Nota: Antes de leer el capitulo, disfruten de la canción. Inspiradora y apropiada.
Paperweight de Joshua Radin (Dear John)
Capítulo
XIII
“Como
si fuera la primera vez”
<<Las noches en Forks podían ser aptas para el
romance o para una película de terror. Dependiendo de la compañía.>>
Me encontraba
pensando en casi un estado de paranoia aquella noche. Observando la niebla que solía envolver todo alrededor.
Mientras se volvía sumamente espesa, tanto que no me permitía ver más allá que
la tenue silueta del frondoso pino que flanqueaba el ventanal.
Eso podía
hacer las noches perfectas para acurrucarse con un ser querido, o querer
esconderte debajo de las mantas por la incertidumbre de que de entre dicha niebla,
se pudiese esconder un maníaco para saltarte encima en cualquier momento. O
cualquier otro ser que no fuese de naturaleza viva. Y he allí la razón por la
cual no era nada asidua al género de terror cuando se trataba de escoger una
película: era una total y gran gallina.
Sí, bueno.
Podría estar exagerando un poco, pero el hecho es que cuando estás en una
inmensa casa que tiene grandes ventanas panorámicas —tan anchas como para que
una fila de cinco osos grizzly pasen
agarrados de la mano al mismo tiempo—, y comienzas a escuchar ruidos raros; tu
mente empieza a decirte mil cosas a la vez: ¿Será un ladrón?, también podría ser
Emmett que acaba de llegar pero ¿Y si no lo es?, ¿Entraría un animal?.
Conclusión: la cobarde que tenía por dentro se negaba a salir del cuarto y
enfrentarse a lo que sea que estuviese allá afuera.
<<¿Sería Edward? No.>> Me convencí a mí misma. Se había quedado dormido en su
habitación luego de llegar de casa de Alice y darse un baño con agua caliente.
En ese
instante pensé que a pesar de todo, el refrán “la curiosidad mató al gato” no podía ser más cierto. Así que me
coloqué mis pantuflas de peluche y salí del cuarto en sumo silencio hacia el
pasillo para inspeccionar la habitación de Edward, quién por cierto no se
encontraba en ella.
Ahora ese era
el ruido en el ala inferior de la casa, tenía un quién. Y apostaba mi paga de
ese mes, a que sabía exactamente el porqué.
—Comer tantas
galletas de canela no te van a ayudar con ese insomnio, ángel —Edward saltó en
la silla donde estaba sentado y casi se atraganta. No pude contenerme y rompí
en carcajadas—. ¡Lo siento, Edward! —dije la risa me lo permitió.
Lo encontré
sentado justo en frente del mesón desayunador de la cocina, con la espalda
encorvada hacia adelante, sin realizar mayor movimiento que el de llevarse algo
a la boca. El sonido crujiente me dijo todo lo que necesitaba saber.
Edward me miró
con cara de pocos amigos y frunció el ceño haciéndolo lucir como un niño
malcriado.
—¿Estás molesto?
—luchaba con la risa que aún tenía atascada en la garganta. Bajó la cabeza a
modo de respuesta. Era incapaz de mentir, por lo cual cuando no quería admitir
algo, optaba por el silencio. —No fue mi intención asustarte. —me acerqué y deposité
un beso en su mejilla. Eso pareció mejorar instantáneamente su humor.
—Estaba
comiendo galletas de canela. —levantó el círculo marrón en su mano para que lo
viera. Aunque en sí, no había mucho que ver. A su lado una o dos galletas en un
tarro esperaban su turno para ser devoradas.
—Eso deduje,
ángel. No creo que haya algo más en esta cocina que te haga desvelarte.
Miré el
desastre de migajas que tenía en el mesón de mármol y luego a él que me estaba
viendo con una expresión de satisfacción.
—Me encantan.
—Haz dejado
eso bastante claro, ángel. —volví a besarlo en los labios y me fui a la nevera
a buscar un poco de leche, que luego coloqué en una taza y puse en el horno
microondas por un minuto. Entonces se la
tendí a él.
—No, gracias.
—me dijo el muy insolente—. No me gusta la leche.
Se la coloqué
justo en frente sin importarme su réplica. Lo miré de forma firme, aunque por
dentro me causaba un poco de gracia su actitud.
—No te la
estoy ofreciendo, te la estoy dando.
Y con “dando” me refiero a deberías tomarla.
Su pose
altanera no me sorprendió, pero sí que me hacía las cosas difíciles a la hora
de resistir con una postura digna.
—No entiendo
porqué. Tú odias las anchoas y nadie te obliga a comerlas. Eres una adulta. — ¡Hijo de…! Sabía que era listo y
observador pero no fue hasta esa noche que comprendí el hecho de que podía
ponerme en aprietos con sus argumentos sabelotodo.
Respiré
profundo y respondí con calma, aunque en serio tenía tantas ganas de reír como
de empujar aquella taza de leche por su garganta a la fuerza. Me decanté por la
opción de comportarme como una persona cuerda y traté de razonar con él:
—Porque si no
lo haces, vas a pasar la noche en vela. No vas poder dormir ni aunque lo
quieras con toda tu alma. —ignoré olímpicamente el tema de las anchoas.
—No. No me
tomaré eso. —negó rotundamente volviendo a su distracción anterior.
—Por favor,
ángel.
—No.
—respondió luego de tragar.
—Mañana te hago
brownies en compensación, si te la tomas.
—No. —¡Era un
terco total.
—¿Y si le digo
a Alice que haga más galletas, te la tomarías?
—Eh…— pareció
contemplar la opción por un momento, pero al final declinó. —no. Tampoco.
Suspiré
paciente. Arrastré un taburete y tomé asiento a su lado para intentar hacerle
entender mi punto de vista.
—Ángel, estás
consumiendo demasiada cantidad de azúcar. Y eso por la noche es
contraproducente porque suele causar insomnio, cosa que me imagino te trajo
aquí. —le dirigí una mirada por si se atrevía a negarlo, pero él respondió con
su muy acostumbrada sinceridad.
