miércoles, 5 de mayo de 2010

Segundo Capítulo





Capítulo II
(basado en la canción de Alexandre Pires: Necesidad)


Medio me di cuenta cuando el cielo comenzó a iluminarse. Nuestro pequeño océano de fuera cambió de negro a gris y una alondra comenzó a cantar en algún lugar cercano, como si tuviera su nido entre las rosas.
-         ¿Lo extrañas? – le pregunté cuando terminó de cantar.
No era la primera vez que habíamos hablado, pero tampoco es que estuviéramos manteniendo una conversación hilada, ni mucho menos.
-         ¿Extrañar qué? – murmuró él.
-         Todo eso: el calor, la piel blanda, el olor sabroso…Yo no extraño nada, pero me estaba preguntando por un momento si no te entristecía a ti el haberlo perdido.
Él sonrió con un sonido bajo y lleno de dulzura.
-         Sería difícil encontrar a alguien menos triste que yo en estos momentos. Aventuraría que es casi imposible. No hay mucha gente que consiga todo lo que desea, además de otras cosas en las que ni siquiera había soñado, todo en el mismo día.
-         ¿Estás evadiendo la pregunta?
Él presionó su mano contra mi rostro. ¡Awww…otra vez este fuego! Me mordí el labio para contenerme.
-         Eres cálida – repuso.
Eso era cierto, al menos en un sentido. Para mí, su mano también era cálida. No era lo mismo que tocar la piel ardiente como una llama de Jacob, pero sí más agradable. Más natural.
Deslizó los dedos muy lentamente por mi rostro, hacia abajo, siguiendo levemente el contorno de mi mandíbula hasta mi garganta y después más abajo aún hasta llegar a mi cintura. ¿Acaso no sentía esa electricidad que me quemaba por su roce?
Los ojos casi se me pusieron en blanco otra vez.
-         Eres suave.
Sentí sus dedos como satén contra mi piel, de modo que comprendí que era lo que quería decir.
-         Y en cuanto al olor, bueno, yo no diría que lo extraño. ¿Recuerdas el olor de aquellos excursionistas cuando salimos de caza?
Auuch… El recuerdo era abrasador.
-         Estoy haciendo un gran esfuerzo para no recordarlo.
-         Imagínate besando eso.
Mi garganta ardió en llamas como si encendiera de golpe una hoguera.
-         Oh – tragué una gran cantidad de ponzoña.
-         Precisamente, y la respuesta es no. Estoy  lleno de pura alegría, porque no extraño “nada”. Nadie tiene más que yo ahora.
Estuve a punto de informarle de la única excepción a esta afirmación, pero mis labios estuvieron ocupados de nuevo con rapidez.
El deseo me volvió a barrer de golpe. Entrelacé mis dedos en el cabello de Edward para poderlo acercar más a mí. Este beso fue apasionado y largo. Donde nuestras lenguas se encontraron e intercambiaron nuestros alientos. (Besar esa boca es toda una aventura, donde hago piruetas y empiezo a caer.)
Él me besó por el contorno del rostro hasta descender hasta mi cuello, y luego a mis pechos. Solo necesité un ligero roce de sus dedos en mis pezones, para que ellos se erigieran invitándolo a disfrutar de mi cuerpo, como momentos antes lo había hecho. (Besar esa boca es jugar y perder, por eso ¿comprendes que te necesito?)
Gimió mientras que capturaba uno en su boca. Yo jadeé ligeramente ante el contacto con su boca húmeda y cálida. Sus insistentes caricias y besos, habían hecho estragos en mi control de nuevo. (Maldito el tiempo que se acaba cuando te preciso. Y bendita que seas mi necesidad.)
Me aferré a su cabello porque sentí que desfallecería de un momento a otro, debido a tanto placer tortuoso. Mi esposo estaba frenético encima de mí, parecía insaciable, pero no me molestó puesto que yo estaba igual. (Besar esa boca no tiene clemencia.)
Masajeó mis senos con pasión y lujuria, mientras que sus labios lo hacían con amor en distintas partes, la boca, en el cuello, en los hombros, paseó por todo mi torso. Me hizo gemir ante aquello. Luego descendió a mi abdomen, besó incluso mi ombligo y mi bajo vientre.
Bajó deslizando su lengua a mi centro húmedo a causa de sus caricias. Me dio el mejor masaje íntimo inimaginable. De repente pareció demasiado agitado, creo que fue ante las constantes retorcidas de cabellos que le propiné acompañadas de jadeos frenéticos, cada vez que pensaba que haría combustión espontánea. (Caer derrotado en tu boca me gusta, quedarme vencido en tu piel.)
Bebió con fuerza de mi excitación, mientras yo yacía indefensa en el suelo pálido de la habitación. Pero nada de eso parecía tranquilizarlo; por el contrario bebió como si estuviese sediento, entre tanto pensé que moriría allí mismo entre arcadas de un placer inmortal imposible de explicar.
-         Ed… wa… rd – gemí muy alto mientras alcancé el mejor orgasmo de mi vida. (Besar esa boca se ha vuelto locura. Por eso mi amor no te quiero perder).
Fue entonces cuando él se apartó y me dijo al oído:
 - Gírate, Bella  - Me encantó esa nota autoritaria que se percibía en su invitación.
Giré mi cuerpo y sin darme chance para nada. Edward entró en mí con pasión, con fuerza, con ahínco. Tuve que arrodillarme y apoyarme en sus muslos, porque temí  dañar el suelo a arañazos.
Comencé a moverme en círculos en sentido de las agujas del reloj, mientras que él parecía que se desvanecía entre jadeos y gemidos. Luego tomé sus manos en las mías, las coloqué en mi estómago, necesitaba sentirlo así de cerca, necesitaba de él a cada segundo, preferiría morir antes que me separaran de él y no verle. Fue entonces cuando sus manos siguieron su propio curso. Una a mis senos y otra a mi intimidad.
No necesitaba de aliento, ni aire, pero jadeaba cada vez más profundo y con más frecuencia, mientras que me movía contra su erección, que estaba en mi interior y la sentía hasta las entrañas. (Besarte mi vida es andar por los cielos, es no hacer preguntas ni saber porqués.)
Incrementé la velocidad de mis movimientos, y él aumentó la fuerza de sus embestidas, más la presión de sus manos que masajeaban mis zonas erógenas, alteradas y humedecidas por su causa.
Y pasó. Ambos llegamos juntos al gran clímax. Fue intenso, fue hermoso, fue perfecto. Tan perfecto como era esta nueva relación. Una pareja de iguales, con deseos insaciables por el otro y con un tiempo incalculable para aprovecharnos de la situación. (Besar esa boca es dolor y remedio. Por eso eres tú donde me desahogo. Por eso besarte es morir y volver. Por eso besarte es simplemente todo. Es más allá del bien. Por eso besarte es morir y volver.)



3 comentarios:

  1. GUauuuuuu-..por favor bello...me gustooooo..es decir poco.
    creo que debo tomar agua me incinero...jajajaja
    Te sigo leyendo.
    Besos

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  2. daaa! más pasión, por dios! estos dos no descansan? xD cierto, son vampiros, no se cansan xD jajaja.

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  3. OMG!!! y solo vas descriendo la primera noche ( sin contar q falta una parte ) wow este lemon de hecho es EROTICAMENTE DELICIOSO
    gracias totales!!!
    besotes

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