jueves, 13 de octubre de 2011

Anhelo desde la Oscuridad - Décimo Capítulo:



 "REENCUENTRO CON EL PASADO"

Sus manos necesitadas apretando mi cintura. El resto de mi cuerpo rugiendo por poseerle. Y el sabor de los dulces fluidos que aun permanecían en mi boca; eran el preludio perfecto para lo que haría con ella en apenas unos instantes.
Nuestras ropas estaban hechas girones y tiradas en a–quien–coño-le-importa-donde, y los sonidos de su respiración errática eran la sinfonía ideal que me instaba a tomar su cuerpo y unirlo al mío sin miramientos. Como había esperado por esto…
Arrastró sus uñas con más fuerza de la necesaria contra mi espalda, pero no pudo herirme así que entre irónico y perversamente excitado le sonreí.
-       ¿Quieres lastimarme, Bella? – su gruñido respondió por ella, así que aproveché y la penetré con mis dedos una vez más y luego me quedé quieto. – ¿Esto es una agonía para ti y por eso quieres vengarte haciéndome daño? – moví mis dedos índice y medio dentro de ella y para desesperación suya, me congelé de nuevo.
Bufó.
 Descaradamente me reí en su cara.
-       Para mí también fue una agonía esperar por ti. – saqué mis dedos y repté por su cuerpo hasta quedar posicionado entre sus muslos. Pegué mi boca a la suya pero solo hasta que nuestras comisuras se rozaron, hice girar mis caderas para acariciar su centro con mi sexo. Ronroneó. 
-       Eres un bastardo…egoísta…
-       Lo sé. – tomé mi erección palpitante con mi mano y la posicioné en su entrada más que lista para recibirme. Empujé hasta el fondo haciendo que se arqueara. La curva de su cuello me sedujo y no le encontré el sentido a resistirme. Ya la tenía entera ¿para qué negarme cualquier capricho? La mordí con mis incisivos pero sin llegar a ser violento. Solo lo necesario para que ella se entregara aún más al placer. Y por supuesto que lo conseguí…
-       ¡Edward! – salió de sus labios en un susurro mientras se apretaba contra mí.
Se movió conmigo a un ritmo enardecido, dando rienda suelta a las pasiones que llevábamos demasiado tiempo conteniendo. Mi miembro se inflamaba más y más dentro de ella, que era tan estrecha, tan cálida…tan perfecta. Impulsó sus caderas hacia arriba y las sujeté con una mano mientras que con el otro brazo me apoyaba de la cabecera. La arremetí con fuerza. Pero lejos de quejarse, sus piernas se entornaron en mi cuerpo afianzándose a mí.
No busqué prologar ningún orgasmo, sabía que el cansancio no nos vencería ni nos fallarían las fuerzas. Así que sin ahorrarle ni ahorrarme nada dejé que nuestros seres se entregaran al placer del éxtasis.
Ese primer orgasmos fue extenso, me derramé en ella como nunca lo había hecho con nadie, lo cual tenía sentido si se tenía en cuenta que jamás me había obsesionado así por alguien. Pero ese fue tan solo el comienzo de muchos desahogos más. Mi Bella buscaba saciar su pasión al igual que yo.
Pero lo que ambos no sospechábamos era que a partir de aquella vez, los dos nos haríamos adictos a algo que era más fuerte que el sexo. A algo…que ambos desconocíamos…sobre todo yo…
*****
Los días con Isabella eran agridulces. Por un lado se había vuelto una maldita testaruda que amaba llevarme la contraria hasta en la forma de decorar la casa. Había tirado en una caja; que posteriormente sería destinada al confinamiento en el ático de la granja; todos mis Sports Illustrated*. Eso sin mencionar que me había hecho comprar todo un nuevo mobiliario, alegando que el anterior era horrible, que la casa parecía lúgubre y dejaba al descubierto que en la casa vivían vampiros. Los tres baños y medio pasaron de ser una ducha, un retrete y un lavabo con espejo, a parecer una jodida sala de un spa contemporáneo. Isabella se encargó de escoger sanitarios que parecían cualquier cosa menos eso, lavamanos en pareja que estaban empotrados en una elegante y sobria mesa de madera negra que contrastaba con el blanco de la cerámica, duchas ultra modernas que simulaban la lluvia para el alivio del estrés y para nuestro baño personal un jacuzzi con capacidad para cuatro personas. De ante mano le advertí que no metería a ningún otro en esa bañera que no fuese yo, a lo que ella sonrió y me dijo un desvergonzado: “Ya veremos”.
