Este fue mi primer lemmon y como podrán darse cuenta a medida de que lean es UNA ADAPTACIÓN. Decir que todo el texto es mío sería plagio, esta historia está basada en el capítulo “La primera noche” de mi muy querido Amanecer escrito por Stephenie Meyer. A ella gracias por regalarme a Edward Cullen y por motivarme a escribir; si no…sería muy difícil que hubiese optado por esta hermosa locura que en se ha convertido La Escritura para mí.
Dedicado a mi Beta…Leymi Valencia. Gracias por siempre estar conmigo, cielo. Te mereces esta mención y mucho más.
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Todo era más que hermoso, esta pequeña cabaña parecía un magnífico truco de magia. Y lo que la hacía más fantástica aún, era que la compartiría con los dos seres que amaba más que a nadie en este mundo; mi adorada hija Reneesme y mi amado esposo Edward.
- Es la habitación de Reneesme – comentó, señalándome con un asentimiento a una estancia vacía con un suelo de madera clara - No han tenido tiempo de decorarlo, porque con todos esos licántropos furiosos…
Me puse contenta, asombrada de cómo todo tenía ahora un aspecto tan bueno cuando había sido como una pesadilla apenas hacía una semana.
Maldito Jacob por hacerlo tan perfecto, pero a su manera.
- Aquí está nuestro cuarto. Esme intentó traernos algo de su isla hasta aquí, pensando que nos traería buenos recuerdos.
La cama era grande y blanca, con nubes vaporosas como telarañas flotando del dosel hasta el piso. El luminoso suelo de madera armonizaba con el de la otra habitación y ahora comprendí que imitaba con notable precisión el color de una playa virgen. Las paredes eran del blanco casi azulado de un día brillante y soleado; la pared trasera tenía grandes puertas de cristal que se abrían a un pequeño y recóndito jardín. Había un pequeño estanque redondo, tan liso como un espejo, rodeado de piedras relucientes y rosas que escalaban las paredes. Un diminuto océano en calma para nosotros.
- Oh! - fue todo lo que pude decir.
- Lo sé – susurró él.
Estuvimos allí quietos durante un minuto, recordando y nublosos momentos absorbieron mi mente por completo.
Él mostró una amplia sonrisa y después se rió con ganas.
- El armario está detrás de esas puertas - En estos momentos no había nada más que él en el mundo, con sus brazos en torno a mí, su dulce aliento en mi rostro y sus labios apenas a centímetros de los míos. Tampoco había nada que pudiera distraerme, fuera un vampiro neonato o no.
- Le vamos a decir a Alice que salí disparada a ver los vestidos – le susurré pasando los dedos dentro de su pelo y acercando mi rostro al suyo - y también le vamos a decir que me pasé horas jugando a probármelo todo. Le vamos a mentir.
Él captó mi estado de ánimo al instante, o quizás es que ya estaba de ese humor, y que solo estaba intentando que disfrutara al máximo de mi regalo de cumpleaños, como un caballero. Atrajo mi rostro contra el suyo con una repentina fiereza y un bajo gemido en la garganta. Ese sonido lanzó una corriente eléctrica a través de mi cuerpo hasta ponerme frenética, como si no pudiera acercarme a él lo suficiente y lo bastante rápido.
Sentí su erección juntarse con mi cuerpo ardiente. Escuché como se desgarraba la tela bajo nuestras manos, y me alegré de que mis ropas, al menos, ya estuvieran destrozadas. Para las suyas fue demasiado tarde.
La urgencia de mis besos, más mi fuerza de neonata, nos enviaron hacia el suelo de la alcoba. Me pareció casi maleducado ignorar la bonita cama blanca, pero no tuvimos tiempo de llegar hasta allí.
Edward parecía tan desesperado como yo, puesto que nuestras manos se movían codiciosamente por nuestros cuerpos desnudos. Mi excitación alcanzó niveles insospechados cuando sus manos descendieron hacia mi zona sur y pasaron luego a mis glúteos.
Esta segunda luna de miel no fue, como la primera.
El tiempo vivido en la isla había sido el mejor momento de mi vida humana, el mejor de todos. Había estado dispuesta a alargar mi vida como humana solo para poder prolongar lo que tenía con él durante un poco más de tiempo, por el motivo de que la parte física de nuestra relación no iba a volver a ser igual nunca más.
Recordé mediante imágenes borrosas, como sus labios se deslizaban por mi cuello con ardor y prevención a la vez, y como atrapaba en su boca mis entonces rosados pezones que respondían de forma automática ante sus caricias. Todo este “collage” de escenas se juntaron para hacer que el fuego que recorría mi ser, se avivara con violencia, y me apretara contra el templo glorioso del cual yo era devota, el cuerpo perfecto de mi esposo.
De “mi” Edward.
Los recuerdos iban y venían pero debía haber sabido, después de un día como este que iba a ser incluso mejor.
Ahora podía apreciarlo de verdad, podía ver con propiedad cada una de las líneas de su rostro perfecto, cada ángulo y plano de de su cuerpo esbelto e impecable, con la agudeza de mis nuevos ojos. O ¿sería más honesto decir…qué me lo comí con la vista?.
