"VISITAS"
La
alarma del celular sonó sobresaltándome.
- - ¡Estúpido
teléfono! – murmuré con pesadez.
Eran
las seis de la mañana.
Me
levanté cual zombi y me dirigí al baño arrastrando los pies.
Cepillé
mis dientes y tomé una ducha veloz en un inerte intento de desperezarme.
- - Necesito
vitaminas. – Me dije para mí misma mientras descendía por las escaleras.
Billy
roncaba en el sofá con su cadencia habitual; así que ni se percató cuando tomé
las llaves del auto y salí.
Me
dirigí directo a casa de Paul.
Entré,
puesto que el cerrojo estaba abierto, subí los escalones y entré a su cuarto.
Él
esperó recostado en un codo hasta que me vio y se echó en las almohadas de
golpe.
Tenía
la misma cara de cansado que yo.
Le
dio unas palmaditas al colchón a modo de invitación.
Yo
accedí.
- - Cielo…
- Mi voz era pastosa. – Hay que levantarse. Los chicos ya deben de haber salido
para acá.
Gruñó
con desánimo.
- - Ya
va…cinco minutos más. – Rogó cual niño;
cuando le iba a insistir sonó el teléfono.
- - ¿Herma?
– Dijo Gabrielle.
- - Dime.
– Traté de avivar mi voz.
- - Saldremos
dentro de media hora para allá.
- - A
ver…déjame adivinar. Se te hizo tarde. – Comenté con menos energía que antes.
Ella
se rió.
- - Sí,
herma. Bueno te dejo para no retardarme más.
- - Adiós.
Colgué
el teléfono.
- - ¿Viste?
No hay necesidad de levantarse tan temprano. – Comentó entre la mullida
almohada.
- - Dentro
de dos horas nos despertaremos. Hay que ir al súper. Yo hice compras para la
casa y ahora ellos vienen para acá. – Le comenté mientras me quitaba los tenis.
- - ¡Diablos!
Tienes razón.
Levanté
la sabana y me sorprendí.
- - ¿Qué
pasa Rach? – Dijo alarmado por mi reacción.
- - Estás
desnudo. – Le recriminé.
Él
se acostó de nuevo mientras se carcajeaba.
- - Yo
duermo así; y lo sabes.
- - Claro
que no lo sé. Solo he pasado una noche contigo. – Refuté.
- - Y lo
pasé desnudo… - Objetó.
- - Pero
por…otras causas. – Dije sonrojándome.
Él
se rió de nuevo.
- - Acuéstate,
cielo. Ambos estamos cansados.
Tenía
razón así que levanté las sabanas y me tumbé de espaldas a él.
De
pronto me rodeó con su brazo y me atrajo hacia él. Se pegó de cada centímetro
de mi silueta.
- - ¡Hey!
– protesté.
- - Yo
duermo así. – repitió pegado a mi oído.
Eso
me inquietó un poco.
- - ¿Ah
así? ¿desde cuándo y con quién? – la celópata empedernida se había apoderado de
mí desde que estábamos juntos.
- - Desde
ahora y contigo.
Me
dio un beso en la mejilla y luego nos dormimos.
Me
despertó el roce de unos labios por el borde de mi cuello. Giré y quedé con la
espalda pegada al colchón. Pero no abrí los ojos.
- - ¡A
despertarse! – susurró Paul en mi oído. – Es hora de desayunar.
Abrí
los ojos y tenía su rostro demasiado cerca del mío.
Me
tapé la boca con la mano.
Él
me miró extrañado.
Me
puse en pie, y fui sin perder tiempo al lavado. Lave mis dientes y volví.
Paul
me veía entre enfurruñado y curioso.
- - ¡Qué
hermosa manera de darme los buenos días! – Me reprochó.
Caminé
rápido hasta que me senté y rocé mis labios con los suyos.
- - Temía
tener mal aliento. Lo siento mucho. Soy una maniática de primera.
Puso
los ojos en blanco.
- - ¡Qué
necia! – Encogió los hombros con despreocupación. – Toma. – Dijo poniendo una
charola en mis piernas. – Hice el desayuno para ti.
Me
sonrió satisfecho.
