domingo, 14 de noviembre de 2010

Anhelo desde la Oscuridad - Tercer Capítulo:




  “SIGUIENDO TUS PASOS”


Ella sigue durmiendo plácidamente en su lecho mientras yo velo sus sueños otra noche más. Me fascina verla mientras descansa profundamente; pero no puedo seguir aguantando esa rutina durante mucho tiempo. Ya es hora de conocer más detalles acerca de Isabella Swan, lo que la rodea y sobre todo “quién” la ronda. 

Sé muy bien que ese idiota de Jacob Black la desea pero jamás la tendrá para él. Por Dios santo que no. Porque antes me lo bebería sin un ápice de remordimientos; no me arrebatará el único haz de luz que me ha llegado después de un siglo. Ella es mía, mi resplandor en las tinieblas. Y ningún insignificante mortal interferirá en eso. 

A las seis y media de la mañana se levanta Bella. Hasta recién parada se ve sobrecogedoramente hermosa, se dirige a su ducha y sale a los veinte minutos. Luego se dirige a la cocina prepara un poco de té y se va a su cuarto de nuevo para empezar a vestirse con ese insulso uniforme que le queda tan bien. 

Hoy la seguiría hasta su trabajo y a todos lados que ella fuese. Tengo que conocer cada detalle de su rutina, siento especial interés por lo que le gusta; ella pasaría su eternidad conmigo así que lo mínimo que puedo hacer es tratar de agradarla. Y si no, pues lástima para ella; no permitiría que se apartase de mi lado por nada del mundo; así ella lo desease. Lo he dicho y o mantengo, “soy egoísta” y no me importan los medios que debe usar.

Siempre tengo lo que quiero.

Y te quiero a ti, Isabella Swan.


A las siete y media sale de su casa; yo estoy al pendiente de la puerta frontal del edificio a la espera de verla salir. Se sube a un modesto Toyota el año 96 de color vino tinto; que está muy buenas condiciones; y sale en dirección al centro de New Hampshire. 

Llega a un edificio de tres pisos; que en tiempos anteriores fue una fábrica de material textil; durante mucho tiempo estuvo abandonada y siendo utilizada por los vagos y drogadictos de la ciudad; pero ahora estaba restaurada y con aires meramente empresariales. Afuera tenía su nombre elaborado en letras de bronce que decían: “Cullen´s Publicity Office”.

Ese era un detalle que me inquietaba bastante. ¿Acaso Carlisle estaba aquí? ¿Después de cincuenta años podríamos toparnos por accidente? No quería que eso ocurriese. Lo estimaba muchísimo y sabía que él a mi también; y eso degeneraría en una conversación de temas profundos que me hacen sentir débil y eso no me gusta. Me he hecho una personalidad muy fuerte durante años y no pienso echar todo por la borda. Odio los sentimentalismos.

Así que sigo a Isabella de cerca y a pie; puesto que así es más discreto y más rápido; en cuanto ella entra en el edificio y pasa saludando a todos, yo espero unos segundo pertinente en la puerta de vidrio. Luego me bajo la capucha de mi sweater negro arreglo mi cabello con los dedos y luego paso, noto que la recepcionista se queda boquiabierta.

-       - ¡Qué hombre tan hermoso! – pensó ella. - ¿Vendrá por alguien? ¿Estaré bien arreglada? ¿Se habrá corrido mi labial?

Pude percibir su nerviosismo mental mientras me acercaba con movimientos sinuosos. Algo natural en los de mi especie.

-       - Buen día. – le digo cortés y coloco una amplia sonrisa en mi rostro. 

La chica se quedó en blanco con cara de shock y no podía siquiera responder. Sus pensamientos se volvieron una maraña y no podía distinguir nada en ellos, puesto que lo único que percibía realmente claro en ellos era yo.

Chasqueé mis dedos delante de sus ojos para regresarla a la realidad.

-       Buen día, señorita. – insistí. Condenadas mortales, casi todas eran iguales. Digo casi; porque mi Bella no entraba en ese grupo. 

-       Bu..buen día, señor. – titubeó - ¿Lo puedo ayudar en algo? – y luego habló en tono insinuante.
No era la primera vez que eso me pasaba y normalmente las despachaba con mucho glamour, pero en esta ocasión me aprovecharía de la situación.

