martes, 2 de noviembre de 2010

Sin Alternativas - Noveno Capítulo:






"PROVOCACIONES"

Salió en menos de cinco minutos de la ducha…se colocó solamente unos jean color negro recortados. Nada más. Lo que dejó su abdomen perfecto a la vista.

-      -  ¿Por qué no te llevas una camiseta? – intenté persuadirlo mientras lo abrazaba.


-      -  Es muy incómodo andar con tanta ropa cuando tienes que entrar en fase – Me respondió tanto a la pregunta como a el abrazo.


-       - Pero es que…llamas demasiado la atención. Y eso no me gusta. – Dije enfurruñada.

Me separó para verme.

-       - Así que mi princesa está celosa. – Se carcajeó. – ¡Que divertido!


-       - No me parece gracioso, Paul. ¿Acaso te gusta que te vean muchas mujeres? – Le reclamé.


-       - No. Pero amo ponerte celosa. Me fascina. – Sonrió con malicia.

<<Así que te crees malo. Ya verás a lo que te atienes… La venganza es dulce cuando se disfruta fría…>>, pensé.

-       - Eres un tarado. – Le di un corto beso; aunque lo que deseaba era morderlo para que no me hiciera sufrir, pero si lo hacía me costaría quitármelo de encima. Literalmente.



Ya en la camioneta de Sue seguimos hablando de lo que haríamos ese día.

-       - Tengo reunión con Sam. Me imagino que estaré ocupado hasta medio día. ¿Nos vemos en tu casa?


-      -  No. Mejor nos vemos en la playa. Hoy tengo que preparar las cosas para la llegada de Gabrii mañana. Seguro saldré a comprar unas cosas.


-      -  Está bien.

Me dejó en la puerta de mi casa. Me besó con amor y luego se fue.

-       - ¿Rachel? – Preguntó mi padre al sentirme en la entrada.


-       - ¿Y quién más podría ser? – Dije en broma mientras entraba.


-       - Solo me cercioraba. – Medio sonrió. - ¿Qué tal tu noche? – Preguntó entre incómodo y molesto.


-       - ¿No crees que es inadecuado que me preguntes eso, Billy? Solo te diré que no tengo 15 años para que me hagas esa clase de interpelaciones.


-       - Perdón, nena. Prometí no meterme en eso. - Comentó avergonzado.


-       - Pues te recomiendo que la cumplas, papá. – Dije molesta. – Me voy al cuarto.



Cambié las sábanas de la cama, y pensé que la misma era pequeña para Gabrielle y Taylor. Pero ni modo. No tenía más lugar para ellos. Limpié la casa después de hacer arreglado todo.

Ya había terminado cuando noté que eran las once de la mañana apenas. Así que puse en marcha mi plan maquiavélico…


Me encontraba tirada en la arena cuando me habló.

-       - ¿Rachel, qué diablos haces vestida así? – ¡Ja! Mordió el anzuelo. Se escuchaba molesto.

Me levanté de la toalla y di una vuelta. Eso lo exasperó más aún.

-       - ¿Cómo así, amor? – Dije con falsa inocencia.


-       - ¡En bikini! ¿acaso no ves que esos tipos te están comiendo con la mirada? – Se encontraba sumamente incómodo. Si hubiese podido echaría fuego por los ojos. Sin duda alguna lo habría hecho.


-       - Cielo, hoy es uno de los pocos días que hace sol en La Push. Quise llenarme de toda la vitamina D que fuese posible. – merecía un Oscar por mi actuación de niña inocente en ese momento.


-       - Si necesitas vitaminas, pues me avisas y te las compro en la farmacia. Y si quieres tomar el sol, por lo menos avísame para estar contigo. – Exigió.


-       - ¡Pero te estaba esperando, Paul! – Estaba a punto de partirme de la risa. Puesto a que a cada rato él veía a los hombres  con rabia desmedida.


-       - Hazme el favor y te… ¡arg! – Se agachó, tomó la toalla y me envolvió en ella. - ¡Vámonos!

Los dos sujetos no dejaban de mirarme. Era algo incómodo; pero eso ayudó a que mi plan resultara perfecto.