Un
par de sándwich tostados estaba en un plato. Con dos vasos de jugo de naranja.
- - ¡Hmmm.
Que delicia! No me puedo quejar. – Acoté complacida.
Comenzamos
a comer ambos.
- - ¿Qué
hora es? No escuché el reloj. – Comenté medio preocupada.
- - Tranquila.
Solo ha pasado una hora y media desde que nos acostamos. – Respondió él mientras se llevaba un bocado a
la boca.
- - ¿En
serio? ¿No pudiste dormir más? – Pregunté extrañada.
Negó
con la cabeza.
- - Me
despabilaste y no pude reconciliar el sueño de nuevo.
- - Perdón.
No debí haber venido tan temprano.
- - No
es eso, tontita. – Tomó un sorbo de jugo. – Es que “tú” me entretuviste.
Estaba
comiéndome con los ojos.
Puse
una sonrisa torcida al verlo.
- - Entonces
no volveré a dormir contigo. – Dije con sarcasmo.
- - ¡No
vuelvas a decir eso! – Dijo antes de tomar entre sus dientes el último bocado
de pan.
Lo
miré extrañada.
- - Hablando
de todo y todo… ¿Qué haces desayunando un simple sándwich y un vaso de
jugo?...No quedarás satisfecho ni de chiste.
Me
observó con suspicacia.
- - No
se te escapa nada ¿cierto? – Suspiró con pesadez. - Mientras preparaba la comida, me comí tres sándwich y
un litro de jugo.
Sonreí
complacida con su repuesta.
- - ¡Ese
es mi lobo! – Contuve una sonrisa y le di un beso corto en las comisuras.
Sonrió
complacido y suspiró pero ahora con ternura.
- - Te
has adaptado tan bien a lo que soy; que es difícil creer que apenas llevas un
mes aquí. – Él estaba hablando conmigo pero sus cavilaciones estaban lejos de
ahí.
Comí
el último pedazo de sándwich mientras Paul platicaba. Cuando tragué hablé.
- - No
tenía otra opción más que aceptarte. Otra cosa era intolerable. – Le comenté
con ternura mientras acariciaba su rostro.
Retuvo
mi mano entre las suyas. Lo besé y me miró con los ojos brillantes.
- - Podrías
haberte ido. Podrías haberme elegido como amigo en vez de otra cosa. Podías
haberme escogido como un amante. – yo negaba con la cabeza mientras él
hablaba.-… ¿Qué?...
- - Sé
que nunca te lo he dicho en voz alta pero…desde el momento en que te vi en la
playa aquella noche, supe que no tenía más opciones ni alternativas; a partir
de ese momento fuiste tú y le robaste a otros la posibilidad de conquistarme.
Así que…hasta allí llegan tus “podrías”.
Porque simplemente tú pudiste más que
nadie.
Me
vio de forma inescrutable por un momento luego bajó la vista y volvió a
mirarme, pero con una sonrisa en su boca.
- - No
sé si conmoverme o echarme a reír. Bueno…al fin y al cabo ya hice ambas. – Luego
sonrió travieso. – Y me alegra haberles arrebatado a otros la posibilidad de
tenerte… – Echó al piso la charola y lo demás partiendo todo, me haló hasta que
quedé debajo de él. – Quiero que todos sepan que eres mía, y que cualquiera que
ose acercarse a ti, puede darse por muerto.
Sonreí
y lo halé más hacia mí, para comentar junto a su boca.
- - Nadie
me va a apartar de tu lado porque tú eres mi destino. Además… - Sonreí con
lujuria. – A mí me fascina mi lobo salvaje. Mi gran chico malo.
- - De
eso último tengo bastante. – Agregó divertido.
- - ¿Por
qué crees que me tienes en tus manos?
Y
nos fundimos en un beso voraz.
Cada
nuevo encuentro con Paul me parecía único e irrepetible; ese hombre lograba
enloquecerme con un simple roce.
Pero
en ese momento su lengua no me rozó; sino que ultrajó mi boca con pasión y frenesí;
desató mi deseo de forma irrefrenable.
Me
agarré a su cabello con una mano y a su trasero con la otra para acercar más
nuestros labios y nuestras pelvis.