-       - Claro que sí. – asentí con una sonrisa galante - ¿Podría decirme si el jefe de esta oficina es el seño Carlisle Cullen?

Los ojos le brillaron y entonces supe que tendría la información que precisaba.

-       - Sí, señor…- dejó abierta la oración para que yo le diese mi nombre. Si le daba mi apellido estaba perdido. Ya que desde hace mucho tiempo portaba el mismo que Carlisle.

-       - Edward. – opté por decirle. – Háblame de tú.

Más vale que no lo hiciera. 

Sus ojos estaban brillando y me devoró con los ojos.

-       - Bueno, Edward. Él no solo es el jefe sino el dueño de la compañía. - <<¿me invitará a salir?>> se estaba preguntando la muy ilusa.

Casi rio en frente de ella.

-       - ¿Lo conoces? ¿Quieres que le haga llegar algún recado?

-       - ¿Acaso está viviendo aquí? – le pregunté menos diplomático que antes.

Negó con la cabeza.

-       - Pero puedo darle tu mensaje a los de la alta gerencia y ellos se lo harán llegar sin lugar a dudas. – aseguró para ver si yo me deslumbraba con su eficiencia. Cosa que no sucedió.

Se me ocurrió una idea peregrina…

-       - ¿Todavía trabaja aquí la señorita Swan? – quería saber que puesto ocupaba, porque sabía que seguía en la organización, la acababa de seguir hasta aquí hace unos poco momentos.
Visiblemente menos alegre que antes asintió.

-       - Es la gerente general de esta sucursal. - <<no entiendo que le ven a esa perra frígida>>.

Podría haberla agarrado por el cuello y torturarla hasta que pidiera perdón por la ofensa cometida; pero había demasiada gente para ponerme en evidencia. Pero eso no se quedaría así. 

<<Espero que en esta empresa tengan unas aspirantes a recepcionista; porque muy pronto les hará falta.>> pienso con rabia.


Observo la chapa dorada que contenía su nombre: Stanley, Jessika.

Respiré profundo para controlarme.

-       - ¡Me alegro mucho! – dije como si nada – Eso quiere decir que sigue siendo la misma chica inteligente de siempre. Lástima que no todas sean iguales a ellas; o mejor así; para que ella resalte.

Dicho esto la dejé con una nueva maraña de pensamientos pero ahora destinados a querer que me atropellase un carro a mi salida del lugar. Eso me dio muchísima risa; hace unos momentos yo le deseé la muerte también.

Aunque no debo descartarlo del todo. No por ahora. 

Salí del lugar antes de que la viese y no pudiese hacer acopio de mi autocontrol y me la llevase conmigo de una vez y para siempre. 


Observo de lado a lado al edificio pero no puedo hallar un solo maldito lugar en donde colocarme para espiarla. ¿Acaso es mucho pedir una condenada azotea mugrienta como la que uso por las noches? 

Ni al caso.

El edificio de enfrente no me sirve, solo tiene vista a la fachada de la empresa y no se ve nada interesante. Tendré que conformarme con apostillarme en la parte de atrás del lugar para hurgar en las mentes de quienes se le acercan.


Pasado un buen rato ya había visto un amplio y tedioso ejército de gente pasar por la oficina de Bella y ya me había dado cuenta de la ubicación de la misma, queda al fondo del edificio; así que ni siquiera tenía esperanza de verla en los siguientes días.

Me frustra no conseguir lo que quiero; no estoy acostumbrado a eso.

Pero algo más irritante que la falta de medios de comunicación con la vida de mi humana; era la presencia constante de Jacob Black en el lugar de trabajo de ella.

¿Acaso ese idiota no entendía el trabajo que le asignaban? Porque a cada rato estaba en la oficina preguntándole algo a Isabella. ¿O es que acaso era un inepto? 

Esa opción me parece más acertada.

 Pero como conozco los pensamientos de quienes me rodean; excepto los de ella; sé que lo que verdaderamente es él, se llama Cerdo adulador.

Me irrita ver que a cada rato le elogia el cabello que está fuera de lugar, la manera en que sienta en la silla, su manera de hablar o de reír. En fin; todo.  Es como una mosca que pasa el día entero pululando alrededor de la comida. 

Tengo una paciencia especialmente escasa, y con él no creo que pueda  ser de otra manera.