—Pues lo que
me trajo acá fueron las piernas. —sabía que no contestaba así porque fuese su
intención ser grosero. Por lo cual, decidí pasarlo por alto.
—¿Hambre, Edward?
¡Pero si Jasper y tú se comieron una pizza familiar solos! No dejaron siquiera
un champiñón. Y mira que Alice y yo teníamos hambre, pero no pudimos con esa
monstruosidad de la que ustedes dejaron solo la caja.
Y aunque no me
vio a los ojos directamente cuando lo dije, hizo un mohín con su cabeza como si
pensara que era lo más comprensible en aquella situación. Y no dudaba en lo
absoluto que así lo creyera.
—Estaba muy
buena.
Respiré
profundo y me puse en pie captando su atención. Dejé la taza; aún con su
contenido intacto; en el mesón y caminé hacia afuera de la cocina.
—¿A dónde vas?
—me preguntó confundido.
—A mi cama,
por supuesto —respondí.
—¿Me dejarás
solo aquí? —me reprochó.
Asentí
impenitente.
—Sí, claro. Yo
solo bajé a la cocina para ver quién andaba por acá. Eres un hombre adulto,
Edward. Ya no tengo porqué cuidar cada paso que das. Te ha vuelto independiente
y lo estás haciendo bien. Así que yo me voy a dormir. Buenas noches. —señalé
con la nariz a sus amadas galletas de canela caseras.—Buena suerte a la hora de
dormir con “esas” en el estómago. Adiós, ángel.
Dicho eso,
subí los escalones mientras dejaba salir la risa que tenía comprimida pero
muy bajito. Después de todo, no había dicho nada que no fuese cierto.
Edward era un adulto y parte de respetar su independencia era dejar que tomase
por voluntad propia sus decisiones. Fuesen buenas o malas. Porque al final de
cuentas eso haría que se sintiera a cargo y que tuviese que responder por
ellas, en caso de que no fuesen las esperadas.
Cuando regresé
a mi habitación, me arropé hasta el cuello con el edredón. Abajo no sonaban
casi ruidos, así que dejé que el sueño comenzara a apoderarse de mí.
*.*.*.*.*
La cama se
movió a mi lado. Y aunque fue solo un suave balanceo, logró despertarme.
Abrí los ojos
y me encontré con Edward colándose entre mis sábanas. Tragué grueso cuando las imágenes
de lo que habíamos hecho en el sillón de mi antigua casa —ahora de Alice—,
vinieron a mi mente. Sus besos apasionados explorando mi boca y mi cuello, mis manos
ávidas de él, mi toque en su miembro endurecido por primera vez entre mis
manos.
—¿Qué estás
haciendo aquí? —susurré entrecortadamente.
A duras penas
y podía respirar.
—¡Dios!
—brincó él— ¿Por qué me asustas de nuevo?
—Tú eres el
que se cuela en mi cama en medio de la madrugada ¡¿Y soy yo la que te asusta?!.
Se arropó
hasta el cuello como si no estuviese reclamándole algo, o peor aún, como si esa
cama y todo lo que estuviese en ella le perteneciera. No necesito una
respuesta a ese comentario. Gracias.
—No me voy a
ir. Pienso quedarme a dormir contigo.
Me recargué
sobre un codo y lo miré fijamente.
—¿No crees que
hoy estás un poco…altanero?
—No.
—permanecía con los ojos cerrados y con el edredón hasta el cuello. Por fuera
de este, podía ver como sus manos se enganchaban fuertemente. Como si yo fuese
a tener la fuerza de correrlo de mi cama. Aunque debería hacerlo, pero ese era
otro tema. —Soy independiente, como tú me has dicho que fuese.
—Esto no es
ser independiente, Edward. —me ignoró. Y me siguió ignorando durante
un largo rato más. Así que demasiado cansada como para jugar; o de lidiar
con las ganas de saltarle encima; me giré y acomodé de espaldas a él.
Sentí que se
removía a mi lado y se cernía sobre mi costado izquierdo.
Necesitaba
fuerza de voluntad. La carne era débil, y yo más aún cuando se trataba de él.
—¿No me vas a
abrazar? —sonaba indignado a la vez que me apretaba un hombro para llamar mi
atención. Sonreí aún de lado.
—¿Eso quieres?
—asintió contra mi costado, haciendo que mi piel escociera por el roce de ese
rastro de barba que le estaba creciendo.
—Puede que no
tolere ser abrazado por largo rato, pero siempre me abrazas cuando dormimos
juntos. Luego te duermes y te vas a tu lado. —argumentó dándole sentido a su
punto.
—Vale. —giré determinada
a solo abrazarlo y dormir lo que nos quedaba hasta el amanecer.
Sus brazos
ciñeron mi cintura contra él buscando cercanía. Cosa que no era de extrañarse en
el caso de algunos autistas e incluso en ASPIS (personas que padecen del síndrome de Asperger), pero mi corazón se aceleró
aún más y de inmediato lo notó. Deslizó su palma hasta donde el órgano trataba
de escapar.
—¿Esto es por
mí? —acarició la zona, hasta que por accidente tumbó uno de los tirantes de mi
dormilona de satén plateada. Boqueé por oxigeno y a falta de una mejor
respuesta, asentí mientras unos temblores de expectación me comenzaban a
recorrer el cuerpo entero. Una sonrisa torcida adornó sus labios y la adoré.—
Estas emocionada.
Esta vez saqué
fuerzas de donde podía y le respondí:
—Emocionada,
no… —moví la cabeza de lado a lado y me atreví a confesarle: —Excitada, Edward.
—Oh.
Un brillo que
reconocí como pasión titiló en sus ojos, y que me demanden si eso no me
emocionó.
Su mano
descendió de a poco por mi brazo dejando estelas de electricidad por donde
pasaba, así que lo dejé hacer quedándome mortalmente quieta a su lado. Solo
podía verlo a los ojos, mientras él también clavaba esos pozos azul grisáceos
en mí con una curiosidad que quería ser saciada. Cuando llegó a mi cadera
siguió bajando hasta llegar a mi muslo, entonces intercepté su mano con la mía.