No
tardó demasiado su virilidad en indicarnos que estaba más que preparado para
irrumpir en mi intimidad. Y la verdad es que yo estaba deseosa de que así
fuese.
Un
cosquilleo sin par se apoderó de la totalidad de mi anatomía; haciendo que de
vez en cuando levantara mis caderas para estimular a ambos.
Y
funcionó.
Paul,
que estaba besando mi cuello gruñó como un animal y me arrancó el sweater y lo
lanzó por los aires. Hizo lo mismo con mi camiseta y los jeans. Besó el
nacimiento de mis senos, lamió el espacio que había entre ellos, y entre tanto
bajo su mano y la introdujo en mis bragas. Estimuló mi grandioso bultito de
carne, que reconoció su tacto ardiente y comenzó casi de ipso facto a hacerme
estremecer.
Lo
halé de los cabellos y lo besé con furia. E incluso gemí en su boca; cosa que
lo excitó más e introdujo uno de sus largos dedos en mi húmeda cavidad.
Mis
caderas tenían vida propia, se retorcían para frotarse contra la mano incitadora
de mi novio; para obtener el máximo de placer.
Paul
introdujo otro dedo y siguió estimulándome con vigor.
Y
entre jadeos, estremecimientos y contracciones mi cuerpo obtuvo lo que quería.
Se
acostó encima de mí, lo agarré de la nuca y lo besé con ardor. Él respondió
igual.
Me
agarró los muslos y los separó de par en par para entrar en mi sin dudar
siquiera un instante.
Casi
rugió al hacerlo; eso me volvió loca y lo agarré fuerte del trasero para que me
embistiera aún más profundo.
Y me
complació.
Colmó
a plenitud toda mi húmeda y deseosa cavidad, mientras que me tomaba de las
muñecas y colocaba a cada lado de mi cabeza.
Tanto
mi boca como mi cuerpo estaban siendo amados salvajemente, y yo lo disfrutaba
cada segundo, cada beso, cada estocada.
Al
sentir acercarse el clímax, enredé mis piernas en sus caderas y me moví con él
aumentando la intensidad de nuestra ardiente lucha.
Le
arañé el pecho y me dejé ir hacia un lugar glorioso por unos momentos.
Paul
sonrió satisfecho y entró en mí
con fuerza hasta que su cuerpo se tensó y colapsó con un escandaloso gañido
gutural.
- - ¿Siempre
tienes que ser tan…salvaje, cielo? – Le pregunté mientras lo peinaba con los
dedos.
- - ¿Te
hice daño? Es que cuando me apretaste; juro que perdí el sentido de todo.
Perdón.
- - No
hablo de cómo hicimos el amor… - Lo besé con dulzura. – Hablo de los pobres
platos y los vasos. Hiciste un verdadero desastre.
Paul
se carcajeó.
- - Eso
no tiene importancia. Se barre y ya. – Me miró con profunda curiosidad. - ¿En
serio te gusto?
- - ¿Acaso
me escuchaste quejarme? – Dije contra sus labios. – Claro que me encantó que me
tomaras por asalto y con tanto ardor.
Nos
besamos con pasión, y nos subimos nuevamente en una exquisita montaña rusa de
sensaciones.
- . Demonios,
Paul es tarde. – Le comenté de regreso del thrifway. – Aún necesito ir a la
casa a buscar mi ropa para este fin de semana. Debí haberlo hecho temprano de
una vez.
Se
rió divertido.
- - Sí,
debiste hacerlo. Uno nunca sabe con qué clase de “distracciones” se puede topar uno.
Se
carcajeó con todas sus ganas.
- - Si.
– Asentí. – Nunca se sabe cuando te puedes topar con un novio lujurioso. –
Ambos reímos.
Descendimos
del carro puesto a que ya habíamos llegado a mi casa.
Billy
nos abrió la puerta.
- - Hola
chicos. – Dijo él. – Rachel, no sentí cuando te fuiste.
- - No,
papi. Estabas durmiendo profundamente y no te quise despertar.
