“En Busca de Redención”
"Matarla"
Leí la palabra en su rostro y mente, aunque de ipso facto una respuesta salió de mi boca.
—Sobre mi cadáver —gruñí—. ¡Intenta ver
en donde están ahora!
—Edward, mi don predice, no ve en
tiempo real…
—¡Entonces ve hacia donde carajos se
dirigen! ¡Necesito saber en donde están!
La velocidad del marcador descendió de
180 a 120 km por hora, y a pesar de que los Porsches
911 Turbo tienen una excelente reputación entre los más lujosos deportivos
del mundo; en ese momento se me antojaba más como un morrocoy cojo que avanzaba
con lentitud exasperante. Sus ojos apuntaban a la carretera pero su mente se
iba colocando en blanco para darle paso a imágenes. Imágenes que mostraban un
Camaro SS negro con bandas blancas del 67 volteado. No hace falta decir que se
me hizo un hueco en la boca del estómago, y eso fue antes de sobresaltarme al
verlo explotar en una gran llamarada. ¿En dónde carajos estaba Isabella? No
podía estar ahí dentro…
El violento retumbar de la bocina de un
camión cargado de troncos de pinos y cedros nos sacó a ambos del estupor. Alice
giró con presteza a la derecha y volvió a entrar en el sentido correcto de la
carretera.
Treinta segundos después, una explosión
inundó de humo las alturas aproximadamente a diez kilómetros de donde
estábamos.
—¡Mierda! —gritó Alice.
—¡Muévete, Alice! ¡Muévete!
El Porsche derrapó un poco en la curva,
haciendo que los neumáticos levantaran un aullido en medio del ahora demasiado
silencioso camino. Aunque gracias al muy desarrollado sentido del oído podía
escuchar el exasperante crepitar de las llamas del auto que había explotado.
Por dentro me devanaba los sesos rezándole al Dios de las alturas y de
cualquier religión, que no hubiese permitido que Bella estuviese en ese
automóvil cuando explotó, puesto que nuestra ponzoña que nos recorre todo el
cuerpo funciona como un combustible. Cosa que es muy beneficiosa cuando se
trata de un adversario a eliminar, pero cuando tu mujer está involucrada en un
incendio es un puto dolor de cabeza.
En unos tortuosos tres minutos más de
camino llegamos al sitio del suceso y me tiré del carro prácticamente, me asomé
lo más que pude entre las flamas que olía a cuero, caucho y otras cosas
achicharradas. No vi nada más que asientos ya comidos por el fuego, y lo que
quedaba de ellos estaba siendo destruido frente a mis ojos. El Camaro estaba boca arriba pero ninguno
de sus ocupantes parecía estar allí, así que tanto Alice como yo nos lanzamos
en dirección al bosque siguiendo el rastro de ellos, que antes por la premura
de constatar si había alguien en el lugar del accidente; no habíamos notado. Mientras Alice y yo
corríamos siguiendo dicho rastro en medio del bosque sin decir absolutamente
nada, intentaba desesperadamente conseguir algún hilo de pensamiento tanto de
Jacob como de Tanya, pero nada. Al menos durante siete kilómetros adentro…
De pronto percibí una imagen de forcejeo. El bastardo
de Black sostenía a Isabella contra su cuerpo mientras ella se retorcía entre
sus brazos. Mientras la demente de Tanya se debatía entre dejar a su secuaz a
solas con su; según ella “enemiga”; o
acabarlos a ambos en una sola movida.
Pero ni confiaba en que él pudiese retenerla mucho tiempo más para que le permitiese a ella acabarle ni tampoco
en que no apareciera otro peligro para el cual pudiese necesitarle como aliado.
Este por su lado, estaba pensando en lo mucho que deseaba hacerme daño al
apartarla de mi lado, y a su vez trataba de conseguir una manera en la que
pudiese llevársela sin tener que ir arrastrándola y soportando los codazos que
le estaba clavando en las costillas. Su línea de pensamiento era como el de un
paciente con ataque psicótico… ¡Pero multiplicado por cien!
Una rabia fluyó en todo mi cuerpo y si
esto hubiese sido una de esas caricaturas de los Looney Tunes de seguro les hubiese aparecido una diana roja a los
dos justo sobre sus sesos. Porque mataría a Tanya y a Jacob con mis propias
manos, de eso no cabía ninguna duda.