La estreché un poco y antes de que mis neuronas pudiesen inventarse una
negativa, la deslicé de regreso por donde había pasado ya. Esta vez por debajo
de mi bata.
—¿Vas a dejar
que te toque como tú lo hiciste conmigo esta tarde? —me preguntó con una
inocencia tan frágil que casi lograba quebrar mi deseo y transformarlo en
remordimiento por intentar hacer caer un ángel.
—No debería. No
sé… —me lo rebatía internamente. Querer y dejarlo, o pensar y detenerlo.
—Déjame
tocarte. Por favor, Bella. Déjame tocarte. —su mano comenzó a temblar y su tono
era tan suplicante, que yo no me sentía capaz de negarle nada. Ni tampoco
quería, en honor a la verdad.
—No hace falta
que ruegues, ángel. —estrellé sus labios son los míos y me cerní sobre él con
lentitud desesperante. Si luego debía lidiar con las consecuencias que eso
acarreara, lo haría.
Deslicé mi
lengua hasta las profundidades de su boca. Explorando en ella, aunque ya
conociese cada depresión de esta. Porque besarlo a él era como ser besada por
primera vez. Su pureza de corazón, que era como el del cristal más fino y
delicado, hacía que apenas pudiese creer que un ángel pudiese sentir deseo por
una criatura tan terrenal y corriente como yo lo era.
Me despegué de
él durante un segundo, cosa que trató de impedir al apretarme contra su cuerpo;
pero coloqué dos dedos entre nuestros labios un momento para detenerme a
decirle algo sumamente importante:
—Déjame
prender la luz, Edward. Necesito que veas cada cosa que voy a hacerte y dejar
que me hagas. No quiero conmocionarte en medio de la oscuridad. —la
preocupación por él no podía dejarla al lado. Era simplemente algo que siempre
me perseguiría en cualquier momento y lugar. Como una segunda naturaleza.
Encendí la
lámpara que estaba en la mesita de noche al lado de la cama. Haciendo más
evidente la oscuridad de la noche. Y por supuesto, más real la tensión sexual
entre él y yo.
Aproveché que
estaba arrodillada sobre él, con mis piernas a cada lado y recargué mi
intimidad sobre su bajo vientre. La noté enfebrecida, incluso más que en la
tarde. Tomé entre mis manos el borde de su camiseta sin mangas mientras veía en
sus ojos una expresión curiosa. De a poco introduje las manos y rocé cada
centímetro de su torso mientras ascendía, pasé por sus pezones y él se contrajo
conteniendo el aire de manera brusca en sus pulmones. Cuando llegué a sus
axilas pareció captar la indirecta en mis ojos y subió los brazos sin necesidad
de decirle palabra alguna. Terminé de deslizar la prenda por su cabeza y la
dejé caer al suelo.
Recargué mi
cuerpo sobre su pecho desnudo por primera vez y besé su cuello haciendo que
ambos nos estremeciéramos de pies a cabeza.
—¡Bella!
—jadeó en mi oído.
—Dime, ángel.
—besé y mordí haciéndolo encorvarse.
—Va a ocurrir…lo
mismo de esta tarde. —murmuró entrecortado. Lo cual me causó algo de gracia.
—Aguanta lo
más que puedas, ángel. —lamí desde el cuello hasta su clavícula. Y en ese
descenso, mis bragas de algodón fino rozaron con su furiosa erección. No pude
evitar gemir ante el sutil roce. Besé en medio de su esternón para luego
descender con mis labios que solo tocaban la superficie ondulante por su
respiración agitada.
—Sube las
caderas, Edward —le ordené con suavidad y él me obedeció de inmediato sin
titubear.
Sujeté el
borde de su pantalón con el pequeño largo que tenía de uñas mientras bajaba la
prenda por sus muslos. Aún así, pude experimentar de primera mano como su piel
se iba erizando por donde la recorría. Tiré la prenda al suelo.
Volví a besarlo
en sus labios, volviéndose más urgente por su parte. Aunque no tardé mucho en
seguirlo. Una de sus manos buscó mi nuca y la apretó contra él, fijándome en el
sitio, pero busqué la forma de deshacerme de su agarre y volví a bajar hasta su
erección. Lo miré con aprehensión.
—Si es más de
lo que puedes tolerar quiero que lo avises.
Asintió un
poco confundido.
—¿Qué vamos a
hacer?
—Quiero
hacerte lo mismo que hice en casa de Alice. Pero esta vez con mi boca —su
naturaleza masculina tomó el control ondulándose debajo de mí. Sonreí con
malicia sexual— ¿Eso es un sí?
Volvió a
asentir. Entonces con toda la delicadeza que logré reunir, fui metiendo mis
dedos centímetro a centímetro en su bóxer para deslizarlo por sus piernas hasta
dar al piso. Inspiré un poco antes de atreverme a mirar ¿Eran imaginaciones
mías o se veía más grande que antes? La respiración empezaba a fallarme y de
pronto sentí la necesidad urgente de deshacerme de mi ropa estorbosa.
Pero muy
dentro de mí, sabía que esta primera vez sería más para el disfrute de él que
mío. Necesitaba hacer las cosas bien y apresurarme no podía ser una forma
correcta. Por eso me incliné y besé su vientre primero, luego justo al lado de
su erección —que rozó levemente mi mejilla dejando un trazo de fuego que me quemó
de pies a cabeza—, continúe besando bajo la base de su erección y él corcoveó
bajito mi nombre. Besé al otro lado de su miembro. Entonces levanté un poco la
cabeza, abrí mis labios. Su sabor era
exquisito. Claro que solo había probado unas gotas transparentes que se
escapaban de su punta, pero ese leve sabor a masculinidad salada fue como el
mejor afrodisíaco que pude haber probado en mi vida.
Edward jadeó y
de forma instintiva se impulsó hacia dentro de mí; si no hubiese puesto mi mano
en su miembro hubiese habido un embarazoso caso de ahogamiento. Después de ese
segundo de espontaneidad, disfruté de tener atrapado con una de mis manos su
pene que acaricié de arriba abajo mientras sorbía el placer de Edward.
