viernes, 10 de septiembre de 2010

SEGUNDO CAPÍTULO: MOMIA




-          ¡Swan! – me giré hacia uno de los pilotos – Ya vamos a arrancar.
Asentí y boté lo que quedaba de jugo en mi vaso.
Corrí hasta la pista y me subí al avión sin titubear.
Comencé a buscar a mis ayudantes. Ben y Ángela.
Subieron justo detrás de mí.
-          ¿No le falta nada, Señorita Swan?  - preguntó Ben tan servicial como siempre.
-          No. Solamente ustedes y ya llegaron. Dale la orden al piloto para que despegue.
Asintió y se fue.
Un staff completo de 20 personas me acompañaba en mi viaje a L`Aquila. Deberíamos entregar cinco toneladas de alimentos y otras tres de medicinas.
Tenía mucho trabajo por detrás, así que mejor aprovechaba todo lo que pudiese durmiendo.
Me fui hacia los asientos más retirados. Me tumbé en ellos y cerré los ojos.
Me dormí profundamente
Lo siguiente que recuerdo es que me desperté en el mismo lugar en donde me había acostado; pero esta vez con una manta encima.
Es que se me olvidó acotar que tomé tranquilizantes antes de subir al avión. Le tengo fobia a loa alturas. Por eso estaba tan profundamente dormida.
Me puse en pie y me di cuenta que aún seguíamos volando; eso me inquietó pero no mucho ya que seguía bajo la influencia del calmante. Vi que algunos del staff estaban dormidos. Otros conversaban en voz baja, otros escuchaban música y Ángela trabajaba en mi laptop. Ella era una chica de lo más diligente.
Me acerqué a ella.
-          Qué bueno que ya se despertó. – dijo despegando los ojos de la pantalla – No falta mucho de camino. Solo una media hora más. Hablé hace diez minutos con los pilotos. – me sonrió y siguió escribiendo lo que parecía un informe.
-          ¿Qué haces? – le pregunté con desánimo-,insisto seguía bajo los efectos del narcótico.
-          Hago el informe de inventario. Así se nos hará más fácil el conteo de la logística a la hora del desembarque.
-          Buen trabajo. – la felicité en lo que fue casi un susurro.
Eché mi cabeza hacia atrás  y cerré los ojos.
-          ¿Le da pánico volar? – asentí – Entonces duerma lo que resta. Yo la despertaré en cuanto lleguemos ¿Le parece?
Nuevamente asentí y me dejé ir.





