"REENCUENTRO CON EL PASADO"
Sus
manos necesitadas apretando mi cintura. El resto de mi cuerpo rugiendo por
poseerle. Y el sabor de los dulces fluidos que aun permanecían en mi boca; eran
el preludio perfecto para lo que haría con ella en apenas unos instantes.
Nuestras
ropas estaban hechas girones y tiradas en a–quien–coño-le-importa-donde, y los
sonidos de su respiración errática eran la sinfonía ideal que me instaba a
tomar su cuerpo y unirlo al mío sin miramientos. Como había esperado por esto…
Arrastró
sus uñas con más fuerza de la necesaria contra mi espalda, pero no pudo herirme
así que entre irónico y perversamente excitado le sonreí.
- ¿Quieres
lastimarme, Bella? – su gruñido respondió por ella, así que aproveché y la
penetré con mis dedos una vez más y luego me quedé quieto. – ¿Esto es una
agonía para ti y por eso quieres vengarte haciéndome daño? – moví mis dedos
índice y medio dentro de ella y para desesperación suya, me congelé de nuevo.
Bufó.
Descaradamente me reí en su cara.
- Para
mí también fue una agonía esperar por ti. – saqué mis dedos y repté por su
cuerpo hasta quedar posicionado entre sus muslos. Pegué mi boca a la suya pero
solo hasta que nuestras comisuras se rozaron, hice girar mis caderas para
acariciar su centro con mi sexo. Ronroneó.
- Eres
un bastardo…egoísta…
- Lo
sé. – tomé mi erección palpitante con mi mano y la posicioné en su entrada más
que lista para recibirme. Empujé hasta el fondo haciendo que se arqueara. La
curva de su cuello me sedujo y no le encontré el sentido a resistirme. Ya la
tenía entera ¿para qué negarme cualquier capricho? La mordí con mis incisivos
pero sin llegar a ser violento. Solo lo necesario para que ella se entregara
aún más al placer. Y por supuesto que lo conseguí…
- ¡Edward!
– salió de sus labios en un susurro mientras se apretaba contra mí.
Se
movió conmigo a un ritmo enardecido, dando rienda suelta a las pasiones que
llevábamos demasiado tiempo conteniendo. Mi miembro se inflamaba más y más
dentro de ella, que era tan estrecha, tan cálida…tan perfecta. Impulsó sus
caderas hacia arriba y las sujeté con una mano mientras que con el otro brazo
me apoyaba de la cabecera. La arremetí con fuerza. Pero lejos de quejarse, sus
piernas se entornaron en mi cuerpo afianzándose a mí.
No
busqué prologar ningún orgasmo, sabía que el cansancio no nos vencería ni nos
fallarían las fuerzas. Así que sin ahorrarle ni ahorrarme nada dejé que
nuestros seres se entregaran al placer del éxtasis.
Ese
primer orgasmos fue extenso, me derramé en ella como nunca lo había hecho con
nadie, lo cual tenía sentido si se tenía en cuenta que jamás me había
obsesionado así por alguien. Pero ese fue tan solo el comienzo de muchos
desahogos más. Mi Bella buscaba saciar su pasión al igual que yo.
Pero
lo que ambos no sospechábamos era que a partir de aquella vez, los dos nos
haríamos adictos a algo que era más fuerte que el sexo. A algo…que ambos
desconocíamos…sobre todo yo…
*****
Los
días con Isabella eran agridulces. Por un lado se había vuelto una maldita
testaruda que amaba llevarme la contraria hasta en la forma de decorar la casa.
Había tirado en una caja; que posteriormente sería destinada al confinamiento
en el ático de la granja; todos mis Sports Illustrated*. Eso sin mencionar que
me había hecho comprar todo un nuevo mobiliario, alegando que el anterior era
horrible, que la casa parecía lúgubre y dejaba al descubierto que en la casa
vivían vampiros. Los tres baños y medio pasaron de ser una ducha, un retrete y
un lavabo con espejo, a parecer una jodida sala de un spa contemporáneo.