—Ya no puedo más…
—sus manos tironeaban a las pobres almohadas que estaban bajo su precioso
cabello castaño dorado. Se mordía los labios y tuve el deseo casi irrefrenable
de que fuesen mis dientes en vez de los suyos los que se apropiaran de esa
tierna carne. Pero antes había algo que tenía que hacer.
—Vente para
mí, ángel. Déjate ir —entonces manipulé su pene que se deslizaba fácil por los
fluidos de ambos. Pocos segundos después Edward soltó sus labios y dio rienda
suelta a sus gritos de placer.
Pasados unos
segundos, escalé por su cuerpo repartiendo besos tiernos hasta llegar a sus
labios. En donde me esmeré devorando su boca y su lengua al mismo tiempo.
—¿Te gustó?
—murmuré con una sonrisa y volví a besarlo.
—¡Oh si! Eso
fuecomo…¡Lo mejor que me has hecho sentir! —me sonrió con esa ternura que era
capaz de desarmar al más duro corazón. Tomó mi cara entre sus manos y la acarició son suma delicadeza, como si
yo fuese la parte vulnerable de esta relación. Aunque quizá así fuese. Después
de todo, él era mi más grande debilidad. — Y yo que pensaba que no podía sentir
más cosas por ti. Ahora resulta que te quiero tanto que no sé ni cómo
explicarlo.
Sentí que una
bola de llanto se atracaba en mi garganta y sin poder detener las lágrimas,
estas rodaron desde mis ojos.
—¿Qué pasa?
¿Dije algo malo? —me vio con preocupación— No fue mi intención. —se comenzó a
desesperar.
Volteé mi cara
hacia una de sus manos y deposité un beso en la palma antes de recargar mi
cabeza en ella.
—No, ángel.
Por el contrario, acabas de decirme lo que tanto he querido escuchar desde hace
mucho. Pero yo si sé como decirte lo mucho que te quiero: Te amo, Edward Cullen. Quizás lo hice desde que te vi en
aquel prado y fuiste incapaz de decirme una palabra, pero tu mirada me lo dijo
todo. Te amo por lo que eres y por lo que te has convertido.
Me lancé de
nuevo contra sus labios en un breve interludio antes de incorporarme para
desprenderme de la bata. Luego me tendí a su lado, subí las caderas y me
deshice de mis pantys.
—Eres perfecta.
—Edward se había incorporado y miraba mi intimidad ya completamente expuesta
con una insistencia deseosa. Su boca estaba entreabierta y cada pocos segundos
humedecía sus labios. Dudaba que él se hubiese dado cuenta de ese detalle.
Me apoyé sobre
un codo y lo halé hacia mí con la mano libre. Se posicionó entre mis piernas y
comenzó a besar mi cuello con suma ternura; como si de una pieza de la más fina
porcelana se tratase. Acarició con sus labios mis hombros y clavículas sin
besarlos. Trazos de fuego quedaban a su paso mientras su recorrido iba hacia
mis pechos que esperaban erguidos de su atención; que tardó en llegar por su
inexperiencia. Con dedos temblorosos exploró mis pezones y pareció fascinado
cuando me hacía gemir.
—¿Esto… —rodeó
una areola y luego mi pezón con la yema de sus dedo índice— te gusta? ¿Lo estoy
haciendo bien?
Aferré su otra
mano contra mi otro pecho que reclamaba atención. Después, como si mi cerebro
hubiese recién procesado la pregunta de Edward, asentí con solemnidad:
—Nadie me
había tocado así. Con tanta inocencia y deseo a la vez. —tomé su cara entre mis
manos y dejé que nuestros torsos se acariciaran con el vaivén de nuestros
cuerpos hambrientos.
Edward pegó su
frente a la mía, exhalaba su aliento en mi boca que jadeaba en busca de aire por
culpa de la excitación. Apretó sus ojos fuertemente en un momento mientras
acariciaba su sexo con mi humedad. Estábamos listos.
—¿Lo habías
hecho antes? Me refiero a esto… ¿Soy el primero que te toca, Bella? —abrió sus
ojos azules grisáceos y me penetró con su curiosidad invasiva.
Por primera
vez sentí vergüenza de no ser virgen. Era como sumar otra evidencia de nuestras
diferencias: él tan puro, yo no.
—No, ángel. Y
hoy más que nunca me pesa que no lo seas. No poder ofrecerte algo tan
importante.
Él me abrazó
mientras acariciaba mi cabello con su barbilla.
—No importa, Bella.
Yo te quiero más que quienes te tocaron antes de mí. ¿Eso significa algo para
ti?— se separó para verme directamente a los ojos.
Sentí entonces
el peso de las lágrimas no derramadas en mi garganta, pero las mantuve a raya.
Clavé mi mirada profundamente en la suya. Su imagen, dorada por la luz de la
pequeña lámpara, se hacía borrosa cuando mis ojos se inundaban. Pero ni en esos
momentos desvié mi objetivo de vista.
—Significa
todo, ángel. Tú significas todo para mí.
Entonces
estiré mi brazo hasta la mesita mientras él me miraba un poco desorientado, no
sabía que estaba haciendo algo muy importante para ambos y que el principio de
nuestra consumación estaba más cerca de lo que él sospechaba. Tomé un
preservativo que tenía guardado en la mesita de noche; lo había comprado hacía
un par de semanas atrás. En ese entonces, pensando que este momento se tardaría
mucho más en llegar. Gracias a Dios que estaba equivocada. Con mis dientes abrí
el envoltorio y se lo enseñé.
—Este es un
condón, ángel. Voy colocártelo antes de que entres en mí ¿Está bien?
—¿Por…qué?
—preguntó entrecortado mientras lo iba deslizando.
Primer error:
No haberle hablado acerca de los métodos anticonceptivos.
—¿Podemos dejar
las preguntas para después? —musité cerca de sus labios. Tan cerca, que
nuestros temblores lograban que se acariciaran.