Ya habíamos llegado al aeropuerto de L´Aquila y me encontraba activa. Ángela me había conseguido un café bien fuerte. Se extrañó de  que se lo pidiera, ya que no me gustaba.
-          ¡Ben! – grité ya que se encontraba en poco lejos. Y en el lugar había un poco de alboroto puesto que estaba comenzando a llegar la ayuda humanitaria internacional. Fuimos unos de los primeros.
El chico corrió hacia mí.
-          Toma. – le entregué una carpeta de manila. – Estos son los inventarios del total de provisiones que debíamos haber traído. Chequéalo son el informe real que hizo Ángela. Al parecer esta todo en orden; pero quiero reafirmar que todo sea exacto. – le sonreí con amabilidad.
-          De inmediato señorita Swan. – dijo tímido y eficiente a la vez.
-          O me dices Swan o me dices Bella. Pero no “señorita o lo que sea”. No me agrada. – le comente con camaradería.
-          Está bien, Swan. – contesto riendo.
-          Vale a trabajar. – ¡Ah! Y por cierto. Dile a Newton que traiga su trasero para acá. Tenemos mucho que hacer.
Él asintió y siguió divertido. Yo me giré y me dirigía al avión. Cuando recibí una llamada.
-          ¿Sam? – me extrañó ver su nombre en la pantalla de mi blackberry. - ¿Si?
-          ¿Bella? - ¿Quién mas si no? – halo. Quería avisarte que mandé una comisión para allá. Encabezado por Jacob; para que te apoye.
<<hijo de la gran p…>>, me provocó decirle.
-          ¡Qué bien, Sam! Pero eso me hubiera sido útil durante la semana pasada. Ahora solo nos queda bajar la logística. – mi voz era acida y fría.
-          Perdona. No debí partir dejándote sola con esa responsabilidad.
-          Sí. No debiste. Pero si llamas para decirme cosas que ya sé, entonces debo dejarte. Tres toneladas de alimentos y medicinas me esperan. – seguía en mi tono deliberante.
-          ¡No! – se apresuró a decirme antes de que le trancara el teléfono - ¡Ya se asignó un director en Forks!. Te encontrará conjuntamente con mi comisión.
-          Está bien, aquí lo espero. – dije lo más neutral que pude.
-          Bien. eso es todo. Te deseo lo mejor, Bella. Adiós. – dijo Sam, la vergüenza traspasaba sus palabras.
-          Gracias. Adiós.
Fui a constatar que todo se estuviese ejecutando como debía. Haciendo unas cuantas llamadas para chequear detalles y verificar datos; pero me gustaba lo que hacía, no me pesaba.
Al cabo de un rato se me acercó Mike. Con su muy arreglado cabello rubio y sus ojos azules. Él se sabía el más asediado por las mujeres de la oficina; luego de que Jacob partiera y le dejara su legado. En sentido figurado.
Se aproximaba con un paso como si estuviera en una pasarela de Calvin Klein.
-          ¡Newton! – exclamé algo alto por el bullicio que había aumentado considerablemente - ¿Será que puedes dejar para luego tus desfiles y flirteos? Necesito que cubras esta misión muy bien.
Mike era el jefe del departamento de prensa de Defensa Civil Forks. Su labor era impecable, más sin embargo habían momentos como los de ese día en me ponía los pelos de punta.
-          Está bien, Swan. Ahorita mismo. – se sonrojó y se fue a tomar algunas fotografías.
Quizá pareceré una tirana en la manera en que relato los actos; pero la verdad suelo llevarme muy bien con el personal de la oficina. Era la responsable de una de las principales dependencias de esta; la de logística para ser exactas; por lo que debía implantar disciplina para que las cosas fuesen llevadas a feliz término. Y desde que el brillante de mi jefe Sam se largó llevándose a Jacob con él, tuve que llevar más presión en mis hombros.
Jake era un excelente director de operaciones; y como debe ser; su dirección y la mía trabajaban como una sola. Me gustaba trabajar con él; era un gran ser humano.
<<Si me hubiese quedado con Jake…quizás no estaría pasando por este dolor…>> este pensamiento abarcó mi mente por un instante.
<<¿Acaso estoy loca? ¡Jamás! Él no es del tipo de hombre que merezca ser usado para “medio llenar” una existencia vacía>> me reproché; mientras afuera la lluvia caía en manera de aguacero.