Lo más desesperante de todo fueron los siete días de remodelaciones sinfín, con los malditos buitres fisicoculturistas que consiguió por albañiles, que encima de todo no podían verla porque los ojos se les quedaban prendados en su trasero; y para colmo, tras finalizar la obra; Bella se encargó de colocar un revistero de madera negra a juego con el ambiente de los baños que contenían una decena de revistas femeninas, siendo predominante la Cosmopolitan*, me había arrastrado hasta su antigua casa para traer los números que tenía allá. Esa era su biblia.
Pero aquí viene lo irónico y lo dulce; la mentada revistita esa era su mejor mentora a la hora de orientarla en posiciones sexuales; cabe destacar que este era el medio con el que conseguía manipularme para conseguir lo que quisiera; y hasta consejos de belleza. Así que después de tener los dos meses viviendo juntos; peleando por el día y retozando por las no…Bueno, a cualquier hora; yo mismo corría hasta la tienda por ella. ¡Larga vida a la Cosmo!, y la mejor parte fueron, los días interminables en los centros comerciales los cuales podrían describirse en una sola palabra “INSOPORTABLES”, corría de boutique en boutique, sin mostrar el mínimo aburrimiento, y mientras yo servía de carrito de carga, ella insistía en usarme también como estilista personal, rogaba a las horas tope para que la dejaran entrar en las tiendas, digamos que su poder de convencimiento aumento considerablemente desde su transformación. Las empleadas la dejaban pasar sin tapujo y cumplían todos sus caprichos. Admito que no todo era tan malo, verla lucir esas prietas faltas que caían desde su cintura hasta medio muslo no era del todo un infierno, y eso sin dejar pasar los exquisitos modelos de victoria secret que se había compra ahora que tenía una vida “sexualmente activa”; yo me había enamorado perdidamente de uno negro con encajes grises, era exquisito, sobre todo imaginarme a mi vampiresa en el, me volvía loco. Esas en resumidas cuentas, eran todas las cosas que venían incluidas implícitamente en el contrato que me hacia dueño de mi fría Bella.
Bueno, después de todo ella no era frívola, y a pesar de su inicial posición beligerante y su juramento de aborrecerme por el resto de nuestros días, Bella se avocó a ser una compañera. No era una neurótica del orden, pero mantenía la casa hermosa y de cierta manera le otorgaba una dulce calidez que jamás creí posible.
Estaba acostumbrado a ser visto con miedo, con admiración, con envidia e incluso con deseo, pero había instantes en los que nuestros ojos se encontraban y ella parecía querer decirme algo con su mirada. Pero muerto en vida, al fin y al cabo, no supe como descifrarla.
Siendo tan huraño y tan cerrado con mis cosas, jamás permití que alguien excepto Jasper husmeara en mis cuentas, Bella en cambio de manera sutil se inmiscuyó en mis negocios, recomendándome cómo manejarlos y en qué invertir. Resultó ser una administradora de lo más sagaz, por lo cual la dejé colaborar.
En resumidas cuentas, llevábamos una relación mejor de lo que yo había estimado. Lo que la irritaba más, era no poder salir a los sitios que habituaba antes, le había explicado más de una vez que eso era peligroso. Ninguno de sus antiguos compañeros de trabajo podía verla. Si la reconocían, sabrían que algo le había ocurrido y tratarían de averiguar lo que había sido.  
-       ¡Maldita sea, Bella. Que no! – le grité exasperado. - No podemos acercarnos a tu trabajo. No correré ese riesgo.
-       ¡Estoy harta de estar aquí! Quiero saber cómo están las cosas en la empresa después de mi desaparición…
-       ¡Exacto! El mundo te cree desaparecida en acción. ¿Qué quieres? ¿Que te vea algún conocido y te pregunte sobre lo que te pasó? Acepta de una maldita vez que tu vida de mortal pasó. ¿Cuántas veces tendremos esta discusión? ¡Cuantas?!
-       ¡Hasta el momento en que decida irme de aquí! – se volteó y desapareció dejando una ráfaga de viento hasta una habitación contigua a la nuestra. El portazo que dio estremeció la granja entera.
