PRÓLOGO

 

“La siempre obediente. La siempre callada. La conformista de costumbre. Todas murieron contigo. Tú rompiste mis cadenas”.

PRÓLOGO

-          ¡Isabella! - ¡arg! Odiaba que me llamaran así.

-          ¡Ya voy mamá!

Salí corriendo escaleras abajo. La encontré en la cocina.

-          Tu tía Victoria, llamó. – dijo René. – necesita que la ayudes en la tienda.

Se ma hizo un nudo en la garganta.

-          Yo había cuadrado con las chicas para ir al cine ahora en la tarde. ¿recuerdas?

-          Ah. Se me había olvidado; pero yo le dije que irías. Además no importa, esa película estará todo el mes en cartelera…

-          Pero sabes que hoy es el estreno. Y es con mi actor favorito… – supliqué.

-          ¡Isabella Marie! No puedes poner a alguien a quien no le importa si vives o mueres, o que siquiera sabe si existes; por encima de tu familia.

Traté de tragarme el nudo de la garganta. Pero él se negaba a cooperar. Además la rabia y la impotencia se juntaron con él para luego hacerlo más grande aún.

-          Sí, mamá. – accedí.

Como siempre.

Así transcurrían mis días, mis noches, mi vida.

Sin grandes emociones, ni fabulosas aventuras. Veintiún años llevados de manera rutinaria. Sin pena ni gloria. No era lo peor, pero tampoco la mejor en nada. Así que solo era una más del montón.

Estudiaba en una universidad que casi comenzaba a odiar. Tenía una lista de responsabilidades, y una vida social más nula que la de nadie jamás conocido.

Si. ¡Bienvenidos al aburrido mundo de Bella Swan!