El clima iba muy bien de acuerdo a mis sentimientos. O ¿Sería mejor decir, agonía?. Sí; esa era la palabra correcta. Mi vida sin Edward era una agonía. Me consumía hasta la última partícula de felicidad o sosiego que pudiese tener. ¿Por qué tenía que ser tan dependiente de él? ¿Por qué me sentía como si fuese una momia. Vieja fea y desgastada?
Esta era una manera miserable de vivir.
<<…Es mejor volver a ese día…>>
Él avión que venía desde Washington; como Sam me había avisado; arribó a las nueve de la noche.
Aún no se había bajado la carga puesto que las autoridades locales tenían un desorden con la permisología. Cosa que me tenía al borde de los nervios.
Mientras descendía el staff regional, yo fui a chequear algunos detalles con Ángela. Recuerden siempre esto: “Cuando las cosas están muy mal  y crees que nada puede salir peor. Pues viene el destino a darte tres bofetadas para demostrarte que te equivocas con algún evento desafortunado más”.
Eso fue lo que sucedió en ese preciso momento.
-          ¡Swan! – me dijo Ángela mortificada – La secretaria general de DF Italia* se fue y dijo que regresaba hasta mañana. Por lo tanto la carga se bajará hasta entonces.
Abrí los ojos como platos.
-          ¿Qué Gianna hizo qué? – pregunté ahogando un grito – Esa p… - respiré profundo - ¡Qué irresponsabilidad! Le importa un bledo el tiempo de los demás. ¡Arg!
Mi pobre asistente se veía mortificada hasta más no poder.
-          Discúlpeme, yo traté de localizarla desde temprano y lo único que logré fue dejarles mensajes con su secretaria; pero al parecer no los recibió o…
-          No los atendió porque no le dio la gana. – estaba suficientemente molesta como para dejar la cortesía a un lado – No te preocupes, Ang.  Déjame cuadrar los detalles de esta pernocta involuntaria.
-          Iré al avión para crear un plan B, en caso de que se dé lo que usted quiera.
Asentí.
-          Gracias. Y por favor háblame de tú. Me incomoda que me trates de “usted”. – le sonreí lo más que pude; la situación no estaba como para eso.
Ella me devolvió el gesto y se fue.
-          ¡Bella! – gritaron a mi espalda.
Me giré hacia el sonido.
Era Jake que venía trotando con unos pantalones cargo azul marino; los del uniforme; una camiseta negra y las habituales botas “todo terreno” que llegan hasta la mitad de la tibia.
Me acerqué y lo abracé por un segundo pero él me retuvo un poco más. Al conseguir aflojarme lo miré con un desdén bromista.
-          Siempre tienes que violar la normas y usar el uniforme como te dé la gana… - nos carcajeamos.
Cuando él sonreía se le achinaban sus ojos almendrados; confiriéndole un aspecto aniñado.
-          Sabes bien que odio esta guerrera. – dijo con burla mientras agarraba la parte de arriba de mi vestuario.
-          Sí, lo recuerdo.
-          ¿Cómo te ha ido?
-          Demasiado ocupada, pero bien. ¿Y a ti? ¿Cómo te tratan en la regional?
Suspiró con pesadez.
-          Las mujeres con demasiada “predisposición”, y los hombres con caras de perros. Solo me toleran Sam y el que ahora es mi asistente. Un chico llamado Embry. Es muy eficiente.
Me reí sin tapujo alguno y él me miró con frustración.
-          Ya deberías estar más que acostumbrado a “esas” situaciones con las féminas. – me volví a carcajear.
Me miró con profundidad y dijo.
-          Lástima que ya mi corazón está tomado; y lo peor es que…a ella ni siquiera le importo. – su tono se apagó igual que el brillo de sus ojos negros.
-          No digas eso, Jake. Por favor. – eludir el tema era más fácil que excusarme – Mejor hablemos de mi nuevo jefe ¿Cómo es?
Aunque sus facciones se relajaron, el dolor en sus ojos continuó.
-          Es un buen tipo. Y está muy bien preparado. Sabe de lo que habla. Ha recorrido el mundo estudiando los fenómenos naturales. Y no me lo tomes a mal, pero es bien parecido.
Me sonreí.
-          Ojalá me lleve bien con él. Es lo único que pido.
Meneó la cabeza de lado a lado.
-          No me parece posible que se lleven mal. Es muy ameno. Reservado si es. Pero también cortés. ¡Ah mira! ¡Ahí viene! – dijo señalando a mis espaldas.