- - Ah
ok. ¿Y a que se debió esa salida tan temprana? Si se puede saber claro está. –
Su tonó era normal y tranquilo y personalmente esperaba que siguiera siendo
así.
- - Gabrielle
viene hoy; papá. – Dije emocionada.
- - ¿Enserio?
Tengo años que no veo a esa muchacha.
- - Sí,
y viene con Taylor, su novio. Fui a hacer unas compras para ellos.
Se
puso serio de repente.
- - Rach,
yo no sé si tenemos espacio suficiente… - No lo dejé terminar de hablar.
- - Lo
sé, por eso se quedarán en casa de Paul. – Mi novio asintió.
- - Eres
muy amable, muchacho. – Billy era sincero en su tono.
- - No
se preocupe. Me sobraba una habitación y para mí no es molestia atender a los
amigos de Rachel.
<<
¡Aquí vamos!>> me dije a mí misma infundiéndome valor.
- - Papá…
- Me traspiraban las manos. – Yo pasaré el fin de semana con ellos.
- - ¿En
su casa? – Preguntó mi padre visiblemente menos feliz que antes.
Asentí.
- - ¿Es…necesario?
– Dijo entre dientes.
- - Si.
Así que vine por mis cosas. Nos vemos el lunes.
Él
asintió y yo respiré profundo.
- - No
tardo. – Le dije a Paul.
- - Está
bien. – Aceptó él.
Tomé
todo cuanto creí necesario, lo guardé todo en una mochila y bajé a la sala.
- - Lista.
– Anuncié.
Paul
se levanto del sofá y tomo mi equipaje.
Mi
padre se veía inquieto; estaba dándole pequeños golpes con los dedos al mango
de su silla de ruedas.
- - Me
voy, papá. ¿Crees que estarás bien? ¿No necesitaras nada? Pregunté antes de
salir. Él me vio con ¿Vergüenza?...o ¿estaba turbado? Quizás ambas.
- - No, nena.
Sé cómo cuidarme solo. – Me regaló una sonrisa tan aguada que casi se la
devuelvo.
Lo
besé en la mejilla.
- - Cuídate,
entonces. Nos vemos el lunes. Adiós.
- - Adiós,
Rachel.
- - Nos
vemos, Billy. – Dijo Paul al tomarme de la mano antes de salir.
- - Adiós,
Paul. – Respondió mi papá en tonó seco.
Al
arrancar el carro, tomé la palabra.
- - Hablaron
de algo, ¿cierto?
Paul
me miro nervioso y desvió los ojos a la carretera.
- - No.
De nada.
- - ¡Oh
por dios! Miénteme mejor. ¿Acaso me crees tonta? Escuché los susurros de sus
voces mientras empacaba. Luego la cara de mi papá era todo un poema. Y ahora tú
estás como si hubieses asesinado a alguien.
Suspiró
derrotado.
- - Está
bien. hablamos…de…nuestra intimidad.
Entré
en un estado de shock durante segundos.
Cuando
salí de él ya no hablaba, sino que gritaba.
- - ¿Qué?
¿y qué demonios le dijiste?
Por
su rostro, supe que esperaba esta reacción de mí.
- - Que
nos estábamos cuidando.
Me
llevé una mano a los ojos y los estrujé con fuerza antes de hablar.
- - No
le debiste decir eso.
- - ¿Acaso
querías que le digiera que no nos hemos cuidado ni una sola vez? Eso hubiera
sido peor. – Se excusaba con tanta vergüenza que me sentí levemente como una
ogra.
- - ¡Pues
no! – Perdí de nuevo los papeles. – Pero hubieses buscado una forma diferente
de hacer las cosas. Eso fue como: ¡Señor, asuma que tengo relaciones sexuales
con su hija que apenas tiene un mes aquí! – Me tapeé la cara. – Mi propio padre
debe de pensar que soy una golfa.
Mi
novio resopló con rabia.
- - ¿Estás
demente, Rachel? – Ahora era él quién estaba furioso. – Billy conoce las
leyendas muy bien y sabe que estas uniones trascienden lo racional. ¡Jamás te
vuelvas a insultar así! ¡Jamás!
Lo
mire con ojos de corderito a punto de morir.