Asintió y yo
me dejé caer en la cama. Abrí más mis muslos y con mi mano; que era sacudida
violentamente por los nervios; lo coloqué en mi entrada más que lista.
—Entra en mí, ángel.
—dije al borde. Por los nervios, por la alegría y por la preocupación. Todo al
mismo tiempo.
Recargó su
peso en sus manos mientras lentamente se iba introduciendo en mi interior centímetro
a centímetro. Sus ojos se habían cerrado con fuerza, sus dientes rechinaban por
el esfuerzo de contenerse. Los antebrazos le comenzaron a temblar y cuando
finalmente terminó de penetrarme, los halé suavemente para que se recargara
solo en los codos y no se cansara tan rápido.
Besé sus
labios con una mezcla entre placentera y exultante.
—Estás dentro,
ángel.
Su sonrisa se
amplió y los ojos se le llenaron de una luz grandiosa. Su frente; y también la
mía puestos a ser honestos; estaban perladas de sudor. Edward se impulsó, más
por instinto que por experiencia, hacia dentro de nuevo y retrocedió. Un
ramalazo de placer me recorrió. Volvió a hacerlo una vez y otra vez, y otra
más. Así estuvo hasta que su naturaleza lo llevó a desahogarse poco después de
haber empezado. Su cabeza se curvó hacia atrás y rugió descargando su orgasmo
en la fina película protectora de látex, que me permitió sentir su tibieza
entre las piernas por primera vez en la vida.
Respirando
aceleradamente se dejó caer en mi pecho que le esperaba ansioso. Acaricié su
cabello una y otra vez hasta que se sosegó. Sus brazos me apretaban con fuerza
y su cabeza cayó laxa en medio de mis pechos.
—Eso fue…
¡Grandioso! —dijo como si tuviese una pintura fantástica justo frente a sus
ojos. Se levantó y una sonrisa amenazaba con romperle la mandíbula. No pude
evitar imitarlo.
—No te
preguntaré si te gustó, porque tu expresión me lo dice todo. —seguí acariciando
su cabello en silencio mientras lo veía pasar la emoción del momento. Seguía
teniéndolo dentro de mí, pero me sentía incapaz de retirarlo. Tenerlo allí era
la constatación del hecho de que lo que acaba de pasar había sido real y no una
invención de mi mente.
—¿Tú… —un
rubor adorable pasó a ser un rojo furioso en sus mejillas de pronto. Sus ojos
se negaban a ver a los míos, de hecho ahora miraban a su dedo índice juguetear
con un pequeño lunar que había entre mis pechos— sentiste lo que sentí?
—¿Me preguntas
que si me corrí? —al fin me miró. Negué con la cabeza. —Eso no es importante.
Tú eres lo eres ahora.
Se removió inquieto
y pareció caer en cuenta que seguíamos unidos puesto que sentí a su miembro
comenzar a hincharse de nuevo contra mis paredes distendidas.
—¡¿Cómo que
no?! ¡Claro que eres importante! ¿Acaso lo hice? Tú sabes… ¿Mal? —otra vez esa
inocencia suya me perturbó un momento. ¿Cómo era posible que alguien que acaba
de hacerse completamente un hombre; sexualmente hablando; pudiese ser tan
casto?
Seguí
acariciando sus cabellos mientras negaba de nuevo.
—No hiciste
nada mal, cielo. Es solo que a las mujeres nos cuesta un poco más lograr los
orgasmos, a diferencia de los hombres. Ustedes deben luchar para contenerse y
nosotras para obtener uno. —me encogí de hombros.
Frunció el
entrecejo.
—Eso no me
parece justo.
—Si bueno…a mí
tampoco, pero así son las cosas en la naturaleza.
—Enséñame como
hacer que tu también… ¿Cómo lo digo? ¿Qué te vengas? —me preguntó inseguro con
la terminología.
—…O que
llegue, que me corra. Hay varias formas de decirlo. —le sonreí.
—Pues yo
quiero hacerte sentir eso a ti también. —su expresión era tan inescrutable que
no admitía ninguna discusión.
Así que guíe
su mano hacia mi feminidad y cuando Edward tocó mi clítoris por primera vez nos
estremecimos antes la abrumante humedad caliente que había entre ambos. Le
enseñé como lograr mis picos de placer. Cuando menos me lo esperaba, los dos
estábamos moviéndonos sincronizadamente. Acercando nuestros cuerpos y
retirándolos por turnos. Degustando las exhalaciones de aliento de cada uno.
Cuando el placer nos ganaba a ambos, entrecruzamos las manos a ambos lados de
mi cabeza y dejamos que la naturaleza y la pasión siguieran su curso. Y sí que
lo hizo.
Las caderas de
Edward funcionaban como pistones acelerados penetrando en mi cuerpo una y otra
vez. De alguna manera había logrado tener acceso a su hueso púbico que
acariciaba constantemente a mi clítoris con cada movimiento suyo. Entonces
pasó: una sensación de exquisita elevación pareció sacarme de mi cuerpo durante
unos pocos segundos. Siendo así, lo mejor que había experimentado en mi vida.
El orgasmo más placentero que había tenido jamás.
Cuando emitía
mi último jadeo una lágrima furtiva se deslizó por la orilla de mi ojo y antes
de que pudiese darme cuenta Edward la atrapó entre sus labios.
—Ahora si
sentiste lo mismo que yo antes. —constató, y una sonrisa de autosuficiencia
adornó su boca.
Lo abracé con
fuerza durante lo que me pareció un rato interminable y corto a la vez.
Estábamos tumbados de lado, muy cerca el uno del otro y con ambas palmas juntas
entre nuestros cuerpos a la altura del pecho.
El sueño y el
letargo postcoital se fue apoderando de ambos.
—¿Bella?
—musitó Edward con debilidad ya que ambos estábamos por caer en los brazos de
Morfeo.
—¿Hmmm?
—murmuré ya en medio camino al país de los sueños.
—Al final si
me tomé la leche. Lo hice por ti —bostezó y se quedó dormido con una sonrisa
satisfecha en la cara.