Me giré y las rodillas me temblaron. El fantasma de una fantasía infantil y de una promesa sin cumplir me golpeó en la cara con rudeza dejándome débil y vulnerable.
Seguía casi igual desde la última vez que lo había visto. Un poco mayor quizá, pero es normal ya que los años no pasan en vano.
Durante unos segundos dejé de respirar y mi corazón latió desbocado. Sentí que el mareo se apoderó de cada parte de mi cuerpo.
-          ¿Bella? – exclamó Jacob alarmado - ¡Estás pálida!
Me tomó en brazos y me sentó en el suelo mientras me sostenía  espalda y cabeza con sus brazos. Me tendió en el piso para tomarme las pulsaciones en el interior de la muñeca. Mi conocimiento se esfumaba cada vez más.
-          ¿Qué le ocurre? – escuché su voz por primera vez en once largos años.
-          Se le bajó la tensión, creo. – Jake estaba frenético - ¡Embry! ¡Trae un maldito paramédico!
Estaba fuera de sí, como cada vez que me ocurría algo. Nunca había podido controlarse cuando era yo a quién tenía que atender.
-          Tranquilo, Black. Yo me encargo. – sentí unas manos más frescas en la nuca, que me giraban hacia el lado derecho - ¿Bella? ¿Bella Swan? – dijo después de unos segundos.
Yo no podía ver nada, unos puntos negros llenaban mi vista.
-          Sí. ¿La conoces? – preguntó mi amigo.
-          Por supuesto que sí. – exclamó seguro – Bella ¿Sabes quién soy? ¿puedes oírme?
No podía verlo, pero primero me llevaban al inframundo antes de olvidar ese rostro y esa voz.
Tomé aliento de donde pude para responder.
-          Sí. – mi voz sonó demasiado débil – Carlisle. – expresé segura. Luego me dejé ir.