Tenía
mis ojos llenos de lágrimas. Y no sabía muy bien porqué.
Al
advertir mi estado su rostro se transformó en una máscara de ternura.
- - Ven
aquí. – Me pasó el brazo por el hombro y me apretó a su costado.
Depositó
un tierno beso en mi coronilla y luego otro en mi frente.
- - Perdón
por gritarte, princesa. No debí hacerlo.
Negué
con la cabeza.
- - Yo
te provoqué.
- - Aún
así.
- - Perdón,
yo también me excedí. – Era lo justo.
Yo
había iniciado la discusión.
- - Estabas
nerviosa. – Me excusó. Yo iba a protestar pero lo que dijo me dejó en dos
platos. – Sé que estás nerviosa por todo lo que está pasando. Pero te prometo
que apenas se vayan tus amigos iremos al médico. Si no quieres un hijo ahora;
pues no lo tendrás.
Me
aparté para ver su cara.
- - ¿Acaso
tú sí lo quieres? – pregunté.
Encogió
los hombros con fingido desinterés.
- - …Nada
que venga de ti me importunaría.
- - Estás
demente. – Espeté mientras me arreglaba en el puesto del copiloto.
- - ¿Por
qué? – preguntó casi sorprendido.
- - Porque
no estamos preparados. Apenas llevamos dos semanas juntos, yo no tengo un
trabajo, me acabo de graduar…y muchos más argumentos de peso que avalan lo que
dijo.
- - Psss.
– resopló en desacuerdo. – No podré darles lujos, pero puedo con una familia.
- - Eso
no lo pongo en duda, amor. Pero yo quiero hacer muchas cosas antes de ser
madre. Entiende por favor.
- - Te
entiendo pero no te apoyo.
<<
¡Que obstinado!>>
- - Con
eso me basta. – Le respondí.
No
hablamos mucho hasta llegar a la playa, en donde nos sentamos a esperarlos.
Hacía
frío por lo que me acurruque en el regazo de mi novio y coloqué la cabeza en su
pecho. Él me estrechaba contra sí suavemente.
- - Esto
me recuerda a nuestra primera cita.
Sonreí
recordando.
- - Si,
tienes razón. – Me carcajeé. – Yo no planeaba enamorarme en ese momento. Y
menos aquí.
- - ¿Qué
tiene de malo el “aquí”? – No estaba muy feliz con mi comentario.
- - Nada.
Es que se suponía que los conocía a todos…y de repente sales tú aquella noche…y
todo cambió.
- - Yo
tampoco planeaba imprimarme, Rach. Y mírame, ya te he pedido que te vengas a vivir
conmigo y todo. Las cosas salen como deben ser y no como se quieren que sean.
- - Pues
sí. – Admití. – Pero no me quejo del resultado.
Seguimos
hablando durante unos largos minutos, recordando, contándonos anécdotas y
jugueteando por momentos.
- - ¿Dime?
– le dije a Gabrielle que me estaba llamando por teléfono.
- - Ya vamos
llegando. Le acabamos de preguntar a alguien la dirección de la playa. Y dijo
que íbamos bien. Así que está pendiente.
- - Vale.
– acordé.
Me solté
de los brazos de Paul para ponerme en pie. Estaba emocionada, un mes sin mi “hermana
de vida” se me había hecho como un año. Tenía muchas cosas que contarle; sin
los detalles sobrenaturales claro está; y preguntarle.
- - ¡Ya
están llegando! ¡Vamos a esperarlos en el carro! – dije halándolo de la mano
como una niña en un parque de diversiones.
- - Si
no fuese tu amiga, de verdad que estaría celoso. Jamás te has puesto así por
verme.
Entorné
los ojos.
- - No me
he separado de ti.
- Y no
lo harás. – sonrió pagado de sí mismo – No podrás.
Me reí
por su comentario y lo tomé de la mano para caminar hacia la carretera.
- - ¿Qué
harán cuando lleguen? Me refiero a si vas a salir por allí. – me preguntó
especulativo.
- - Primero
deben instalarse, luego saldremos a almorzar y daremos una vuelta por Port
Angeles ¿te parece?
Asintió.
- - Me parece
bien.