Isabella se encargó de escoger sanitarios que parecían cualquier cosa menos
eso, lavamanos en pareja que estaban empotrados en una elegante y sobria mesa
de madera negra que contrastaba con el blanco de la cerámica, duchas ultra
modernas que simulaban la lluvia para el alivio del estrés y para nuestro baño
personal un jacuzzi con capacidad para cuatro personas. De ante mano le advertí
que no metería a ningún otro en esa bañera que no fuese yo, a lo que ella
sonrió y me dijo un desvergonzado: “Ya
veremos”.
Lo
más desesperante de todo fueron los siete días de remodelaciones sinfín, con
los malditos buitres fisicoculturistas que consiguió por albañiles, que encima
de todo no podían verla porque los ojos se les quedaban prendados en su
trasero; y para colmo, tras finalizar la obra; Bella se encargó de colocar un
revistero de madera negra a juego con el ambiente de los baños que contenían
una decena de revistas femeninas, siendo predominante la Cosmopolitan*, me
había arrastrado hasta su antigua casa para traer los números que tenía allá.
Esa era su biblia.
Pero
aquí viene lo irónico y lo dulce; la mentada revistita esa era su mejor mentora
a la hora de orientarla en posiciones sexuales; cabe destacar que este era el
medio con el que conseguía manipularme para conseguir lo que quisiera; y hasta
consejos de belleza. Así que después de tener los dos meses viviendo juntos;
peleando por el día y retozando por las no…Bueno, a cualquier hora; yo mismo
corría hasta la tienda por ella. ¡Larga vida a la Cosmo!, y la mejor parte
fueron, los días interminables en los centros comerciales los cuales podrían describirse
en una sola palabra “INSOPORTABLES”, corría de boutique en boutique, sin
mostrar el mínimo aburrimiento, y mientras yo servía de carrito de carga, ella insistía
en usarme también como estilista personal, rogaba a las horas tope para que la
dejaran entrar en las tiendas, digamos que su poder de convencimiento aumento
considerablemente desde su transformación. Las empleadas la dejaban pasar sin
tapujo y cumplían todos sus caprichos. Admito que no todo era tan malo, verla
lucir esas prietas faltas que caían desde su cintura hasta medio muslo no era
del todo un infierno, y eso sin dejar pasar los exquisitos modelos de victoria
secret que se había compra ahora que tenía una vida “sexualmente activa”; yo me
había enamorado perdidamente de uno negro con encajes grises, era exquisito,
sobre todo imaginarme a mi vampiresa en el, me volvía loco. Esas en resumidas
cuentas, eran todas las cosas que venían incluidas implícitamente en el
contrato que me hacia dueño de mi fría Bella.
Bueno,
después de todo ella no era frívola, y a pesar de su inicial posición
beligerante y su juramento de aborrecerme por el resto de nuestros días, Bella
se avocó a ser una compañera. No era una neurótica del orden, pero mantenía la
casa hermosa y de cierta manera le otorgaba una dulce calidez que jamás creí
posible.
Estaba
acostumbrado a ser visto con miedo, con admiración, con envidia e incluso con
deseo, pero había instantes en los que nuestros ojos se encontraban y ella
parecía querer decirme algo con su mirada. Pero muerto en vida, al fin y al
cabo, no supe como descifrarla.
Siendo
tan huraño y tan cerrado con mis cosas, jamás permití que alguien excepto
Jasper husmeara en mis cuentas, Bella en cambio de manera sutil se inmiscuyó en
mis negocios, recomendándome cómo manejarlos y en qué invertir. Resultó ser una
administradora de lo más sagaz, por lo cual la dejé colaborar.
En
resumidas cuentas, llevábamos una relación mejor de lo que yo había estimado.
Lo que la irritaba más, era no poder salir a los sitios que habituaba antes, le
había explicado más de una vez que eso era peligroso. Ninguno de sus antiguos
compañeros de trabajo podía verla. Si la reconocían, sabrían que algo le había
ocurrido y tratarían de averiguar lo que había sido.