La seguí pero a mi propio ritmo, no pensaba darle el gusto de tenerme como un perrito faldero tras ella. Cuando llegué a la puerta traté de girar la manilla pero no pude. La había trancado con seguro.
-       Bella. Deja de ser tan infantil y ábreme.
-       ¡Lárgate! Eres él último que quiero ver y escuchar ahorita.
-       Tarde o temprano tienes que salir de allí…
-       ¡Lárgate!
-       ¡Es mi casa!
-       ¡Pues te jodes! Tú me hiciste una prisionera de este lugar. Ahora te aguantas. – de pronto su voz me llegó desde detrás de la puerta – No has tenido ni un remordimiento de conciencia hacia lo que me has hecho. Perdí mi vida por tu egoísmo, jamás me preguntaste si quería estar a tu lado. Solo decidiste lo que fue más práctico para ti.
Buen punto…una sonrisa llena de ironía cubrió mi boca aunque nadie pudiese verla.
-       Si crees que ese discursito de Lo–Dejé–Todo–por–Ti me conmueve, estás muy equivocada.
Escuché una carcajada seca del otro lado…
-       Para conmoverte tendrías que ser capaz de sentir algo. Y no eres capaz de eso, Edward Cullen. Toda tu existencia gira en torno a ti, a tus deseos, a tus caprichos, a tus designios y a tu voluntad. Piensas que el mundo exterior está obligado a darte lo que te mereces puesto que te sientes el dueño y señor de todo. Me das pena, Edward. Porque en dos años yo estaré libre de ti, pero no habrá más nadie que te soporte. Ningún ser, sea de la especie que sea, puede tener sentimientos por algo que es tan frío y tan vil.
Una extraña presión se instaló en mi pecho al escuchar sus palabras…pero aún así, no cedí.
-       Nunca te pedí que me quisieras, ni tuvieses sentimientos por mí. Tengo lo que quiero de ti, que es tu cuerpo. Cualquier otra cosa es un plus, y puede ser desechable.
Silencio…un gran silencio se instaló en la casa. Ella no se movió de la puerta y no contestó nada más. Con una vacía sensación de triunfo dí media vuelta y salí de casa. Afuera llovía torrencialmente mientras yo me dedicaba a caminar de un lado al lado para obligarme a calmarme.
Me das pena, Edward. Porque en dos años yo estaré libre de ti, pero no habrá más nadie que te soporte. Ningún ser, sea de la especie que sea, puede tener sentimientos por algo que es tan frío y tan vil”.
Sus palabras resonaban en mi mente una y otra vez. Detestaba admitir que lo que me había dicho me estaba carcomiendo. Tenía que ser su presencia constante, apenas me reconocía. ¿En qué momento me había vuelto un blandengue con cargo de conciencia?
Desde la ventana de la habitación contigua a la nuestra vislumbre una penetrante y voraz mirada, ¿odio?, ¿rencor?, ¿ganas de atravesarme tal vez?; Bella solo necesitaba estar un poco molesta y podía fácilmente dejar de lado su calidez para convertirse en la más fría del mundo. Se dejaron caer las cortinas en la habitación y solo eso necesite para volver a mi estado de desgracia.
Tiré de mi pelo con frustración. Mientras que una parte de mí no dejaba de gritarme que había cometido el peor error de mi existencia, la otra me decía que había hecho bien en sentar mi posición. Isabella se había pasado de la línea y alguien tenía que marcarla de nuevo.
Traté de poner mi mente en blanco dejando que el agua que se escurría por mi cuerpo se llevara las presiones…
******
Una hora después, cuando la lluvia amainó y me cansé de parecer trapeador de patio exterior, pasé a la casa escurriendo agua por todos lados. Luego lo limpiaría. Pasé directamente hasta la habitación en donde se había encerrado Isabella, hacía rato atrás. La puerta seguía cerrada.
-       Bella. Ábreme, por favor. Vamos a hablar. – nada. Ni un ruido. – Ábreme. Sé que llevamos las cosas a niveles innecesarios…
¡Nada!...La preocupación me apretó el pecho. Golpeé la puerta con fuerza.
-       ¡Isabella! – giré la perilla y seguía trancada. Le di un punta pié a la puerta y la arranqué del marco. No había nadie allí.
Solo estaba abierta la ventana. Salí pitando de allí tratando de seguir su rastro pero tras dar vueltas alrededor del perímetro de la granja durante una hora completa, perdí las esperanzas. La condenada lluvia se había llevado su rastro.