El Toyota
Corolla color plateado apareció por la curva antes de estacionarse detrás de
nosotros. Gabrielle se bajó tan rápido que ni siquiera cerró la puerta, corrió
hacia mí y nos abrazamos como si nos estuviésemos reencontrando después de
quien sabe cuánto tiempo sin vernos.
- - ¿Cómo
has estado? – me preguntó feliz – Te echado mucho de menos.
- - ¡Fabuloso!
Y yo también te extrañado. – luego volteé hacia Taylor y le salté encima -
¿Cómo estás, cuñadito?
El chico
me abrazó fuerte por la cintura como solíamos hacerlo en la universidad.
- - Bien,
Rachel. Algo cansado, pero bien.
Me aparté
de él y busqué a Paul, que estaba esperando al lado de mi Nissan para que lo
introdujera a la conversación.
Lo tomé
de la mano y caminé con él hacia mis amigos.
- - Chicos,
les presento a Paul Howe. Mi novio. – dije por primera vez sintiéndome
orgullosa como nunca antes.
Taylor
fue el primero en estrecharle la mano.
- - Mucho
gusto en conocerte, Paul. – dijo educadamente con la típica sonrisa que lo
identificaba.
- Igualmente,
sé bienvenido. – su voz era masculinamente suave y cortés.
Gabrielle
por su parte lo analizaba con la vista. Sabía que le estaba dando el visto
bueno. Cosas de chicas.
Paul
le tendió la mano a ella.
- - Al fin
tengo el placer de conocerte, Paul. – le dijo ella sin vergüenza alguna. –
Rachel me ha hablado mucho de ti.
- - Y puedes
jurar que a mí de ti también. – le puntualizó mi novio.
Ambos
rieron al unísono.
- - Bien.
Vamos a casa para que se relajen un poco y luego salimos a comer. ¿Les parece?
- - Estoy
famélica. – dijo mi hermana – Si no ingiero algo en la próxima hora pasaré a
mejor vida.
Nos carcajeamos.
- - ¡Reina
del drama! Vamos de una vez.
Nos montamos
cada quien con su respectiva pareja y arrancamos. Obviamente nosotros íbamos
adelante guiándolos.
- - ¿Cómo
te cayeron los chicos? – le pregunté a Paul mientras manejaba en dirección a la
casa.
- - Bien.
– sonrió perplejo - ¿Por qué? ¿Acaso pareció otra cosa?
- - No. Pero
es que no pienso torturarte en tu propia casa, si no te han caído mis amigos. Son
mi responsabilidad no la tuya.
Él entornó
lo ojos.
- - ¿Sabes,
Rach?. Me tomaré ese comentario como una preocupación en vez de cómo un insulto.
Pero déjame aclararte algo, en el momento en el que te pedí que me aceptaras
como tu novio no pensaba dejar fuera de la ecuación a tu familia. Y ellos son
como tu familia. Nosotros somos uno, y si tú tienes o quieres lidiar con ellos;
pues yo haré lo mismo.
Me quedé
en silencio sin saber que contestarle por tamaña declaración. Solo un nudo en
la garganta era lo que tenía en mis cuerdas vocales.
- - ¿Qué
te pasa? – dijo él pasado un momento.
- - Es que…quizás
todavía no he llegado a comprender la profundidad de tus sentimientos por mí. –
una lágrima pugnaba por derramarse por las cuencas de mis ojos.
Se encogió
de hombros con naturalidad.
- - Te amo;
no necesito decírtelo todo el tiempo para hacértelo saber. O eso presumo yo. Te
acepté con tus defectos, tus virtudes. Te acepté también con tu pasado, para
labrar el presente y disfrutar de un futuro junto a ti. No quiero cambiarte ni
que te cohíbas de disfrutar de tu vida porque ahora yo entré en ella.
Exhalé
sorprendida.
Sabía
que me amaba, eso ya me lo había demostrado con hechos y palabras. Pero escucharlo
hablar de esa manera era abrumante. Era como tener una responsabilidad en
cuidar que esos sentimientos, evitar que se les hiciese daño o tratar de que
crecieran día con día. Si es que eso era posible.