-       - Bella – dijo el muy tarado entrando en la oficina de nuevo. Ya era la cuarta vez en lo que iba de día - ¿Te apetece ir a cenar conmigo esta noche?

La ira…la furia…todo un siglo de resentimiento se queda corto a comparar con las emociones que este momento estaba emanando de mí. Lo odiaba con todas mis fuerzas por querer arrebatarme; aunque no fuese consiente de ello; lo único que realmente deseaba.

-       - Ehh. Bueno, está bien. – dijo ella mientras seguía tecleando en el teclado.

¡Arg! No podía soportarlo. A él podía matarlo para que no la persiguiera; pero ¿Y a ella? Jamás. Herirla no era una opción. Sentía que la necesitaba.

Isabella Swan me había hecho un inmortal vulnerable, cursi y hasta dependiente. 

¿Mi adicción?

Ella.

¿Mi debilidad?

Ella.

¿Mi musa?

Ella.

Sí. Era ella quien inspiraba tanto lo mejor como lo peor en mí. Aunque llevaba mucho tiempo sin comparar lo bueno y lo malo; eso había perdido importancia para mí; hasta que la conocí. Pero ni así me he planteado cambiar mi forma de ser.

Oscura, egoísta y posesiva. Así seguiría siendo por toda la eternidad. Y ella me acompañaría en ese trayecto.

Así que no podía herirla por salir con ese…pelele. Pero a él sí.

Y claro que iba a hacerlo. 

Espero que disfrute su cena. Porque va a ser la última vez que pruebe bocado.

Eran las siete en punto de la noche y yo esperaba a que Jacob Black terminara de salir.
Y lo hizo.

Me escurrí como una sombra por el callejón para alcanzarlo al momento en que diera la vuelta hacia su coche; pero de pronto escuché unos pasos apresurados que se aproximaban a mi víctima. Esperé detrás de un sobresaliente de la fachada del edificio; mientras que Bella salía de su trabajo con una pila de papeles en el brazo izquierdo y su cartera y teléfono en la derecha. 

-       - ¡Jacob! – le gritó para llamar su atención.

Él se volteó rápido al percatarse de que ella quien lo llamaba.

-       - Lo siento mucho, pero no voy a poder ir a comer contigo. Me voy directo a casa para adelantar una serie de pedidos que me mandaron desde presidencia. Así que…será para otra ocasión.

No puedo decirles cuanto me costó no romper a reír en ese mismo instante viendo la cara de desilusión del chico al oír sus palabras. Tuve que conformarme con eso porque su cerebro se quedó en blanco. Y cuando reaccionó solo fue capaz de preguntar:

-       - ¿Te llevo al menos a tu casa?

-       - No, gracias. Mi auto está a unos cuantos metros atrás. Gracias por la oferta, será en otra oportunidad.

-        - Sí. Será luego. Hasta luego; Bella. – dijo molesto. 

Me giré y empecé a caminar en dirección sur por la calle. Esperando que Isabella se fuese a su auto; para yo seguir en mi nueva rutina de acechador; que tendría a lo mucho un mes de duración.

O quizás menos.

-       Todo depende del deseo. – me digo a mi mismo mientras sigo escuchando como mi humana se aproximaba a mí con paso firme.


Dios! Niñas perdónenme la tardanza, no fue mi intención retardar tanto la publicación de este capítulo…espero su perdón..hahahaha y gracias de nuevo por leerme! xoxo


5 comentarios:

  1. QUE BELLEZA!!!!

    QUIERO LA CONTINUACIÓN...

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  2. ¿que se aproxima a el? no me digas eso y cortes el capi, porque eso es de ser muuuu malaaaa
    jajajajajajaj
    bueno l menos esta nueva dosis me ha dejado algo mas tranquila, porque ya la echaba de menos, un beso guapisima
    siempre por aqui

    Irene

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  3. el miron ya paso a acosador..... jajajajajaja, que no se meta con jake,,,,,,, ;-)

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  4. ya estoy completamente enganchada con la nove!!
    edward el acosador que faceta tan sexy!! que me acose a mi tambien!!

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  5. (hiperventilando) (hiperventilando)
    asuuuuuuuuuu
    estuvo superrrrrrrr
    te sigo leyendo y no me descepciono nadita
    me parece genial!!!

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