-       - ¿Se les perdió una igual? ¿O tienen ganas de que les parta la cara de a gratis?– Le gritó Paul. hizo como si se les iba a echar encima y los tipos se largaron del lugar. No sin antes voltear varias veces

No aguanté más. Me eché a reír hasta que me brotaron lágrimas. Paul me miraba molesto mientras íbamos hacia el carro.

-      - ¿Te diviertes? – Preguntó en lo que estuvimos dentro.

-      -  ¡De lo lindo! – Le dije con sarcasmo.

-       - No me parece gracioso que te andes exhibiendo por ahí. Mira la reacción de esos…gusanos. – Dijo chirriando los dientes al recordar a los tipos de la playa.

-      -  ¡Touché! – Canturrié. – Eso quiere decir que ya sabes lo que se siente.

Tomé mi camiseta y la falda del maletín que había dejado en el puesto de atrás.

-       - Así que tú planeaste esto. – Estaba al borde de la locura.

-       - Sí… – Le susurré mientras me sentaba en su regazo y echaba el mueble del piloto hacia atrás. – Tú serás el “gran chico malo” de la manada. Pero yo puedo ser peor que tú. Así que no me hagas molestar. – Me pegué contra su exquisito pecho caliente.

Ya comenzaba a hacer frío.

Me abrazó y se rió sonoramente.

-      -  Entonces esto es una vendetta. – Dijo asombrado. – Eres de cuidado, Rachel Marie. En serio lo eres.

Levanté mi rostro y lo besé con pasión. Enterrando mis dedos en su cabello y disfrutando de su sabor en mi boca.

Traté de separarme para colocarme en el puesto del copiloto de nuevo; pero Paul no me dejó. Retuvo mi cintura con sus fuertes manos.

-      -  Hazme rabiar con lo que sea pero no enseñes lo que es solo para mí por ahí. Eso es peor que cualquier tortura. – Me suplicó casi teatral.

Miró mis senos y el resto de mi torso con posesividad.

-       - Está bien. Pero entonces no me hagas rabiar utilizando lo que es mío. – Dije mientras acariciaba su pecho. – Porque no respondo de mis actos.

-       - Pero si tú sabes que nada más soy tuyo. – Dijo riéndose.


-       - Eso no me importa. Y si aún así…no quieres entender por las buenas… - Me quité la parte de arriba del bikini. – Sus ojos se opacaron de deseo.
- …La próxima vez saldré así.


-       - Será que quieres que me convierta en un asesino en serie. – Dijo divertido.


-       - Y tú que yo me convierta en una exhibicionista. – acoté.


-       - Vale. Vale. Aquí nadie enseñará lo del otro. – Dijo mientras acariciaba mis senos desnudos.

Recibí descargas eléctricas inmediatamente.

Con  coste tomé la camiseta que dejé en el asiento del copiloto y me la puse.

Paul pareció decepcionado.

-       - Ahorita no hay tiempo para portarnos mal. Luego lo haremos. – Le dije incitante.

Intentó disciplinar su excitación y me ayudó a sentarme a su lado. Ya estando sentada me coloqué la falda.

Arrancó el automóvil.

-       - ¿Ya tienes todo listo para mañana? – Preguntó curioso.


-       - Si. – Le sonreí – Ya arreglé la cama del cuarto para ellos. Yo dormiré en una colchoneta en la sala.


-       - ¡Claro que no! No puedes dormir en el suelo. – Dijo molesto.


-       - ¡Oh por favor! Ni que fuese la primera vez que lo hago. Además a mi no me molesta. – Intenté calmarlo.


-      -  Mira, Rachel vamos a hacer lo siguiente. Que ellos se queden en el otro cuarto de mi casa. El que solía ser mío. Así tu duermes tranquila y yo también al saber que estás como debe ser.


Sonreí satisfecha.

-       - Está bien amor. Muchas gracias. – Le di un corto beso en la comisura.


-      -  No hay de qué, princesa. Solo te cuido.


-       - Entonces vamos a tu casa para ordenar  todo.


Sonrió satisfecho.

-       - Vamos, pues.


-       - Solo vamos arreglar los detalles para los muchachos. No vamos a hacer “otras cosas”. Así que no te alegres mucho.


-       - Si. – Dijo restándole importancia a mi comentario. – Eso dices ahora. – Sonrió pícaro y yo me carcajeé.