- - ¿Sabes
que necesito? – le pregunté con voz temblorosa mientras me acercaba a él, gesto
que él entendió y me abrazó por los hombros – Que no te alejes de mí. Es lo
único, te necesito para todo; aunque soy capaz de muchas cosas. Pero nada
tendría sentido si no las hago contigo. Te amo demasiado.
Sentí
sus labios en mi cabeza.
- - Jamás
me había andado con cursilerías. Eso no era lo mío; ahora vienes tú y me pones
a decir una tras otra, mujer. En fin…ya llegamos a este punto sin retorno. Jamás,
pero jamás escúchame bien; vas a hacer nada sin mí; estamos y seguiremos juntos
hasta el último día de nuestra vida. Es más; aquí mismo te haré una promesa. Voy
a aprender a controlarme, Rach. Envejeceremos juntos, no estoy interesado en
pasar una vida entera convirtiéndome y siendo joven cuando ya tu no estés a mi
lado.
- - A lo
mejor tu verdadero destino viene después de mí. – dije pesarosa mientras un
fuego me quemaba de celos por dentro.
Me
apartó bruscamente de su la do pero sin soltarme del todo, su cara estaba
cruzada por la furia y a medida que hablaba se transformó en compresión.
- - ¡No,
Rachel, no! ¿Qué diablos te pasa? ¿Acaso no escuchaste lo que te estaba
diciendo? ¡Te quiero a ti no a otra! Y quieras o no lo haré. No pienso pasar mi
vida siendo un lobo; quiero tener una vida normal. Pero a tu lado. Ninguna otra
es mi destino. Solo te quiero a ti.
Lo abracé
por la cintura mientras que él iba manejando por la carretera.
Al llegar
a la puerta de su casa lo solté y antes de salir del carro le dije:
- - ¿ Listo
para portarte bien durante dos días? – le sonreí insinuante.
- - Ni de
chiste. Mejor que se vayan acostumbrando
a mi mala conducta.
Nos carcajeamos
y descendimos para encontrarme con mi anhelada visita.
Bien
aquí está otra entrega de mi Lobito…espero y les guste….un besote…
madre dios, este capitulo es interesante, posibles problemas y uno del tamaño de esa dimension "el control de natalida".Este puede cambiar la vida de un solo instante, mas de uno ha nacido por eso...... :-)
ResponderEliminarexitos y besos
GUAUUUU t luciste con este capi, esta mega genioal, me encanto, ayy q tierno es paul , besossss
ResponderEliminarjoer que mente la tuya, me dejaste encantada, y ya veo por donde van los tiros, al parecer los problemillas no hacen mas que aumentar, esperare con mi impaciencia habitual el siguiente capi
ResponderEliminara y por cierto te dejo un Aviso, ya esta publicado el cap 10 de mi “Desconocido entre vias” espero te guste, y viene con sorpresita, http://esperadoanochecer.blogspot.com/2010/11/desconocido-entre-vias-cap-10.html por si te apetece
Besos Irene
irene..que voy a hacer contigo mujer??? gracias por tanto apoyo un besooooote!!!! me pasaré por tu blog en un momento....
ResponderEliminarhola hermana perdida, mas bien yo andaba perdida del mundo blogger, te vengo a visitar a decirte que pronto te estare molestando por que algunas de tus historias me estan llamando la atencion y tambien para invitarte a realizar el meme de H.P
ResponderEliminarhttp://yotambiensoyunaalicia.blogspot.com/2010/11/meme-de-hp.html
Hola buenisimo..el capi..:)
ResponderEliminarTe vengo a avisar que hay un Meme en mi blog para vos
pasa a buscarlo
http://rohayhuetereichupekuera.blogspot.com/2010/11/meme-de-harry-potter.html
YA LO VI PRINCESA!! QUE BELLO!!! GRACIAS EN SERIO...DE UNA VEZ LO VOY A GUINDAR...ES UNA BELLEZA!!!TE MEGA QUIERO!!!
ResponderEliminarsigo mañana...estoy por saber cuando sepa que esta embarazada porque lo esta no?? no me digas que es solo falsa alarma!!! hasta mañana
ResponderEliminarVirgy