Me subí en mi automóvil, puesto que aun era de día y no quería correr riesgos de ser visto corriendo por las azoteas de los edificios de New Hampshire. Cuando llegué a su antigua residencia, me di cuenta que no había pasado por allí puesto que su olor no estaba por las cercanías. Le pregunté por ella al viejo portero y me dijo que no se le había vuelto a ver desde hacía dos meses atrás. Lo cual estaba bien, ya que nos habíamos infiltrado en su apartamento en medio de la madrugada, para evitar ser vistos y levantar sospechas. Sus compañeros de trabajo habían reportado su ausencia con la policía, pero no habían podido dar conmigo, puesto que nunca fueron hasta mi casa en los suburbios. Como había llevado una magnífica labor, nadie pudo culparle de desfalco ni de nada por el estilo.

No tenían ni una pista por donde comenzar a buscarle. No tenía familia, pues era hija única y sus padres habían muerto. No mantenía contacto con ningún familiar lejano ni amigos que no estuviesen en su antigua empresa. Estaba bloqueado.
Estaba perdido sin Bella, no solo volvía a mi soledad apabullante, sino que también estaba vacío.
Las siguientes dos semanas fueron infernalmente lentas. La jodida cama parecía un stadium completamente vacío y no había querido cambiar el tendido pues el que estaba aun guardaba restos de su olor y el mío mezclados. Veía su ropa, y la respiración me fallaba. Tuve que reconocer que el monstruo se había debilitado. Que ella lo había debilitado.

La casa estaba callada, lúgubre y hasta desordenada por el desastre que armé en la sala de estar en un acceso de ira. No me había alimentado desde la última vez que lo había hecho con ella. No salía de casa, ni contestaba el teléfono, razón por la cual mi socio Jasper apareció en la puerta de mi casa a las tres semanas de la desaparición de Isabella.

