó extrayendo al máximo las palpitaciones
de su miembro y su simiente por igual. No había nada como sentirlo tan dentro
de mí en un momento tan íntimo.
Su orgasmo llegó
apenas después del mío y me apretó la cintura asiéndome fuerte hacia él en una
forma netamente posesiva.
¡Como si ya no fuera suya en cuerpo y alma!; pensé.
Su cuerpo
finalmente cansado nos dejó lánguidos y sudorosos en el colchón de nuevo.
—¡Mierda…como te extrañé! —me dijo
cuando pudo recobrar el aliento.
Le sonreí con
dulzura mientras jugaba con un pequeño lugar de su pecho.
—Yo más. Lamento haberte hecho pasar
por todo esto. Me parece que estamos en una montaña rusa siempre. Un rato estamos
bien, al otro peleamos, luego nos reconciliamos y así estamos.
—¿Y no es así como funcionan las
parejas? —se encogió de hombros— Lo importante es que seguimos juntos,
princesa, y que ni bajo sacrificio vuelvo a pasar una semana alejado de ti.
Esto fue una verdadera tortura.
Le guiñé un ojo
con picardía.
—¿Muchos días sin sexo? —su suspiro
pesaroso y teatral. Fue de lo más gracioso.
—Si. Y aparte de eso… ¡ouch! —se
quejó cuando lo golpeé en el hombro aunque sabía que no podía dolerle un
pequeño puñetazo de mis dedos delgados,
me besó con fuerza como para castigarme por mi atrevimiento y al final me
mordió el labio con suavidad.
Acaricié su
cabello hacia atrás, dejándolo aplastado por el leve rastro de sudor que lo
humedecía por culpa de nuestra jornada ¡Bien merecida! .
—¿Y qué hiciste esa larga semana sin
mí? —eso realmente me había comido durante horas y horas durante aquellos días.
—La verdad es que…nada en absoluto.
Merodear como un perro por acá por la casa. Eh…y tomarme las cervezas que quedaban
en mi refrigerador.
—¿Nada más? —presioné.
Negó con la cabeza.
—No. No maté el despecho con ninguna
otra mientras estuviste lejos —se partió de la risa cuando me estuchó resoplar
con rabia.
—No dije eso.
—Pero yo me adelanté a los
acontecimientos.
Pasamos un rato
hablando de naderías. Ordenamos una pizza y luego estar mas que satisfecha con
dos trozos y el con el resto de ella, nos fuimos a mi casa en donde estaban
Billy y Jake viendo la tv. Mi padre tenía un semblante más animado desde que mi
hermano y yo habíamos llegado; aunque seguía con la tristeza en los ojos, se
esforzaba por hacer sentir mejor al viejo.
Y así fue
básicamente como pasaron cuatros semanas más. Con pequeñas riñas de Paul y mías
que se solucionaban y daban pie a exquisitas reconciliaciones. Con muchas
caminatas con él por toda la extensión de la Reserva y sus alrededores. Así como
reuniones con la manada y con sus parejas. O como me gustaba decirnos “el club
de las imprimadas”.
Jacob salía solo
a drenar su bajo ánimo cuando no podía soportarlo más y volvía cuando ya tenía
la cabeza despejada. En resumen había sido un buen mes hasta que Paul apareció
en la puerta con expresión sombría.
—¿Qué…qué pasa? —le pregunté
temerosa.
Cerró la puerta
tras de él y tomó haciendo en el pequeño sofá. Me miró con intensidad a los
ojos durante un momento que fue quizás demasiado largo para mi gusto.
—Bella está embarazada —contuve el
aliento. Pobre Jacob…—¡Chitaḳíd·o! (es una asesina) La criatura la está matando.
—¿Por eso Jake no ha venido? —le
pregunté aunque ya sabía la respuesta a eso.
Asintió.
—¡Dios santo! —exclamé con horror.
—Tu hermano…—me congelé en el sitio
por las muchas terminaciones que podía tener esa frase— ¡Abandonó la manada! ¡Nos
dio la espalda para apoyar a esos malditos chupasangre!—gruño con rabia
contenida.
Noté como su
cuerpo se estremecía con convulsiones que amenazan con su transformación
súbita.
De pronto
comencé a temer por lo que todos me habían advertido. Paul podía explotar en
cualquier momento.
Y yo podía estar demasiado cerca.
0.0.0.0.0.0.0.0.0.0.0.0.0.0.0.0.0.0.0.0.0.0.0.0.0.0.0.0
NOTA:
Revisen el Repertorio de Frases y palabras quileute. Por cuestiones de
ortografía universal, no todas podrán ver las palabras exactamente como se
escriben, los quileutes utilizan un tipo de escritura relacionada directamente
con el latín.
Para que vean mejor como funciona revisen el abecedario y guia de
frases y palabras quileutes que deje para descargar en publicaciones anteriores
del blog.
BUENO
CHICASSSSSS…LO PROMETIDO ES DEUDA, AQUÍ LES DEJE ESTE ULTIMO CAPÍTULO…ESPEREMOS
QUE NUESTRO LOBITO SEXY NO COMETA UNA ESTUPIDEZ…
ESPERO
SUS REVIEWS COMO SIEMPRE CHICAS, SABEN QUE ADORO LEERLAS Y VER QUE OPINAN DE
MIS HISTORIAS.
UN
BESOTE! ME DESPIDO…CLARO ESTA RECORDANDOLES QUE MI PROXIMA ACTUALIZACION EN EL
TRANSCURSO DE UNA O 2 SEMANAS SERA DE CORAZON DE CRISTAL. (SI SI YA PUEDEN
GRITAR COMO LOCAS)
LAS
QUIERO <3
BESITOS
DE PARTE DE ROCHII, MI BETA, QUIEN AMENAZA A TODAS DICIENDO QUE QUIERE VER
MUCHOS REVIEWS J <3
Me gusto el capitulo
ResponderEliminarEstoy impaciente por leer el capitulo de Corazon de cristal es la historia que mas me gusta, un besazo
Escribe pronto
hola soi miriam; k bueno k rachel abrio su cabeza gracias ala regañisa k l puso gabrielle jaja. me encanto la parte en dond dice k ya es como candita para una pelicula de disney, una princesa en bancarrota, no m la imagino trabajando la vrdd, seria interesant leer en dnd trabajaria en forks o port angeles.
ResponderEliminarP.D. no es para k desp d toooooodo ese tiempo de sexo sin proteccioón este embarazada ?? (alomejor ya lo tienes planeado marie pero no nos kieres decir, ¡mala!)
chao espero corazon de cristal cn ansias !!!
no puedo negar que me enganchaste primero con corazón de cristal ahora estos dos!! el cap esta magnifico es primera vez que leo un fic de ellos dos pero cuando leí Twi entre lineas se lee que estos dos tenían lo suyo!!!
ResponderEliminarquiero saber que pasara si queda ella embarazada y que hará Paul....estoy brincando por saber...
por fin un tiempito y pase por aqui, ami te recomiendo un poco mas grande las letras, cuerdate de las cegatonas como yo....
ResponderEliminareste capitulo estubo genial, gracias
besos