Tal cual como
la mía.
Segundo error:
asumir que todo iría perfecto tras aquello.
*.*.*.*.*
En la mañana,
cuando la luz ya atravesaba cada rincón de la impecable casa, me puse en pie con
delicadeza y bajé a la cocina a hacer el desayuno para Edward y para mí. Basta
acotar que el primero seguía durmiendo en mi cama como una morsa y sin
intenciones claras de levantarse. Así que preparé un par de sándwiches con
queso cheddar, tomate y prosciutto. Los tosté en una sartén, mientras servía los
zumo de naranja.
—Buenos días.
—dijo Emmett, pegándome un susto de los mil demonios. Al punto que derramé un
poco de zumo en la encimera. —Lo siento.
—Es solo que no
te oí llegar. Tranquilo. Buenos días.
Cuando giré,
su expresión era de triste resignación. Lo que me hizo tragar grueso. Oh no. Él
no podía haber oído. La casa anoche estaba sola. Al menos, eso creía yo.
Como si
supiese que había adivinado sus sentimientos, se adelantó a los hechos.
—Estoy feliz
por ustedes. Sobre todo por él. —señaló a su espalda con un pequeño movimiento
de nariz—. Tiene una gran mujer que lo quiere por lo que es y no por lo que
tiene.
—Emmett.
—susurré con la voz rota.
Caminó hacia
mí con lentitud, depositó un casto beso en mi frente y me miró a los ojos.
—Lo que va a
pasar, pasa, Bella. No hay necesidad de que digas nada más.
Se alejó se la
cocina con paso firme y desalentador. Sentí mi corazón romperse por él en aquel
momento. Puede que no actuara bien en su momento, pero Emmett había demostrado
ser un hermano leal y cariñoso. No sentía ningún tipo de placer infringiéndole
esa clase de dolor. Todos sabemos de una u otra manera como duele el ser
rechazado.
*.*.*.*.*
Después de
comer Edward se había ido a su habitación, tomado una larga ducha y se encontró
conmigo en la sala de estar, en donde estaba leyendo una vez más Cumbres Borrascosas. Pero llegó a mi
lado cargado con una expresión inescrutable en la cara. Muy diferente a la que
tenía antes de que lo dejara en su cuarto y me despidiese de él con un beso en
los labios.
—¿Qué te pasa?
—le pregunté poniéndome de pie con precaución.
—Ya averigüé
sobre el uso de los condones. —¡Lo había olvidado! —Dicen que es para evitar embarazos
indeseados. —remarcó lo ultimo con un deje de tristeza. —Sobre todo,
investigué en su objetivo basado en lo que padezco y ahora entiendo por qué los
usaste.
—No, ángel. No
te apresures a sacar conclusiones.
Una lágrima se
deslizó por su mejilla pero la ignoró. Su expresión era férrea.
—Ahora todo
está muy claro. Tienes miedo, Isabella. —me congelé. No. Tachen congelé, mejor
diré que sentí como si me hubiesen dado un puñetazo en la boca del estómago. Sí,
eso lo resumía jodidamente bien. —Tienes miedo de quedar en estado de un
enfermo mental.
—¡No! —grité
enseguida con el pánico en mi mirada. Un tema tan crucial se me había escapado
de las manos.
—¡Sí! Temes
por mi condición de autista. No me lo quieres decir, pero lo sé. Tus acciones
me lo dicen.
—Edward, estás
sacando todo de contexto.
—No lo creo.
Nunca me dijiste para que eran los preservativos, ni siquiera cuando… —cerró
los ojos e inhaló conteniendo los sentimiento en su interior. Luego los abrió y
había dolor y rabia en su mirada— Cuando…te tomé.
—Ángel… —tomé
su cara en las manos pero él se deshizo con brusquedad de mi agarre. Sentí como
el pecho se me partía en millones de pedazos nimios. Y dolía. Dolía como si me
estuviesen dando tres ataques masivos al corazón al mismo tiempo. Tenía la voz
quebrada cuando hablé— No me hagas esto. Estoy cansada de decirte lo mucho que
te quiero una y otra vez.
Él se congeló
en el sitio como si lo hubiese abofeteado. Bajó la cabeza y murmuró más para sí
mismo.
—Sí, quizás
eso fue lo que pasó. Te cansaste. —por un momento quise abofetearme por olvidar
que los autistas solían tomarse los comentarios a rajatabla. Allí estaba el tercer error.
—Edward… —me
ignoró mientras salía de la estancia— ¡Ángel, hablemos por favor!
Pero él prefirió
irse a su habitación, encerrarse en sí mismo y de todos los demás.
Me enfrentaba
a un desafío abismal que no sabía si podría superar: Tenía que conseguir la
manera adecuada de explicarme con Edward. Carlisle y Esme ya estaban por llegar
de su escapada romántica e iban a querer una explicación del porqué su hijo
estaba deprimido. Todo eso, sin contar que debía hallar la forma de que
entendieran que él había pasado de ser un niño a un hombre conmigo.
Y no tenía la
más mínima idea de cómo explicárselo.
¿Por qué será que presiento que la única odiada en este capítulo no será solo Bella? ..Bueno, chicas AL FIN LLEGÓ EL LEMMON! Espero no haberles defraudado con este capítulo, pero siento que la historia debía ser explicada paso por paso para que no pareciera una violación en vez de una relación consensuada.
Otra cosa, este problema de Isabella con Edward, que pienso explicar mejor en el próximo capítulo por motivos de correlación y esas cosas; se basa en el error garrafal de ella en no haberle hablado a él sobre la sexualidad en el autismo. OBVIAMENTE Bella es humana y “el que tiene boca, se equivoca” así que no pueden odiarla por eso. Por el contrario es algo común que muchas personas no sepan cómo hacerle frente a este tema. De hecho; como todos ustedes saben; yo estoy lejos de ser una entendida en el tema, y hago esta historia basada en lo que investigo para poder llevarles lo más aproximado a la realidad; así que me documenté sobre el tema y ¡Zas! Me pasó lo de Edward: me topé con un blog que trataba el tema del autismo de alto rendimiento (Y/o Asperger. Hay demasiadas opiniones sobre si es lo mismo o son dos cosas parecidas pero con ciertas diferencias. INSISTO, eso sigue en debate) y la sexualidad como si ellos fuesen unos animalitos o algo así.