- ¡Maldita
sea, Bella. Que no! – le grité exasperado. - No podemos acercarnos a tu
trabajo. No correré ese riesgo.
- ¡Estoy
harta de estar aquí! Quiero saber cómo están las cosas en la empresa después de
mi desaparición…
- ¡Exacto!
El mundo te cree desaparecida en acción. ¿Qué quieres? ¿Que te vea algún
conocido y te pregunte sobre lo que te pasó? Acepta de una maldita vez que tu
vida de mortal pasó. ¿Cuántas veces tendremos esta discusión? ¡Cuantas?!
- ¡Hasta
el momento en que decida irme de aquí! – se volteó y desapareció dejando una ráfaga
de viento hasta una habitación contigua a la nuestra. El portazo que dio
estremeció la granja entera.
La
seguí pero a mi propio ritmo, no pensaba darle el gusto de tenerme como un
perrito faldero tras ella. Cuando llegué a la puerta traté de girar la manilla
pero no pude. La había trancado con seguro.
- Bella.
Deja de ser tan infantil y ábreme.
- ¡Lárgate!
Eres él último que quiero ver y escuchar ahorita.
- Tarde
o temprano tienes que salir de allí…
- ¡Lárgate!
- ¡Es
mi casa!
- ¡Pues
te jodes! Tú me hiciste una prisionera de este lugar. Ahora te aguantas. – de
pronto su voz me llegó desde detrás de la puerta – No has tenido ni un
remordimiento de conciencia hacia lo que me has hecho. Perdí mi vida por tu
egoísmo, jamás me preguntaste si quería estar a tu lado. Solo decidiste lo que
fue más práctico para ti.
Buen
punto…una sonrisa llena de ironía cubrió mi boca aunque nadie pudiese verla.
- Si
crees que ese discursito de Lo–Dejé–Todo–por–Ti me conmueve, estás muy
equivocada.
Escuché
una carcajada seca del otro lado…
- Para
conmoverte tendrías que ser capaz de sentir algo. Y no eres capaz de eso,
Edward Cullen. Toda tu existencia gira en torno a ti, a tus deseos, a tus
caprichos, a tus designios y a tu voluntad. Piensas que el mundo exterior está
obligado a darte lo que te mereces puesto que te sientes el dueño y señor de
todo. Me das pena, Edward. Porque en dos años yo estaré libre de ti, pero no
habrá más nadie que te soporte. Ningún ser, sea de la especie que sea, puede
tener sentimientos por algo que es tan frío y tan vil.
Una
extraña presión se instaló en mi pecho al escuchar sus palabras…pero aún así,
no cedí.
- Nunca
te pedí que me quisieras, ni tuvieses sentimientos por mí. Tengo lo que quiero
de ti, que es tu cuerpo. Cualquier otra cosa es un plus, y puede ser
desechable.
Silencio…un
gran silencio se instaló en la casa. Ella no se movió de la puerta y no
contestó nada más. Con una vacía sensación de triunfo dí media vuelta y salí de
casa. Afuera llovía torrencialmente mientras yo me dedicaba a caminar de un
lado al lado para obligarme a calmarme.
“Me das pena, Edward. Porque en dos años yo
estaré libre de ti, pero no habrá más nadie que te soporte. Ningún ser, sea de
la especie que sea, puede tener sentimientos por algo que es tan frío y tan
vil”.
Sus
palabras resonaban en mi mente una y otra vez. Detestaba admitir que lo que me
había dicho me estaba carcomiendo. Tenía que ser su presencia constante, apenas
me reconocía. ¿En qué momento me había vuelto un blandengue con cargo de
conciencia?
Desde
la ventana de la habitación contigua a la nuestra vislumbre una penetrante y voraz
mirada, ¿odio?, ¿rencor?, ¿ganas de atravesarme tal vez?; Bella solo necesitaba
estar un poco molesta y podía fácilmente dejar de lado su calidez para
convertirse en la más fría del mundo. Se dejaron caer las cortinas en la habitación
y solo eso necesite para volver a mi estado de desgracia.