Cuando solo quedaban unos cientos de
metros entre ellos y nosotros la mente de Alice comenzó a ver decisión tras
decisión que era tomada por “los otros”.
Si decidían correr, se detenían puesto que deducían; muy acertadamente; que
sería una persecución sin fin; y tras aventurarse a discutir unas cuantas
opciones más decidieron quedarse y hacernos frente; lo que solo dejaba una
opción. Alguien moriría. ¿Serían ellos a nuestras manos o nosotros intentando salvar
a mi Bella?
Eso fue algo que el don de Alice no me
respondió en aquel momento.
Fui el primero en irrumpir en el claro
y momentos después lo hizo una furibunda Alice, quien se plantó a mi lado
derecho con una ferocidad enmarcada en su perfil. Demostraba de qué lado estaba con suma
claridad. Frente a nosotros estaba una Tanya levemente agazapada, con la pierna
de adelante doblada hacia adelante ligeramente y la de atrás extendida
completamente, como una felina; se preparaba a atacar por supuesto, y por lo
que podía notar, miraba con rabia a Alice, quien acababa de ponerlos en
desventaja no solo por su don, sino porque nos disponía a luchar cuerpo a
cuerpo.
Bella se había quedado paralizada en
los brazos de Jacob por un segundo, clavó su mirada en mí y sus ojos
adquirieron un brillo de agradecimiento. Pero fue antes de que el muy bastardo
la tomase con fuerza de la cintura y la aplastase con más fuerza contra él.
Entonces mi autocontrol se hizo mierda.
—¡Suéltala! —rugí como una bestia en
medio de ese bosque—. Si tienes un poco de sentido de supervivencia, lo harás —Jacob
sonrió con ironía a la vez que la apretaba más contra sí. Isabella se removía
entre sus brazos y yo sin poderme contener ni un segundo más me eché encima de
él. En ese momento todo cambió vertiginosamente. Mientras que yo me lanzaba
contra Black, Alice lo hizo contra Tanya, quien a su vez pensaba hacer lo mismo
con Bella. Y esta última fue empujada por mí fuera de la prisión de los brazos
del maldito desequilibrado de Jacob Black.
Tanya trataba de lanzar golpes contra
Alice pero esta preveía cada uno de sus movimientos y los esquivaba con la
precisión de un maestro, en ese momento no pude evitar pensar que era alguien
menos por quién preocuparme. No siendo así con Bella, quién trataba de decidir
a quién apoyar en la lucha, si a su hermana o a mí. Yo, que en ese momento
estaba en plena repartición de puños con “El Renacido – Mal Nacido” alcé mi voz
y la miré por un segundo:
—¡Lárgate de aquí, Bella! ¡Vete con
Carlisle!
—¡No! —gritó ella y embistió contra
Tanya, quien en ese momento se había vuelto tratando de asestarle un nuevo
golpe a Alice. Bella logró hacerla caer al suelo y Alice aprovechó para
saltarle encima…
Entonces sentí como si una grúa de
carga larga acabase de estrellarse contra mí. Jacob Black acababa de
estrecharme entre sus brazos de manera aplastante. Su fuerza neonata me estaba
limitando a buscar una posible solución inteligente, pero aquello era más fácil
de decir que de hacer cuando alguien te está aplicando una llave con la fuerza
de una tracción equivalente a tres toneladas. Ciertas extremidades de mi cuerpo
chirriaban como si se estuviese doblando un poderoso acero, la sonrisa de
satisfacción de Jacob me insuflaba de ira a cada segundo; pudo haberme hecho
pedazos allí mismo, partiéndome por la mitad y arrojándome al fuego para
deshacerse de mí; pero por lo visto Tanya se guardaba los secretos de
destrucción de un inmortal para ella misma. Entonces aproveché un momento en el
que él aflojó la presa de sus brazos y lo empujé con todas mis fuerzas
restantes contra un viejísimo cedro de gran tamaño. El tronco se partió y cayó
llevándose consigo unos árboles más jóvenes. Se levantó con la ropa toda llena
de barro y musgo, bufando por la nariz y con la mirada encendida, que en ese
momento era negra azabache por la falta de caza.
—Te voy a matar —gruñó—. Te voy a
arrancar esa maldición que me dejaste a mí y que tú llamas eternidad —Los ojos
estaban un poco desenfocados, como si de un lunático se tratase. ¡Quizá eso era, maldita sea!