La cosa es que el tipo tuvo la desfachatez de generalizarlos a todos y decir que “muchos son tomados como enfermos sexuales” cosa que me molestó a todo nivel posible. ¿Acaso ese "ser" no habrá escuchado que muchos de ellos son tan tímidos que ni siquiera son capaces de acercarse a la persona que les atrae? También habla de que son problemáticos en sus relaciones por ser absorbentes; pero a su vez se contradice diciendo que son los novios perfectos “porque son fieles y les gusta que los abracen” ¿Eso les parece una investigación seria? Sinceramente, a mí no. Y no solo eso, sino que al final habla sobre astrología y una gran cantidad de estupideces que no vienen al tema.
¡Ah! Y olvidaba una de las cosas más indignantes de eso: el hombre ese les “aconsejó” a los padres de dichos pacientes que podían pagarles una prostitutas para que los ayudara a lidiar con sus necesidades; pero que tuviesen precaución porque podían hacerse adictos al sexo y robarles las cosas de la casa para venderles y pagarles a mujeres de compañía.
La cosa es que el tipo tuvo la desfachatez de generalizarlos a todos y decir que “muchos son tomados como enfermos sexuales” cosa que me molestó a todo nivel posible. ¿Acaso ese "ser" no habrá escuchado que muchos de ellos son tan tímidos que ni siquiera son capaces de acercarse a la persona que les atrae? También habla de que son problemáticos en sus relaciones por ser absorbentes; pero a su vez se contradice diciendo que son los novios perfectos “porque son fieles y les gusta que los abracen” ¿Eso les parece una investigación seria? Sinceramente, a mí no. Y no solo eso, sino que al final habla sobre astrología y una gran cantidad de estupideces que no vienen al tema.
¡Ah! Y olvidaba una de las cosas más indignantes de eso: el hombre ese les “aconsejó” a los padres de dichos pacientes que podían pagarles una prostitutas para que los ayudara a lidiar con sus necesidades; pero que tuviesen precaución porque podían hacerse adictos al sexo y robarles las cosas de la casa para venderles y pagarles a mujeres de compañía.
Esto, chicas, es una muestra de la “vejación” que intento combatir con esta historia. Ustedes o cualquiera que pueda irse a investigar sobre dichos temas pueden encontrarse con basura como esa y deben saber a qué atenerse.
Mi consejo es: Sensibilicen a sus familiares y amigos, chicas. Que nadie se crea en derecho de insultar a una persona porque se “cree normal”. Hubo un comentario que me partió el alma, que era sobre un paciente que veía a las demás parejas y se preguntaba: ¿Qué tiene ese chico que no tengo yo?... Así que solo me resta decirles que aprecien a cada ángel que conozcan. No saben si esa personita, tendrá el poder de cambiarles la vida.
Me despido de ustedes hasta la próxima.
Marie K. Matthew
PD: Gracias por esa gran aceptación que ha “explotado” esta semana. Un beso para todas.
No lo puedo creer, gente estupidaaa... ni qe alguien me diga eso o algo parecido pq no tiene boca para volver a decirlo nunca jamaaaas... y me encargo yo ¬¬ pero bueno, respecto al cap... DIOS SANTO lo amoooo <3 esta geniaaal!!, como siempre, y de hecho mejoras hermana, me agrada mucho como tomas el tema con respeto y delicacion porqe asi debe de ser tomado!! un besaso y TODA la espera y amenazaas valieron la penaaa *-*
ResponderEliminarsi la verdad si es gente estupida... y patetica....en su salud lo hallarán..
ResponderEliminarel capitulo me gustó... y yo digo que Bella si se apresuró mucho para eso o sea ni siquiera haberle explicado nada!!! chales... pero me gustó el capitulo!!
el capi me encanto!!!!! estuvo genial y la manera en la q relataste su primera vez es la manera adecuada nunca nos defraudarias fue perfecta! en cuanto a q se pelearan pues bueno Edward solo esta malinterpretando las cosas solo espero q puedan hablar pronto y todo se solucione....... como siempre eres genial!!! al igual q todas tus historias y gracias por todo!!!!!
ResponderEliminarQUE PUEDO DECIRTE NENA HERMOSA QUE YA NO AYA DICHO...
ResponderEliminareste capitulo fue lejos el mejor de todos, la ultima parte me encanto, sobre todo porq dejaste una puerta abierta para lo que se viene..
tu explicación es fenomenal, a muchas nos sirvió o en lo que a mi respecta si me sirve... voy a interiorisarme en el asunto del Autismo... conozco a un nene de 7 años que lo padece... me entere hace poco, pero recién ahora luego que leo tu nota me vengo a acordar de el *suena mal pero, es así* no quiero pasar mas delante de el y hacer como si no me entendiera, como vos explicas son personas tímidas que muchos lo confunden y piensan que están locos o algo así...
gracias,a vos y a rochii hicieron un hermoso trabajo Marie!!!
las felicito!!!
atte: GISE
Impresionante.
ResponderEliminarNo empañaré mi felicitación para tí escribiendo sobre aquellos seres despreciables que bien podrían ser llamados "atrofiados mentales", ya sabes cómo pienso sobre esos y como señal de desprecio ni una letra mas les dedicaré.
Un capítulo de valor inconmensurable. Definitivamente no creo que exista alguien que pueda superarte al plantear un encuentro sexual tan intrincado, hubo magia y solos tu podías crearla.
Por otro lado, el "error por omisión" que comete Bella es muy común, porque siempre ocurre con aquellos temas abstractos que deben explicarse desmenuzadamente, lo malo es que son esos angeles los que mas sufren un error así. Una problemática coherente y bien planteada.
Es cierto, una vez mas lo has logrado, superarte en cada capítulo hace que sea una delicia leerte, eres garantía de calidad, buen contenido y sustancia.