-       - Pongámosle este tendido a la cama, Rach. – Me pasó un juego de color gris plomo. Parecía nuevo.


-       - Me encantan estas sábanas. ¡Son bellísimas! – Le dije boca abierta.


-       - Si gustas las ponemos en el cuarto y te quedas este fin de semana completo. – Me propuso emocionado.


-       - No es mala idea. Pero vamos a ver cómo se dan las cosas. – Le dije casi convencida.


-       - Así atenderías mejor a la visita… - Dejó la idea sin concluir a modo de anzuelo.


Entrecerré los ojos.

-       - No sabía que fueses tan buen anfitrión. – Le dije con sarcasmo.

- Se rió a mandíbula abierta. Luego me tomó la cara con suavidad.

-      -  Es que me fascinó amanecer contigo, Rach. Quédate unos días más por favor. – Puso ojos de cordero de camino al matadero.


-       - ¡Qué manipulador eres! – Le di un empujón con más o menos fuerza; pero no se movió un milímetro siquiera.



-       - ¿Pretendes empujarme? – Me apretó con fuerza entre sus brazos. – Necesitas una grúa para eso. – Rió con autosuficiencia.



-         - Y aparte de todo…engreído. ¡Qué clase de novio me he conseguido! – Dije con falso horror.


-       - ¡Uno muy caliente! – Ambos nos carcajeamos. – Niégalo. Estoy a 43º. Eso no lo puedes refutar.


Me carcajeé.

-      -  ¡Estás loco! – Le dije cerca del rostro. – Ahora suéltame. Me estás sofocando.


-      -  ¿Ves? Tengo razón. – Y me soltó.


-       - Vamos a terminar. – Dije


Con ambos cuartos lindos. Digo “ambos”; porque sabía que Paul no me dejaría en paz hasta que accediera a quedarme con él. Billy no estaría feliz; pero tampoco se pondría pesado; bajé a cocinar y Paul fue a acomodar el garaje que al igual que mi casa; quedaba aparte de ella. En la parte posterior para ser exactos.

Preparé comida italiana. Puse la mesa y esperé a mi novio en la pequeña sala.

-      -  ¿Tienes mucho rato esperándome? – Preguntó al verme.


-       - No. Solo diez minutos. – Me levanté del sofá. – Vamos a comer que estoy famélica.


-       - Yo igual, princesa. – Acordó.



Al terminar quedamos tan repletos que decidimos acostarnos un rato. No tardé mucho en quedarme rendida.

Más tarde sentí sus dedos en mi cabellera; lo cual me despertó.

-      -  Hola, bella durmiente. – Me susurró al oído.

Abrí los ojos y lo ví observarme con la adoración con la que solo él podía verme. Comprendí porqué a él le gustaba despertarse a mi lado, puesto a que yo experimentaba lo mismo. Que sea tu razón de vivir lo primero que ves cuando te levantas, no tiene comparación.

Me abrazó con fuerza pegándome más a él.

-       - No me acostumbro a lo bellísima que te vez cuando despiertas. Debes quedarte más seguido para ver si me hago inmune.

Fruncí el ceño.

-       - No quiero que eso ocurra. Por eso vendré una vez al año. – Reí traviesa.


-      -  ¡No! No lo hagas. Porque si no me obligarías a secuestrarte.


-      -  ¿Y a donde me llevarías, señor secuestrador? ¿A una cueva, acaso? – Me carcajeé.


-       - Jumm. Me gustaría esa idea. Te tomaré la palabra uno de estos días. – Dijo sombrío y sensual a la vez.


-      -  No me extrañaría en nada que lo hicieras. –Estaba divertida con su actitud sospechosa.


Nos besamos por un largo rato…

-      -  ¿Qué hora es? – Dije volteando mi rostro.


-     -   Las seis y algo… - Susurró contra mi cuello. Y siguió besándome.


-       - Debo irme a la casa. ¿Me llevas?


Gruñó con desánimo.

-      -  No quiero que te vayas. Dormiré solo hoy.

Levanté su rostro para que me viera.

-       - Voy a pasar todo el fin de semana contigo. Una sola noche no te matará. – Le acaricié el rostro.


-       - Me vas hacer falta, Rach.