En semejante fase; con la ropa hecha harapos
y embarrada por todas partes, en posición de ataque con las manos engarfiadas y
la mirada enfurecida, era como ver la mismísima estampa de la venganza, la ira
y el odio formando un solo ser, lastima que yo estaba tan cabreado como para que
me importaran las consecuencias. Él había tomado algo que era mío, podía darse
por muerto. Punto final.
—Que yo sepa, mi objetivo era eliminarte
no darte vida eterna. ¿Quieres matar a quién te jodió la vida? Pues Tanya está
un poco más atrás de nosotros, por si querías saberlo —me encogí de hombros,
fingiendo desinterés—. Por mi parte te mataré igual. Tocaste a Bella contra su
voluntad; así que estás jodido, mi amigo. Date por muerto.
Me agazapé esperando su próximo
movimiento, el cual era sumamente previsible al impulsarse hacia delante para
atacarme frontalmente, así que lo esquivé y me paré a su espalda sonriéndole con
superioridad. Iba a disfrutar muchísimo al acabar con él y quería que fuese
lentamente. Volvió a saltar hacia adelante solo que en el último segundo giró
en mi misma dirección y por poco me atrapó, cosa que le debía al don de
velocidad que poseía.
—Estás aprendiendo, novato —le dije con
satisfacción casi profesional—. Lastima que no te servirá de nada cuando seas
ceniza.
—Tu soberbia será tu perdición, Cullen.
Y yo seré quien disfrute de tu fin. Eres una aberración de la naturaleza y
ahora yo también… —entonces comprendí el por qué de tal odio que me profesaba.
No era porque lo hubiese querido matar, ni siquiera porque Bella se hubiese
quedado conmigo después de todo; que era lo que yo pensaba; sino porque me
culpaba de su pérdida de humanidad. Y en eso tenía toda la razón— Pero voy a
corregir eso ahora mismo.
En una danza antinatural y letal,
corrimos, nos esquivamos, nos golpeamos repetidas veces y nos estampamos contra
el suelo más veces de las que pude contar. Varios metros detrás de donde ambos
luchábamos Tanya estaba dando una pelea más que formidable contra Bella y
Alice. Con ayuda de mi autocontrol; entre lo que cabe; trate de ignorarlas los
mas que pude, si me desviaba a escucharlas perdería concentración en mi batalla
y eso sí que sería letal. Aun así, imágenes de Tanya contra el suelo y golpes
contra Bella o Alice se filtraban en mi mente a cada momento. Estaba cerca del
límite de colapsar entre pelear y rechazar las imágenes mentales y estar alerta
para proteger a Bella.
Y fue precisamente eso lo que me
derrumbó…
Tanya era una luchadora ágil,
esquivando incansablemente los ataques de ambas y recuperándose de los que
recibía; se movía magistralmente por los límites de la presciencia de Alice,
respondiendo a sus ataques en vez de decidir sus movimientos. Obviamente
esperaba algún paso en falso de ella. Y sí que lo aprovechó mientras la pequeña
duendecilla daba una voltereta en el aire, Tanya se arrastró fuera de su
alcance impactando contra Isabella y desorientándola por un segundo, tiempo que
fue más que suficiente para que ésta pudiese tomarla por la cintura con una
mano y por el cuello con la otra. Alice se detuvo en medio de otro contraataque
que impactaría justo delante de la cabeza de ella, Bella lanzó un grito de
rabia y dolor cuando esta la asió con fuerza y le retorció la mano hasta una
posición antinatural, fue entonces cuando me giré dispuesto a hacer lo que ni
Alice ni ella habían hecho; matar a Tanya. Pero el maldito bastardo
desequilibrado tomó mi brazo con suma rapidez, tanta que ni siquiera pude hacer
nada cuando vi que pretendía arrancarme la extremidad de raíz y aunque deslicé
el brazo lo más rápido que pude el muy cabrón alcanzó mi mano izquierda
arrancándome los dedos anular y meñique.
Lancé un aullido de dolor que atravesó
el follaje y el relativo silencio del bosque que en ese momento se notaba
espectralmente silencioso.
—Awwww ¿te dolió, Cullen? ¡Pero si a
penas empezamos! —dijo Jacob con abierto desprecio, antes de dejarme atónito al
voltearse y tirar mis dedos lo más lejos que dio su fuerza. Lo cual se traducía
en kilómetros y kilómetros en donde podían caer. Me acababa de joder.