-       ¿Qué demonios te ha pasado, Edward? – sabía lo que veía.
Un prospecto desgreñado y cetrino sin contar lo ojeroso que estaba por la falta de sangre.
Me encogí de hombros ante él y lo dejé pasar antes de dejarme caer en el sofá más cercano que comenzaba a mostrar rastros de polvo, ya que era un modular de cuero negro. El material crujió y sonó al irse recogiendo bajo mi peso. Recosté la cabeza en el mueble y le respondí:
-       Se fue, Hale. Isabella se fue.
-       ¿Por qué? Lo último que supe de ustedes es que les estaba yendo bien. – su tono era neutro y sin ningún atisbo de emoción.
-       Pues sí, pero en medio de una discusión le dije cosas hirientes, luego tuve la maravillosa idea de largarme una hora completa y cuando volví a casa ya no estaba. Fue un día llovioso por lo cual su rastro se lo llevó el agua…- levanté los brazos e hice una seña de falsa victoria levantando los brazos. - ¡Y heme aquí! – los dejé caer de nuevo.
Jasper se recostó en sus rodillas. Luego me sonrió misteriosamente.
-       ¿Qué harías si te digo que esto ya lo sabía desde antes de venir? – sus palabras me parecieron incomprensibles por un segundo, pero no me dio chance a responder – Te lo pondré así; ¿Qué harías si te digo que sé en donde está Isabella?
Me levanté de golpe y le enfrenté, pero muy diferente a como lo haría el viejo Edward, se lo pedí con desesperación en vez de ordenárselo:
-       Por favor, hale. Por lo que más quieras. Dame la dirección. ¿Cuánto quieres?
Él se rió y por dios santo que sentí como si el fuego me recorría la venas…¿Se estaba burlando de mí?
Meneó la cabeza de lado a lado.
-       No necesito que me des dinero por eso, te considero un amigo. De una forma bizarra y algo huraña, pero amigo al fin. – el alivio se apropió de mí al instante. – Y me alegra ver que esa fachada de hielo tuya se está quebrando.
Otro que lo notaba…intenté desmentirle, pero…¿Qué le diría? “estaba actuando así para ver como reaccionabas” o mejor aún “es que estoy practicando para actor de Broadway y quise entrar en personaje”. Cualquier opción me parecía ridícula, así que finalmente lo admití.
-       Ya no soy el mismo, Hale. – de pronto revestí de dureza mi tono – Pero ni de chiste creas que me he vuelto un blandengue.
-       ¡Ja! No lo creí posible, amigo mío. – se puso en pie y luego palmeó mi hombro antes de mirarme con seriedad. – ¿Preparado para saber en dónde está ella? Aunque no te va a gustar lo que te diré. – asentí – Primero prométeme que no serás un cabrón tiránico cuando la encuentres.
-       ¿Por qué me dices eso?
-       Porque la he visto. He hablado con ella.
-       ¿Y no sospechó que fueses mi socio?  - dije escéptico.
Meneó al cabeza.
-       Le dije que no conocía a ningún Edward Cullen. Y además influí en ella dándole una sensación de confianza. – bastardo tramposo, era un bendito y oportuno bastardo tramposo.
Luego me paré a pensar.
-       ¿Pero como la localizaste?
-       Esta es la parte de la que te dije que no te gustaría saber. Ella está con una familia de nuestra especie que me topé allá en Forks. Los conocía a unos pocos días de haber llegado al lugar. ¿Puedes creer que no consumen humanos? – un ramalazo de frío se coló por mi columna. Asintió y me dedicó una sonrisa torcida. – Ya sabes de quién te hablo ¿cierto? Está con la familia de Carlisle.
-       Pe…pero ¿cómo?
-       ¿Cómo se encontraron? Pues Carlisle estaba acá revisando unos negocios y para mala suerte tuya estaba en el bosque cazando, cuando una muy extraviada y desesperada Isabella se topó con dos de sus hijas adoptivas y ¡zas! Adoptada de inmediato.
Caminé de lado a lado intentando calmarme. No quería volver a ver a Carlisle en mi vida, esperaba no tener que mirar de nuevo esos ojos topacios, pero él tenía algo que no pensaba abandonar, quizás había hecho las cosas mal, pero las enderezaría costara lo que costase.
-       Reserva los pasajes. – dije sin más hacia Jasper. El Edward calculador tenía que volver, al menos por un rato, necesitaba mantenerme en mis cabales para pensar mejor. – Voy a cambiarme y a preparar todo…
-       Los pasajes los compré antes de venir para acá. Imaginé que no querrías perder el tiempo. – me sonrió con cara de A–poco–no–soy–el–mejor.
Lo apunté con la mano mientras salía encaminado hasta la alcoba principal.
-       Tienes bien merecido un aumento. Te lo juro que sí.
Se sentó y cruzó las piernas hasta dejar su tobillo encima de su muslo. Con la mano me instó a apurarme.
-       Muévete, Cullen. El vuelo sale en una hora; allí discutiremos mi porcentaje de aumento por semejante eficiencia.
Y por primera vez en sesenta años experimenté lo que era la esperanza.