Tiré
de mi pelo con frustración. Mientras que una parte de mí no dejaba de gritarme
que había cometido el peor error de mi existencia, la otra me decía que había
hecho bien en sentar mi posición. Isabella se había pasado de la línea y alguien
tenía que marcarla de nuevo.
Traté
de poner mi mente en blanco dejando que el agua que se escurría por mi cuerpo
se llevara las presiones…
******
Una
hora después, cuando la lluvia amainó y me cansé de parecer trapeador de patio
exterior, pasé a la casa escurriendo agua por todos lados. Luego lo limpiaría.
Pasé directamente hasta la habitación en donde se había encerrado Isabella,
hacía rato atrás. La puerta seguía cerrada.
- Bella.
Ábreme, por favor. Vamos a hablar. – nada. Ni un ruido. – Ábreme. Sé que
llevamos las cosas a niveles innecesarios…
¡Nada!...La
preocupación me apretó el pecho. Golpeé la puerta con fuerza.
- ¡Isabella!
– giré la perilla y seguía trancada. Le di un punta pié a la puerta y la
arranqué del marco. No había nadie allí.
Solo
estaba abierta la ventana. Salí pitando de allí tratando de seguir su rastro
pero tras dar vueltas alrededor del perímetro de la granja durante una hora
completa, perdí las esperanzas. La condenada lluvia se había llevado su rastro.
Me
subí en mi automóvil, puesto que aun era de día y no quería correr riesgos de
ser visto corriendo por las azoteas de los edificios de New Hampshire. Cuando llegué
a su antigua residencia, me di cuenta que no había pasado por allí puesto que
su olor no estaba por las cercanías. Le pregunté por ella al viejo portero y me
dijo que no se le había vuelto a ver desde hacía dos meses atrás. Lo cual
estaba bien, ya que nos habíamos infiltrado en su apartamento en medio de la
madrugada, para evitar ser vistos y levantar sospechas. Sus compañeros de
trabajo habían reportado su ausencia con la policía, pero no habían podido dar
conmigo, puesto que nunca fueron hasta mi casa en los suburbios. Como había
llevado una magnífica labor, nadie pudo culparle de desfalco ni de nada por el
estilo.
No
tenían ni una pista por donde comenzar a buscarle. No tenía familia, pues era
hija única y sus padres habían muerto. No mantenía contacto con ningún familiar
lejano ni amigos que no estuviesen en su antigua empresa. Estaba bloqueado.
Estaba
perdido sin Bella, no solo volvía a mi soledad apabullante, sino que también
estaba vacío.
Las
siguientes dos semanas fueron infernalmente lentas. La jodida cama parecía un
stadium completamente vacío y no había querido cambiar el tendido pues el que
estaba aun guardaba restos de su olor y el mío mezclados. Veía su ropa, y la
respiración me fallaba. Tuve que reconocer que el monstruo se había debilitado.
Que ella lo había debilitado.
La
casa estaba callada, lúgubre y hasta desordenada por el desastre que armé en la
sala de estar en un acceso de ira. No me había alimentado desde la última vez
que lo había hecho con ella. No salía de casa, ni contestaba el teléfono, razón
por la cual mi socio Jasper apareció en la puerta de mi casa a las tres semanas
de la desaparición de Isabella.
- ¿Qué
demonios te ha pasado, Edward? – sabía lo que veía.
Un
prospecto desgreñado y cetrino sin contar lo ojeroso que estaba por la falta de
sangre.
Me
encogí de hombros ante él y lo dejé pasar antes de dejarme caer en el sofá más
cercano que comenzaba a mostrar rastros de polvo, ya que era un modular de
cuero negro. El material crujió y sonó al irse recogiendo bajo mi peso. Recosté
la cabeza en el mueble y le respondí:
- Se
fue, Hale. Isabella se fue.
- ¿Por
qué? Lo último que supe de ustedes es que les estaba yendo bien. – su tono era
neutro y sin ningún atisbo de emoción.