Ignoré la sensación de dolor y pérdida
y emprendí contra él de nuevo que se rió macabramente a rebotar contra el
suelo.
—Ponte de pie, maldito desequilibrado.
¡Ponte de pie! —le grité fuera de mí mismo— Quiero verte a la cara cuando te
mate. ¡Ponte de pie!
Se carcajeó y dejó caer la cabeza hacia
atrás mientras se burlaba, momento que aproveché para lanzarme contra su
yugular y arrancarle la cabeza de raíz, pero el tipo estaba preparado y
aprovechó su posición para impulsarme hasta atrás de él antes de girarse y
agazaparse para saltar. Con mi mano buena contra el suelo y las piernas medio
flexionadas me impulsé hasta chocar contra él en el aire y caer rodando, pero
entonces un grito de una voz terriblemente familiar me hizo girar la cabeza de
ipso facto en su dirección. Giré el tronco con presteza, levanté el antebrazo y
le incrusté en la nariz un buen golpe antes de bombearlo lejos y poder salir
corriendo hasta donde estaban las chicas y la psicópata. Tardé menos de tres
segundos en llegar. Alice tenía la cabeza de Tanya entre las manos, y el cuerpo
de esta estaba en el suelo retorciéndose en espasmos que daban más asco que la
ponzoña que derramaba la cabeza chorreante.
Bella se giró cuando me sintió y se
estaba acercando cuando volví a notar a Black cerca. Me giré interceptando un
golpe que iba directo a mi espalda. Escuché a Bella gritar mi nombre
aterrorizada y a Alice llamarla con rudeza para que le ayudase a desmembrar a
Tanya con rapidez para luego prender una pira con sus restos. Pude ver como en
la mente de Jacob se dibujaban distintas escenas en las que planeaba hacer lo
mismo. Alice le acaba de informar como es que se mataba un inmortal. ¡Maldición!
—¡Isabella, concéntrate! Si las llamas
te tocan lo suficiente arderás como si estuvieses cubierta de gasolina. La
ponzoña es combustible.
Mientras Alice le explicaba entre
nerviosa y atareada a Isabella como debía hacer las cosas. Jacob y yo nos
adentrábamos en la lucha y yo trataba de alejarlo lo más posible de ellas. No
quería que Bella viese como asesinaría a su “ex amigo”. Su única conexión con
su vida anterior. Así que cuando estuvimos lo suficientemente lejos me volví
más feroz en mis movimientos y tiraba a matar de una vez por todas, se había
acabado el tiempo de jugar y tenía que reconocer que el neófito parecía ser muy
diestro a la hora de aprender sobre la marcha.
Me sonrió con ironía de nuevo al
hablar.
—Casi me enternece que trates de
proteger a Bella de los horrores que planeas hacerme. Aunque la palabra clave
de todo esto es “casi” ya que estoy luchando contigo a muerte por una razón, y
esa no es precisamente que yo sea el villano de esta historia.
—¿Ah no? porque el hecho de que hayas
raptado a Bella y apartado de mí para joderme la existencia y ahora intentar
asesinarme no me parece una conducta de un príncipe encantado, cabrón
disociado.
—¡Tú me convertiste en esto! —se irguió
repentinamente y se frotaba los antebrazos con fuerza como si estuviese sucio.
Su mirada mostraba desesperación y desaprobación a partes iguales. Lo que obviamente
ratificó el motivo de su odio hacia mí y hasta logró hacerme sentir miserable
al querer matarlo. Parecía que la presencia de Carlisle estaba influyendo de
alguna manera en mí de nuevo—. Estoy condenado a vivir con esta maldita sed
toda mi vida. ¡Si es que esta mierda de existencia se puede llamar vida! No
duermo, no siento ni frío ni calor, la comida no me sirve de nada y necesito
matar seres para poder mantener a raya al monstruo que llevo adentro —de pronto
comenzó a reírse de una forma inquietante e histérica—. ¿Sabías que a pesar de
todo jamás he matado un ser humano? Me niego a perder el último atisbo de
humanidad que me quitaste. ¡Me niego!
—¡No fui yo quién te convirtió, Jacob!