Entre besos y caricias desmedidas, busqué un momento para poder decirle lo más importante:
- ¿Edward? – su nombre sonó entremezclado con un jadeo.
- ¿Si, amor? – respondió con voz estrangulada; estaba besando mi abdomen y mi voz lo interrumpió en su recorrido. Casi me arrepentí de haberlo hecho.
- Te amo, más que a nada y más que a nadie…
- Lo sé, Bells – respondió jadeante – pero ¡shhh! – me puso uno de sus dedos en mis labios para hacerme callar, eso envió una descarga eléctrica a través de mí. –…ahora te necesito más que nunca, mi cuerpo te necesita. Me parece una eternidad desde la última vez que te tuve así…solo para mí…
- Te entiendo… – dije entre sus dedos y su aroma entró en mi boca, humedeciendo mi centro íntimo. – pero ahora me tienes aquí, amándote y deseándote con una pasión que no había sentido antes, y es para toda la eternidad.- En ese momento el poco autocontrol que poseía se hizo añicos y me abalancé contra mi esposo obligándolo a quedar debajo de mí. Lo besé con violenta necesidad. Con pasión. Lamí su cuello y su pecho como si mi vida dependiera de eso.
Podía saborear también su puro y vívido olor con la lengua y sentir la sedosidad de su piel gracias a la sensibilidad de mis dedos.
También mi piel demostraba la misma sensibilidad bajo sus manos. Puesto que los dos jadeábamos y temblábamos con nuestro mutuo contacto.
Seguí besando y lamiendo cada espacio desde su garganta hasta su pecho; poco a poco descendí hasta su miembro erecto y me detuve allí, lo masajeé provocando en Edward gemidos desesperados y anhelantes, luego lo puse en mi boca que estaba húmeda y lo acaricié y succioné mientras mi esposo arrojaba al viento jadeos y gruñidos animales. Sus dedos se entrelazaron en mi cabellera mientras yo complacía sus deseos y necesidades reprimidos desde hacía ya tiempo atrás.
De repente gritó mi nombre; cosa que me hizo sentir satisfecha y orgullosa; y enarcó la espalda mientras lanzaba un fuerte gruñido. En ese instante su líquido seminal inundó mi ansiosa boca. Edward era dulce y apetecible. Sentía la esencia de su cuerpo en mí, como si fuese una bebida rara y exquisita. Bebí con afán hasta que él habló de nuevo.
- ¡Bella! – dijo como si le faltara el aliento -, en un momento llegué a considerar que si querías ser madre, tan deseosa como estabas. No me importaría con quién fuese. Si tenías que estar con otro para cumplir tu tan anhelado sueño, estaba dispuesto a tolerar que fueses de otro. Pero ahora sé que soy más egoísta de lo que creí porque sé que no puedo, porque eres mía y solo mía, y no permitiría que otro acercase sus manos ni siquiera a centímetros de ese cuerpo, que me pertenece. Mataría a quién lo intentara.
Aquellas palabras agresivas de Edward, despertaron en mí una pasión desenfrenada y salvaje, lo tomé por su hermoso cabello para atraer su oído hasta mis labios, que se mostraban hambrientos de él a pesar que habían bebido de su elíxir íntimo; para poder contestarle.
- Edward Cullen – le susurré provocativamente, a lo que él reaccionó apretándome más contra él y emitiendo un gruñido gutural, sentí su fuerte erección rozando mis muslos y eso me estaba trastornando, tomé aire como si lo necesitara y luego retomé la respuesta – Tú eres el único a quién he dejado y dejaría que me tocara…- llevé una de sus manos hasta mi punto más encendido, a lo que los dos jadeamos al unísono al sentir mi humedad – Esto solo lo haces tú, amor mío. Me reí un segundo – no sabes cómo me enciende que me hables y me celes, así que tómame aquí y ahora. Quiero sentirme como tu mujer de nuevo…
- Bella, te deseo y te necesito…
- Y yo necesito que me hagas olvidar hasta mi nombre.
En ese mismo instante mis labios estuvieron ocupados con los besos agresivos de mi marido. Besos que siguieron su curso hasta llegar a mis pechos. Donde él se demoró besando, lamiendo y succionando. Era como una deliciosa tortura. Mis manos se deslizaban por su espalda de dios heleno.
Su boca demostraba una gran urgencia con cada segundo que pasaba, cada caricia se intensificaba a medida que pasaba el tiempo.
Mientras besaba uno de mis senos, acariciaba el otro; que al igual a cuando era humana reaccionaba con un simple roce de sus dedos. Y alternaba de lado cada pocos segundos; hasta que dirigió una de sus manos a mi zona sur humedecida por la excitación desde hacía ya un rato. Yo respondí con un grito ahogado.
Edward masajeó con pasión y fuerza el punto más erógeno de mi intimidad, me estaba volviendo loca. Jadeaba frenéticamente y sin cesar, hasta que desesperada busqué esos labios que me desquiciaban.