*****

Unas cuantas horas después estábamos en un taxi encaminados hacia la mansión de “Los Cullen”. Me sentía ansioso. ¿Qué haría Carlisle cuando me viese en su puerta? De seguro me correría. ¿Isabella? ¿Cómo reaccionaría cuando llegase hasta ella? ¿Me dejaría acercarme? En medio de esas cavilaciones Jasper me anunció que habíamos llegado a nuestro destino.
Una casa inmensa y de líneas modernas apareció después de quien sabe cuántos kilómetros de bosque. Era como si hubiese aparecido simplemente entre aquel paisaje, y aún así no rompía la armonía de este. Unos grandes ventanales de cristal se extendían por el frente y unas escaleras de madera eran en preludio a una puerta ancha y pomposa que daba acceso al interior de la gran casona.
Como vampiros, gozábamos de un sentido del oído excepcional. Así que antes de que el carro estacionase salió Carlisle en compañía de una hermosa mujer con el cabello color caramelo y unas facciones que irradiaban calidez.
Al ver a mi socio salir del auto ambos sonrieron y salieron a su encuentro. Pude darme cuenta que se habían hecho muy buenas amigos. Después de saludarse tomé un respiro y salí del auto.
Carlisle se quedó ipso facto mientras que el taxi se perdía entre el follaje natural.
Caminé hasta el comienzo de la escalera sin subirla.
-       Buenas noches, Carlisle.
Él asintió y se separó de la mujer para llegar hasta mí.
-       Buenas noches, Edward.
Sin demasiadas vueltas y rodeos, decidí ir al grano:
-       Tienes algo mío y vengo por ella. ¿En dónde está Isabella?

*Sport Illustrated: Revista americana de deportes.
*Cosmopolitan: Revista femenina re conocida a nivel mundial.


Bueno chicas, como siempre aquí les dejo mi actualización! Esperando que me dejen su comentario *0* saben que son el por qué para seguir escribiendo…sus comentarios me llenan de entusiasmo para continuar mis historias…un beso!!
Marie K Matthew.

6 comentarios:

  1. Excelente capi... PORFA TRATA DE ACTUALIZAR MAS SEGUIDO :)

    Esta historia me encanta...

    Felicidades, escribes muy lindo.

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  2. OMG cariño este capitulo fue genial ,parece que el duro y frio Edward la esta pasando mal sin su Bella ,que sorpresa se encontrara cuando la encuentre....Sigue asi nena...Besos y gracias por publicar....

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  3. Marieeeee me he enamorado de esta historia!! me encanta, aunque ya te lo dije jaja xDD

    estoy deseando que Bella no perdone a Edward, que se joda! jajajaja

    va a mis favoritas junto con Tirano, ahora te acosare por el twitter para que actualizes!

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  4. Hola me encanto el capi edward si que se paso y ahora tendra que pagar las consecuencias de lo que hizo de verdad espero que cambie aunque no creo que bella se lo vaya a poner facil en espera del siguiente capi
    saludos y abrazos desde Mexico

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  5. Hola acabo de comenzar a leer está historia y me ha facinadom me he leído los 10 capitúlos de una vez, Eres increible, favor siguela escribiendo, esta súper interesantes.

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  6. Uff, me voy poniendo al dia despacito jajaj, buien capi, Edward esta enamoradooooooo!!!! Aunque no se de cuenta jajjajaj

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