No seas absurdo. Yo no te quería transformar en esto. Simplemente te quería
fuera del camino. ¡Tanya fue la que te usó! Mi error en toda esta ecuación
sería mi jodido narcisismo, pero no me achaques culpas que no tengo.
—Pero fue por tu culpa que ella me
volvió….esto. Me arrastró con ella a
su casa en Denali con la excusa de que ahí estaríamos tranquilos hasta que
llegase el momento perfecto de vengarnos de ti. Así que permanecimos allí solo unas
dos semanas y luego nos mudamos a su escondite en New Hampshire, una sencilla cabaña
en el bosque a cinco kilómetros y medios desde tu “hogar, dulce hogar”. Cerca
de ti pero lo suficientemente lejos del alcance de tu don. También tuvimos el cuidado de alejarnos de los senderos por
donde solías salir de caza junto con Bella. Pero nos facilitaste las cosas el
día de tu discusión con ella. Sí, ese día te estábamos vigilando más carca de
lo que crees y en los límites de tu poder; supongo que es beneficioso que Tanya
haya sido una acosadora excelente y minuciosa; así que cuando ella se escapó la
seguimos por el bosque. Tanya insistía en eliminarla del mapa de una vez… —tragué
grueso al darme cuenta que por mi estupidez había puesto en juego la vida de
Isabella— Pero yo le expliqué que sería
mejor esperar a ver cuál sería su movimiento, entonces se topó con Alice y
Rosalie, lo que nos retrasó un poco más los planes. Aún así, le seguimos el
paso hasta llegar a esta ciudad. Nos hospedamos en Forks Motel, y espiábamos a
la “familia feliz”. Teníamos la
certeza de que vendrías a por ella porque no solo estabas obsesionado con Bella,
se veía que sentías mucho más por ella; pero por supuesto que un ser tan
malditamente egoísta como tú no podía mostrarse vulnerable. Imagino que aún ni
siquiera le has dicho que la amas. ¡Ja! Tu cara lo dice todo. Eres un maldito
cobarde.
Lo era. En eso tenía toda la razón,
puesto que ahí estaba enfrentando a muerte a alguien a quien creía mi enemigo
porque quería apartarla de mi lado y aún así, después de todo lo que ella y yo
habíamos pasado; peleas, reconciliaciones, sexo, y muchas cosas más; no le
había dicho lo más importante. Que la amaba. Que si moría en ese instante me
pesaría el no haber hecho las cosas mejor en muchos sentidos. Y además…todavía
no le había pedido perdón…el perdón que ella se merecía. Ni tampoco a Carlisle…
Jacob se puso en guardia de repente y
fue tarde cuando vi que Bella lo embestía lanzándolo hacia atrás con una fuerza
tal que abrió un surco en la tierra que parecía como si un sismo de gran
magnitud hubiese abierto la tierra. Lo miraba con furia y aunque me deleité por
un segundo con su actitud protectora, tuve que reaccionar con prontitud porque
el bastardo decidió olvidarse de que habían sido amigos antaño.
“…Ahora
ella también es una abominación…está de su lado…debe morir”
Intercepté el golpe que iba dirigido a
la cabeza de Isabella y que fue capaz de hacerme tambalear, oportunidad que el jodido
chiflado de Jacob utilizó para arrancarme un brazo y hacerme aullar de dolor.
Escuché como la extremidad caía al suelo. Había sido el derecho. De donde me
había arrancado los dedos apenas unos momentos atrás. Bella bufó con rabia y
dolor ante la escena.
Intenté defenderme pero giró con suma
presteza, tomándome desprevenido y usando a su favor mi desconcierto por las
heridas sufridas; entonces tomó mi cabeza entre sus manos; aferrándola con
fuerza desmedida. Tan solo necesitaba dos movimientos y me habría extinguido de
la faz de la tierra.
—Haces un atisbo de movimiento,
Isabella Marie Swan; y le arranco la cabeza a tu amado fenómeno —su voz era la
que empleaba un maniático; incluso cuando sonreía de aquella manera tan
estridente. Su sonido era como el de uñas en la pizarra—. ¡Así que retrocede de
una puta vez!
Ella entrecerró los ojos y lo miró con
incredulidad y desprecio a la vez.
—¿Te has visto en un espejo
últimamente, Jacob? ¡Tú también eres uno de nosotros…
—¡No! ustedes son unos monstruos! ¡Ustedes,
no yo! ¡Yo no quería esto!...