- Pues
sí, pero en medio de una discusión le dije cosas hirientes, luego tuve la
maravillosa idea de largarme una hora completa y cuando volví a casa ya no
estaba. Fue un día llovioso por lo cual su rastro se lo llevó el agua…- levanté
los brazos e hice una seña de falsa victoria levantando los brazos. - ¡Y heme
aquí! – los dejé caer de nuevo.
Jasper
se recostó en sus rodillas. Luego me sonrió misteriosamente.
- ¿Qué
harías si te digo que esto ya lo sabía desde antes de venir? – sus palabras me
parecieron incomprensibles por un segundo, pero no me dio chance a responder –
Te lo pondré así; ¿Qué harías si te digo que sé en donde está Isabella?
Me
levanté de golpe y le enfrenté, pero muy diferente a como lo haría el viejo
Edward, se lo pedí con desesperación en vez de ordenárselo:
- Por
favor, hale. Por lo que más quieras. Dame la dirección. ¿Cuánto quieres?
Él
se rió y por dios santo que sentí como si el fuego me recorría la venas…¿Se
estaba burlando de mí?
Meneó
la cabeza de lado a lado.
- No
necesito que me des dinero por eso, te considero un amigo. De una forma bizarra
y algo huraña, pero amigo al fin. – el alivio se apropió de mí al instante. – Y
me alegra ver que esa fachada de hielo tuya se está quebrando.
Otro
que lo notaba…intenté desmentirle, pero…¿Qué le diría? “estaba actuando así
para ver como reaccionabas” o mejor aún “es que estoy practicando para actor de
Broadway y quise entrar en personaje”. Cualquier opción me parecía ridícula,
así que finalmente lo admití.
- Ya
no soy el mismo, Hale. – de pronto revestí de dureza mi tono – Pero ni de
chiste creas que me he vuelto un blandengue.
- ¡Ja!
No lo creí posible, amigo mío. – se puso en pie y luego palmeó mi hombro antes
de mirarme con seriedad. – ¿Preparado para saber en dónde está ella? Aunque no
te va a gustar lo que te diré. – asentí – Primero prométeme que no serás un
cabrón tiránico cuando la encuentres.
- ¿Por
qué me dices eso?
- Porque
la he visto. He hablado con ella.
- ¿Y
no sospechó que fueses mi socio? - dije
escéptico.
Meneó
al cabeza.
- Le
dije que no conocía a ningún Edward Cullen. Y además influí en ella dándole una
sensación de confianza. – bastardo tramposo, era un bendito y oportuno bastardo
tramposo.
Luego
me paré a pensar.
- ¿Pero
como la localizaste?
- Esta
es la parte de la que te dije que no te gustaría saber. Ella está con una
familia de nuestra especie que me topé allá en Forks. Los conocía a unos pocos
días de haber llegado al lugar. ¿Puedes creer que no consumen humanos? – un ramalazo
de frío se coló por mi columna. Asintió y me dedicó una sonrisa torcida. – Ya
sabes de quién te hablo ¿cierto? Está con la familia de Carlisle.
- Pe…pero
¿cómo?
- ¿Cómo
se encontraron? Pues Carlisle estaba acá revisando unos negocios y para mala
suerte tuya estaba en el bosque cazando, cuando una muy extraviada y
desesperada Isabella se topó con dos de sus hijas adoptivas y ¡zas! Adoptada de
inmediato.
Caminé
de lado a lado intentando calmarme. No quería volver a ver a Carlisle en mi
vida, esperaba no tener que mirar de nuevo esos ojos topacios, pero él tenía
algo que no pensaba abandonar, quizás había hecho las cosas mal, pero las
enderezaría costara lo que costase.
- Reserva
los pasajes. – dije sin más hacia Jasper. El Edward calculador tenía que volver,
al menos por un rato, necesitaba mantenerme en mis cabales para pensar mejor. –
Voy a cambiarme y a preparar todo…
- Los
pasajes los compré antes de venir para acá. Imaginé que no querrías perder el
tiempo. – me sonrió con cara de A–poco–no–soy–el–mejor.