-      -  Tú también a mí. Pero nos veremos mañana. No es mucho tiempo. – Le dije a modo de consuelo.


-       - Pero las horas pasan muy lento. Quisiera que te quedaras conmigo, que no te fueras más. – Su mirada era profunda y cautivante.


-       - Sería algo bueno. – Le sonreí con ternura.


-       - ¿Te gustaría? – Preguntó ávido.


-      -  ¿Qué? – Pregunté dudosa. Yo solo había hecho un comentario.


Puso los ojos en blanco.

-       - Puedes venirte a vivir conmigo, Rach. ¿Aceptarías? – Su tono era nervioso. De hecho ya no me miraba a los ojos.

Con mi dedo índice y mi pulgar levanté su rostro por el mentón.

-       - Me encantaría. – Sonrió con ternura y sus ojos brillaron. – Pero no ahorita. Dame un poco de tiempo para hacer las cosas bien.


-       - ¿Cuánto? – Preguntó menos feliz que antes.


-       - Un mes. – Concluí.


-       - ¿Un mes? ¿tanto? – Preguntó fastidiado.


-       - Si. Y si voy a salir de “casa”; pues arreglaré todo antes. – Expliqué.


-       - Está bien. – Aceptó a regañadientes.


-       - Gracias. – Me acerqué a sus labios para darle un beso tierno; pero él me sujetó por los hombros y me besó con exasperada fogosidad. Parecía querer devorar mis labios. Cosa que no me extrañaba a estas alturas. A Paul no le gustaba el rechazo; esa era su forma de canalizar el cabreo.


Volteé mi cara.

-       - Llévame…a…la…casa por favor. – Le pedí entre jadeos; mientras trataba de recuperar el control de mi cuerpo.


-       - ¡Arg! Está bien. – Aceptó molesto. Cual niño malcriado.



Entramos a la casa y él se recostó en el sofá; para variar Billy había salido.

Yo me dirigí a la cocina y agarré al pote grande de torta suiza tomé un par de cucharillas y fui hacia la sala.

-      -  ¿Helado Rach? ¡Pero si venías quejándote del frío en el carro!


-       - Tienes razón. ¡Voy por un sweater! – Y subí corriendo hasta el cuarto. Tomé uno que estaba al pie de la cama, me lo coloqué y bajé.


Paul me veía divertido.

Tomé asiento a su lado en el sofá.

-      -  Deja de reírte de mí. – Dije mientras agarraba una cucharada de helado y me lo metía a la boca.


-       - No me rio de ti. Sino de tus cosas. – Tomé otra cucharada.


Él me miraba fascinado.

-       - Pareces una niña. Te ves adorable.


-     -   Gracias. ¿No quieres? – Le di un poco de helado en la boca.


Así estuvimos un buen rato. De hecho Billy nos encontró en plan de novios cursis.

-      -  Hola, chicos. – Nos saludó a ambos.


-      -  Hola, papá.


-       - Hola, Billy. – Dijo Paul. - ¿Cómo has estado?


-      -  Ocupado con Sue y con Quil, el viejo. – Comentó con naturalidad.


-       - ¿Pasa algo? – Dijo Paul serio.


Mi padre negó con la cabeza.

-       - No. Tranquilo. Meras cosas de rutina.


-       - Ah, está bien. – Comentó mi novio.


Papá encendió el televisor y puso un juego de beisbol. Él y Paul se quedaron ensimismados. Me agradó verlos así, compartiendo con naturalidad. Dos seres importantes para mí.
Ambos eran los hombres de mí vida. Aunque más pronto de lo que pensaba comenzaría a llenar por completo la vida de uno; y a separarme del otro.
Traté de tragar el nudo que obstruía mi garganta.

3 comentarios:

  1. ahhh esta pareje destila tanto amor q los envidio, yo quiro una pareja asi de atento, me encanta este capi, son tan tiernos, besossss

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  2. te quedo genial, de como a rachel y paul se integran, se aceptan y se muetran sus puntos de vistas

    exitos

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  3. PATRICIA...CUANDO HAGA UN PREMIO A LAS SEGUIDORAS MAS FIELES..SIN DUDA TU ESTARÍAS ENTRE LLAS...SE TE QUIERE Y GRACIAS POR EL APOYO...

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