—¡Y aun así lo eres! —le gritó. Su
cabellera ondeaba al viento que anunciaba una lluvia próxima. Lluvia que quizá
apagaría las llamas del auto volcado, puesto que todavía no se escuchaban
ambulancias alrededor. Quizá si aparecieran el vampiro maniaco por problemas de
identidad se espantaría y saldría corriendo, pero eso sería pedirle demasiado a
mi ya sellado destino. Tenía mi boleto directo y sin escalas para el lugar en
donde quiera que yacieran las almas de los bastardos más egoístas y narcisistas
del mundo— ¿Te atreves a decirle monstruo a él, y eres tú el que está sujetando
su cabeza para arrancársela de los hombros sin piedad? ¿Quién es aquí realmente
“la aberración”, Jacob? Porque según
a como yo lo veo, eres tú el que debería ser eliminado.
A pesar de la rabia contenida en sus
palabras, hizo lo que él quería. Sus ojos brillaron de una manera que sugería
que si hubiese vida estaría llorando en ese lugar y momento preciso. Entonces
comprendí que estaba en donde merecía estar: por haber robado el brillo de
humanidad de un ser tan transparente como Bella, por haber abandonado a quien
había sido el padre que había necesitado tener. Al que le debía lo poco bueno
que había en mí, y eso la incluía a ella, a quien me devolvió a la vida cuando
estaba muerto en vida.
—Te amo… —le susurré cuando vi en la
mente de Jacob que iba a hacer el primer movimiento, en el que me desencajaría
la cabeza de la columna vertebral. Con el segundo, tiraría de esta y finalmente
todo acabaría— Y siento todo lo que te hice. Incluso existir —cerré los ojos y
acepté que el desenlace de la historia, el final del camino, y el resto de
mierdas que se decían en situaciones afines; estaba encima de mí con ganas de
terminar de descuartizarme.
Sentí un tirón y perdí la vista.
Escuché el grito desgarrado de mi Bella y eso fue todo.
Nada de luces blancas al final del
túnel oscuro, ni voces cálidas instándote a pasar al “País de los acostados”
con el Ave María, ni trompetas siendo tocadas por arcángeles…No. No había nada
de eso para mí en el “otro lado”. Solo oscuridad. Sentía los músculos del
cuerpo como si pesasen una tonelada, y a pesar de eso me sentía cómodo,
liviano…como si estuviese en una especie de limbo.
No podía ver nada aunque lo intentaba
con todas mis fuerzas. Todo era oscuridad y esa jodida sensación ingrávida que
la acompañaba. Tal vez en una media hora comenzaría a sufrir un ataque de
pánico, y sería entonces cuando me daría cuenta de que este era mi infierno
personal. Suspendido en la nada, acompañado por nadie.
Sin ella…sin Bella.
Tendría eso bien merecido. Había
matado: violadores, pederastas, asesinos, golpeadores, narcotraficantes; había
mentido, había robado; había arruinado vidas. Aunque en realidad solo me
importaba una en especial, por lo tanto un numerito a lo ¡Dios – por – qué – a
– mí! No me quedaría nada bien. Aceptaría lo que me tocara de buen modo hasta
donde me lo permitiera la cordura.
—Edward —la voz de mi Bella comenzó a
retumbar contra las paredes inexistentes de aquella oscuridad— Edward, ¿me
estás escuchando?
—Sí. Ya lo debería estar haciendo —reconocí
esa voz. Era Alice. ¿Pero en donde estaban? ¿Por qué no podía verlas…?
Me comencé a recobrar la conciencia
sobre las distintas partes de mi cuerpo. Moví las piernas probándome a mí mismo
que no estaba en alguna especie de pesadilla o alucinación del “más allá”.
Parpadeé y pude notar como las imágenes comenzaban a tomar forma delante de mí.
Isabella y Alice estaban justo delante de mi campo de visión, bloqueándome la
vista de cualquier cosa que no fuesen ellas y sus hermosos ojos amarillos. La
primera estaba a mi derecha y la segunda a la izquierda.
Me erguí de golpe y las miré
desconcertado antes de luego volver mi vista a mi lado derecho que…estaba
vacío. No había brazo. No había nada, solo un hombro redondeado del que no
guindaba absolutamente nada.
Me toqué el lugar donde solía estar mi
extremidad y todo el ambiente se cargó de tensión.