Leerte siempre ha sido una forma sabia de invertir mi tiempo. Gracias por cada una de tus letras.
Vaya pedazo de capitulo Nalla, me tenias tan enbobada que no supe cuando termino y me quede como guat? y el resto? mierda pero que cosa mas tierna, y sensual!! y luego zacatelas!! mamonazo al final!! es un don tuyo eso de dejar las cosas asi no??? jajajaja Te Amo Nalla me encanta leerte
ResponderEliminarQue lindo capitulo, me encanto, esta buenicimo..espero q Bella pueda aclarar la cabecita de Edward..
ResponderEliminarDe verdad te felicito para quien solo lee la historia puede ver como es dificl el ser un autista imagino entonces como debe ser colocarse en su lugar para narrar una historia mas todavia tan linda como esta.. me encanta..felicidades
hasta pronto..espero el nuevo capi o lemmon..kkk
OMG que capitulo me encanto tubo de todo inocencia,ternura,sensualidad y muchas cosas mas que se me escapan ,aunque parece que a Bella la nochesita le paso factura porque se olvido de hablar ciertos detalles con el ,ahora veremos como soluciona el lio.....Gracias nena ...Besos....
ResponderEliminarque animal puede ser capaz de tratar a la gente asi! simplemente un imbécil que no merece ser llamado hombre, me dio rabia!!... aparte de eso, el lemmon fue tan adorable :3 nunca había visto uno donde la inocencia predominara, Sin duda Bella la embarró.. porfa porfa porfa no demores en el otro, como quieres que esperemos a saber que va a pasar con Ed? bueno, eso te felicito como siempre y espero el próximo. Besos
ResponderEliminarvaya montaña rusa que te has creado Marie !
ResponderEliminarprimero los ruidos extraños y la fila de 5 pandas tomados de la mano jaja
despues edward entrando a escondidas en la cama de bella
y ke decir del lemmon: ESTUVO INCREIBLE SIN PALABRAS
y xfavor no le vuelvan a dejar el internet a edward sin ke este alguien alrrededor asi no uviera llegado a esa conclusión!
ami me dio mas la idea de que edward estaba molesto x no poder um como decirlo "echar raices en bella"?
bueno ya sabes me encanto asi k el plan terrorista esta pospuesto asta nuevo aviso jaja
Realmente creo que hay gente que habla o mejor dicho emite sonidos ya que se creen normales e importantes pero en realidad son unos asquerosos discriminadores de porquería. Como se nota que jamas tuvieron el inmenso placer de tener un ángel asi en su grupo familiar, yo por experiencia propia y como madrina de un angelito que en la actualidad esta en el cielo, puedo decir que no son mogólicos ni retardados sino que son unos seres inocentes que te brindan el amor mas puro al que jamas puedas acceder, no conocen la maldad ni el egoísmo solo saben amar... es un placer tenerlos en tu familia o haberlos tenido como en mi caso, enseñan tanto de la vida aun sin saber tanto de ella.
ResponderEliminarMarie que linda historia, a mi me encanta!!! graicas!! pobre Ed, espero que la pelea no dure mucho :( los prefiero de buenas.
ResponderEliminareste cap me hizo ver lo hermoso que es tener una inocencia como Edward, me gusta Bella porque es perfecta para explicarle su amor y espero sea así para explicarle su enredo, me dejo con el corazón a mil cuando él se catalogo como enfermo y no lo es dado tanto su avanzada...ahora con la ganas de saber como se va a desarrollar Bella con Edward...
ResponderEliminarBesos chicas...
me encanto el capituo.. unake me paresio triste ke edward lo tomara de esa manera... espero ansiosa el prox cap kiero saber haber ke pasa
ResponderEliminarte deseo lo mejor para tu siguiente cap... :D
Im Dead!
ResponderEliminarCarajo con que intriga me dejas, Marie!!
Me esperaba todo,menos ese final para el capi. Buuu, pobre Edward la debe estar pasando bien feo u.u, pobre ángel.
y no quiero parecer adicta a este Fic xD, pero permiteme decirte señorita que QUIERO MASSS!!!!!!
Saluditos desde Colombia
Tati
OMGGGGGGGGG HERMOSO LO MALO FUE EL FINAL OJALA Q ENTIENDA NO QUIERO Q SUFRA ES TAN LINDO OMG GRACIAS X EL CAP CUIDATE NOS LEEMOS PRONTO BYE
ResponderEliminar=)
Hola, soy Isabel. Esta semana santa me dediqué a esta historia que me la recomendaron mucho. Para no extenderme mucho, te digo que me gusta mucho el estilo de redacción, como presentas la descripción de los hechos y los personajes, pero, lo más importante es como desarrollas el tema central, sin abundar en lo complejo (términos médicos y tecnicismos que no todos entenderiamos) y sin caer en lo superficial (mil aplausos por eso) llevas la historia con un hilo conductor que resumo en GENIAL... (me he visto películas, documentales y he leido libros referente al autismo, por eso me encanta esta historia, la visión que planteas es adorable)..
ResponderEliminarde más esta decirte que la historia de amor de edward y bella me tiene locamente enamorada, y con este último capítulo me pongo en los zapatos de Bella, todos cometemos errores y no siempre tenemos conocimiento de todo, o no vemos importante comentarlo o no.. y en los zapatos de edward igual, es como los niños que magnifican un tema cuando es escuchado por terceros y no por sus representantes.
jejeje no queria hablar mucho pero me extendi aun asi :) en resumen, felicitaciones y un placer, te comentare con cada capítulo.
ME ENCANTA TU HISTORIA.
Saludos desde Venezuela :)
(P.D.: imagino que ya la has visto, pero si no, te recomiendo la serie Touch de fox)
UN PLACER
me encanto el capitulo, cuando actualizas??? estoy ansiosa por saber mas!!!!, por favor!!!!! subí el prox cap!!!!!, esta historia es bellisima!!!
ResponderEliminarsin palabras estubo hermoso y espero con ansias por el proximo capitulo
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