Me desperté en una sala dispuesta para atender emergencias. Conocía esas instalaciones, era un tráiler de asistencia médica de Defensa Civil.
Me removí en la camilla y sentí un fuerte pinchazo en el brazo.
-          ¡Auch! – me quejé con voz pastosa.
-          Shhh. Descansa, cielo. – dijo Jacob, que tenía agarrada mi mano izquierda entre las suyas.
Me giré para verlo.
-          ¿Jake? ¿Qué me pasó? – fue una pregunta absurda, pero es que cuando me despertaba de los desmayos no estaba precisamente clara en el lugar y los hechos ocurridos.
-          Te desmayaste, Bella. – su mirada me recriminó antes que sus palabras – Ángela me dijo que lo único que habías ingerido en el día fue un café y un jugo. ¿Acaso quieres terminar anémica? ¿O quieres desmayarte a cada rato, como te pasaba antes?
Su suave voz me aturdía.
-          Perdón. Es que no sentí hambre. No te quise importunar en tus asuntos. – exclamé en un susurro.
-          A mí no me importa cuidarte, Bella. Si por mí fuera lo haría durante toda mi vida. Pero no quiero hacerlo  a expensas de que descuides tu salud. Eso no está bien…- mientras hablaba apretaba mis dedos entre los suyos.
Asentí sin fuerzas.
-          ¿Ya reaccionó? – preguntó al entrar en la sala.
Abrí los ojos de par en par. Como si me hubiesen dado un repentino corrientazo.
Recordé entonces por qué me había desmayado. Aparte del hecho de haber hecho hipoglicemia.
-          ¿Carlisle? – dije con más ánimo que antes.
-          Hola, nena. ¿Cómo te sientes? – se sentó a mi lado derecho.
-          Mareada y aturdida. – respondí de ipso facto.
-          Es normal. Pero la intravenosa te ayudará a compensarte. – me miró con dulzura y luego añadió – Sigues igual que cuando estabas pequeña. Miento; más hermosa. – me sonrió con displicencia.
No estaba para cumplidos. No en ese momento.
-          Gracias. – respondí sin muchos rodeos - ¿Ed…? – tomé aire - ¿Edward está aquí?
Meneó la cabeza de lado a lado.
-          No. – mi corazón se detuvo y los ojos me picaron. Tuve que morderme la lengua para no evidenciar mis sentimientos. – Está trabajando en una transnacional farmacéutica. Está en Canadá.
Casi gemí.
-          Me alegra que le vaya bien en su vida. – concluí con todo la entereza que pude.
Era absurdo pensar que después de once años él se recordase de la niña ilusa que le dio una esclava para que la recordara. Y aún más absurdo, el hecho de que una parte de mí siempre lo esperó por lo cual nunca fui capaz de ser feliz en ninguna estúpida relación que emprendiera.  
-          Debo ir a atender la logística. – se excusó Carlisle. – Ya que no estás en condiciones. Trata de descansar. Ya has hecho suficiente durante la semana.
Negué con la cabeza.
-          Yo voy con…- intenté ponerme de pie pero las fuerzas me flaquearon.
-          Debes reponerte. En estas condiciones no podrás hacer nada. Buscaré algo de comida para ti; porque si no; durarás desmayada hasta mañana en la mañana cuando partamos. – decía esto mientras sonreía con condescendencia.
Me alarmé.
-          No podemos partir temprano. Es que Gianna…
-          Esa joven necesitaba un buen tirón de orejas. Ahora está abajo recibiendo las provisiones. Todo está en perfecto orden. Buen trabajo, Swan. Si siempre eres así, trabajáremos muy bien juntos. – me guiñó un ojo.
Y si él solía colocar en su puesto a idiotas como Gianna con facilidad, pues yo también creía que podíamos trabajar bien juntos.
-          Gracias, director. – me sonrió y se fue.
Volteé hacia mi izquierda y me encontré con la mirada escrutadora de Jake.
-          ¿Qué pasa aquí, Bella? ¿Por qué te ha afectado tanto ver a Carlisle? ¿Quién es Edward? – olvidé lo bien que él me conocía. Era de suponerse que mis reacciones no le pasarían inadvertidas.
Respiré profundo y traté de aclarar las ideas. Aún seguía convaleciente.
-          Eran amigos de la familia. Me crié con él y…los suyos durante prácticamente toda mi niñez. Y Edward… - busqué las palabras correctas para no delatarme y para no herirlo a él. – Fue mi… mejor amigo durante esos años. Él único a decir verdad.
Posó toda su suspicacia en mí.
-          Lo querías mucho, ¿Cierto? – asentí - ¿Fueron…algo más? – lo miré confundida, pero aún así volví a asentir – Eso fue. – dijo para sí y bajó la vista.
No mencioné palabra alguna mientras él llegaba a conclusiones acerca de mí; pero yo las desconocía.
-          Es por él. – dijo como si hubiese tenido una revelación divina. Levantó su cara para sonreírme, pero en la misma no había felicidad sino incredulidad. – Por eso es que eres tan “cerrada” en cuanto a lo personal. ¿Acaso te dejó?
No le respondí. El nudo en mi garganta lo impidió.
-          Te dejó. – asintió - ¿Cómo no lo supe antes? Por eso reaccionaste así cuando viste a Carlisle.
Por primera vez en años tuve que hacer frente a mis demonios.
-          ¿Él es acaso su padre? – asentí - ¿Cuándo ocurrió?
Bajé la vista a los pies de la camilla.
-          Cuando era una niña. – no quise decir la edad. Como si eso le restara algo de  absurdo a mi comportamiento.
-          ¿Tanto te dolió?  - me acarició el rostro con el dorso de sus dedos. – Bells…no todos somos como él.
-          Sí. Lo sé. – sollocé.
<<Es esa la razón por la cual no estoy con ninguno…>>.


¡Wow! Por fin. Disculpen tanta ausencia niñ@s. Pero de verdad estuve de vacaciones y no tenía como publicar en las lejanías de la playa…jajajaja. Al menos eso sirvió para adelantar bastante. No tardaré en ponerme al corriente. ¡Pinkie Promess! Se les quiere.



4 comentarios:

  1. ES INTERSANTE TODA LA TRAMA, DISCULPA LA TARDANZA PERO ESTOS DIAS SON UN CORRE CORRE, ESPERO Q PRONTO PUBLIQUES EL PROXIMO CAPITULO.

    EXITOS Y BESOS SIS

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  2. Beeeeeells.. xfa publica el otro cap.. ya lleva tiempo de q no o haces :D

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  3. guauuu q super historia me encanto, es buenisima, besosss

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  4. Pronto..la semana que viene tendré la continuación de esta historia...Pinkie promess...

    que bueno que te gusten patriii...te espero seguido por aquí..=)

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