Lo
apunté con la mano mientras salía encaminado hasta la alcoba principal.
- Tienes
bien merecido un aumento. Te lo juro que sí.
Se
sentó y cruzó las piernas hasta dejar su tobillo encima de su muslo. Con la
mano me instó a apurarme.
- Muévete,
Cullen. El vuelo sale en una hora; allí discutiremos mi porcentaje de aumento
por semejante eficiencia.
Y
por primera vez en sesenta años experimenté lo que era la esperanza.
*****
Unas
cuantas horas después estábamos en un taxi encaminados hacia la mansión de “Los
Cullen”. Me sentía ansioso. ¿Qué haría Carlisle cuando me viese en su puerta?
De seguro me correría. ¿Isabella? ¿Cómo reaccionaría cuando llegase hasta ella?
¿Me dejaría acercarme? En medio de esas cavilaciones Jasper me anunció que
habíamos llegado a nuestro destino.
Una
casa inmensa y de líneas modernas apareció después de quien sabe cuántos
kilómetros de bosque. Era como si hubiese aparecido simplemente entre aquel
paisaje, y aún así no rompía la armonía de este. Unos grandes ventanales de
cristal se extendían por el frente y unas escaleras de madera eran en preludio
a una puerta ancha y pomposa que daba acceso al interior de la gran casona.
Como
vampiros, gozábamos de un sentido del oído excepcional. Así que antes de que el
carro estacionase salió Carlisle en compañía de una hermosa mujer con el
cabello color caramelo y unas facciones que irradiaban calidez.
Al
ver a mi socio salir del auto ambos sonrieron y salieron a su encuentro. Pude
darme cuenta que se habían hecho muy buenas amigos. Después de saludarse tomé
un respiro y salí del auto.
Carlisle
se quedó ipso facto mientras que el taxi se perdía entre el follaje natural.
Caminé
hasta el comienzo de la escalera sin subirla.
- Buenas
noches, Carlisle.
Él
asintió y se separó de la mujer para llegar hasta mí.
- Buenas
noches, Edward.
Sin
demasiadas vueltas y rodeos, decidí ir al grano:
- Tienes
algo mío y vengo por ella. ¿En dónde está Isabella?
*Sport Illustrated: Revista americana de deportes.
*Cosmopolitan: Revista femenina re conocida a nivel mundial.
Bueno chicas,
como siempre aquí les dejo mi actualización! Esperando que me dejen su
comentario *0* saben que son el por qué para seguir escribiendo…sus comentarios
me llenan de entusiasmo para continuar mis historias…un beso!!
Marie K Matthew.
Excelente capi... PORFA TRATA DE ACTUALIZAR MAS SEGUIDO :)
ResponderEliminarEsta historia me encanta...
Felicidades, escribes muy lindo.
OMG cariño este capitulo fue genial ,parece que el duro y frio Edward la esta pasando mal sin su Bella ,que sorpresa se encontrara cuando la encuentre....Sigue asi nena...Besos y gracias por publicar....
ResponderEliminarMarieeeee me he enamorado de esta historia!! me encanta, aunque ya te lo dije jaja xDD
ResponderEliminarestoy deseando que Bella no perdone a Edward, que se joda! jajajaja
va a mis favoritas junto con Tirano, ahora te acosare por el twitter para que actualizes!
Hola me encanto el capi edward si que se paso y ahora tendra que pagar las consecuencias de lo que hizo de verdad espero que cambie aunque no creo que bella se lo vaya a poner facil en espera del siguiente capi
ResponderEliminarsaludos y abrazos desde Mexico
Hola acabo de comenzar a leer está historia y me ha facinadom me he leído los 10 capitúlos de una vez, Eres increible, favor siguela escribiendo, esta súper interesantes.
ResponderEliminarUff, me voy poniendo al dia despacito jajaj, buien capi, Edward esta enamoradooooooo!!!! Aunque no se de cuenta jajjajaj
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