Lo besé afanada, entrelazando mis dedos en su cabello. Y cuando mi centro estaba a punto de explotar de placer, él alejó sus manos cesando sus movimientos. Le gruñí un poco irritada y él me dirigió mi sonrisa torcida favorita. Eso me encendió inmediatamente y Edward retomó su camino de besos y caricias, hasta que llegó a mi núcleo íntimo.
Solté un fuerte gemido y arqueé la espalda, mientras mi esposo lamía continuamente mi botón inflamado de ansias. Creía que iba a enloquecer, definitivamente Edward estaba hecho para hacerme perder la razón.
La cabaña estaba inundada por mis fuertes gemidos y mis profundos jadeos retumbaban contra las paredes. Fue entonces cuando me mordió delicadamente pero con ahínco, y todo se encendió a mi alrededor, alcancé un orgasmo de una intensidad impensable. Emití un grito algo fuerte, pero no pude sentirme avergonzada, por el contrario, mi nuevo cuerpo reclamaba más de mi adorado esposo. Lo quería dentro de mí. Sentía esta urgente necesidad hasta mis entrañas.
Edward me miró por un momento antes de besarme; mientras que se lamía sus carnosos labios, tenía aún mi sabor en su boca y en sus ojos un brillo de orgullo y petulancia.
Me reí ante aquello. Él se alejó unos milímetros de mí.
- ¿Qué pasa? – me besó de nuevo y luego retomó, entre la comisura de mis labios - ¿De qué te ríes?
Lo abracé con fuerza.
- Del placer de verte y sentirte – siendo prácticos, no mentí realmente.
Abrí mis piernas para que él se posicionara entre ellas.
- Te amo – me dijo.
- Como yo a ti – le respondí.
Y con una fuerte estocada entró hasta lo más profundo de mi intimidad. Con cada entrada jadeé tan fuerte que si alguien anduviese cerca de la casa, me oiría sin problemas.
Edward se aferró fuertemente a mis caderas para poder arremeter a cada instante con más intensidad. Los dos gemíamos cada pocos segundos.
Era una persona desconocida por completo la que entrelazaba su cuerpo con el mío, con gracia infinita en el suelo del color pálido de la arena, sin precaución y sin restricción alguna. Y también sin miedo, especialmente, eso. Podíamos hacer el amor juntos, participando ahora ambos activamente, finalmente como iguales.
Del mismo modo que había sucedido antes con sus besos, su contacto también era mucho mejor que aquel al que me había acostumbrado, ya que él se había contenido tanto. En aquel momento era necesario, pero no podía creer todo lo que me había perdido.
Intenté no perder de vista que era más fuerte que él, pero era difícil concentrarse en nada con esas sensaciones tan intensas que a cada segundo atraían mi atención en un millón de lugares distintos de mi cuerpo. Si le hice daño, no se quejó.
Y fue entonces cuando después de dos fuertes estocadas; la segunda más intensa que la primera; cuando perdí la noción de todo excepto que él me poseía. Llegué a un orgasmo aún mayor que el pasado. Y después de una penetración más Edward se unió a mi clímax con un grito sordo y profundo. Gimió como un felino y se aplastó contra mi pecho.
Una parte muy, muy pequeña de mi mente consideró el interesante acertijo que suponía esta situación. No me iba a sentir cansada jamás, ni él tampoco. No teníamos que detenernos a descansar, comer e incluso a usar el baño, puesto que no teníamos más necesidades mundanas. El tenía el cuerpo más hermoso, más perfecto del mundo y yo lo tenía todo para mí y no me sentía precisamente como si pudiera llegar el momento en que se me ocurriera pensar, <<bueno, ya he tenido bastante por hoy>>. Siempre iba a querer más y este día no iba a acabarse jamás. Así en una situación como esta, ¿cómo íbamos a parar alguna vez?.
No me molestó en absoluto no tener una respuesta para eso.
Hola preciosa..hermoso me encanto...escribes bellamente...te seguiré leyendo
ResponderEliminarHi! leyendote, un capítulo muy apasionado 1313, veamos como sigue el segundo... cuando lo encuentre xD
ResponderEliminarTe mereces muchisimos coments y como es la primera vez q te leo voy a ser totalmente sincera y extensa...
ResponderEliminarq paso??
acaso estabas con Stephenie meyer cuando decidio sacarle todo el lemmon al libro antes de editarlo???
wow eres realmente brillante y tus decididos personajes son uff ya te imaginaras el calor q siento...
de todas formas creo q para q deje de leer tu blog van a tener q kitarme los ojos o algo asi de hoy en adelante eres una de mis bloggeras favoritas
un beso enorme como el amor q siento por la sag y por S. Meyer y gracias totales por la intensidad de tu relato ya continuo con tus historias despues de este coment besotes y muchisima suerte con todos tus projects
Love the way you used their language... XoXoxo
ALE! muchisimas gracias cielo..y pues me has dejado atonita comparando de esa manera mi historia ..ajaja que alegria tenerte por acá...=)
ResponderEliminarHola hermosa ,maravilloso capitulo dios me as dejado sin palabras ,es un placer leer una vez mas tus letras que me tienen atrapada.....Besos nena sigue asi.............
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