—El área cicatrizó antes de poder
juntarla con el brazo. Lo siento, hijo —Carlisle soltó a Esme que lo tenía
asido por la cintura mientras me miraba con pena y preocupación sinceras. Su
mente divagaba entre miles de posibles comentarios de aliento que quería
expresar pero que al final no se atrevió a hacerlo. En el fondo se lo agradecí;
podía haber estado en proceso de ser un ser más ameno pero acaba de regresar de
la muerte. De nuevo, y no por hacer una nueva transformación sino por haber
escapado de las garras del homicida demente de Jacob Black, cosa que aún no me
explicaba. Dio unos cuantos pasos hacia mí con cuidado, puesto que no quería
sobresaltarme o hacerme sentir intimidado—. Hubiese querido hacer más por ti.
Entonces una secuencia de hechos me
hicieron comprender lo que antes no podía…o no sabía; sería más acertado de
decir en este caso.
Carlisle
había llegado con Jasper justo en el momento en que Jacob me había desprendido
la cabeza de la columna vertebral y procedía arrancarla de mis hombros de un
mordisco. Ciertamente clavó sus dientes en mi garganta pero un golpe seco lo
mandó lejos de mi cuerpo que cayó laxo al suelo como en una especie de cámara
lenta con la cabeza pendiendo hacia atrás de manera antinatural. Carlisle
bufaba rabioso mientras me tomaba en brazos y me examinaba. Hale por su parte
se lanzó contra Jacob pero no pude más que notar gruñidos y desgarros, así como
sonidos secos provenientes de los golpes que se estaban regalando aunque no
sabía quien salió peor parado.
—Te
vas a poner bien, hijo… —tomó mi
cabeza entre sus manos y con un sonido tétrico la encajó donde debía…al menos
esta dejó de guindar de manera horripilante. Luego dirigió su vista al hombro
que ya estaba totalmente cicatrizado…
—¡Mierda!
—gruñó exasperado. Era la primera vez
en más de medio siglo que escuchaba a Carlisle decir alguna grosería y lo había
hecho en un momento de desesperación por no poder ayudarme. Los ojos me
escocieron cuando comprendí que tenía sentimientos de culpa al sentir que me
había fallado al no poder protegerme…
—¡Nunca
toques lo que es mío!
Un grito interrumpió el hilo de pensamiento de mi padre, él
giró su cabeza y vio que mientras Jasper sostenía a Jacob Black con los brazos
doblados de manera dolorosa hacia atrás, Bella había rodeado el cuello del
demente con sus manos que tenía engarfiadas y le arrancó la pieza de los
hombros sin necesidad de morderlo. La dejó caer al suelo y la vio con asco…
Me estremecí por dentro al verla tan letal y protectora.
Tan…mía.
Ella se aproximó con desespero a donde estábamos, entre
tanto Jasper se sacaba un Zippo del bolsillo izquierdo antes de dejarlo caer en
el cuerpo de Black que ardió sumamente pronto inundando el ambiente de un
desagradable olor a incienso de iglesia y caucho quemado.
El sonido de unas sirenas llamó la atención de todos.
Hale se volvió hacia nosotros con vehemencia:
—Se
aproximan las patrullas de las que nos previno Alice.
Carlisle me tomó en brazos y salió disparado con Bella y
Jasper pisándole los talones.
La escena se interrumpió.
Supe que él había hecho esta
rememoración de hechos para que supiese lo que había pasado en realidad, y se
lo agradecía inmensamente; eso sin contar lo mucho que había hecho por mí en
ese momento en el que estaba más muerto que vivo en el sentido más literal e
irónico.
Clavé mis ojos en Carlisle con la garganta
apretada.
—Gracias…por absolutamente todo. No solo
por salvarme la vida esta vez, sino por hacerlo cuando esa Fiebre Española me estaba matando en 1.914, lo había perdido todo y
tú decidiste hacerme parte de tu familia… —escuché el gimoteo de Esme quien
estaba conmovida, Alice sonreía con autocomplacencia al estar segura de que
gracias a ella las cosas ahora estaban en su sitio, Jasper oscilaba su mirada
entre la cara de idiota que ponía cada vez que veía a la individua antes
mencionada y una expresión de agradable consternación al estarme escuchando
decir lo que hacía mucho tiempo debía haber dicho. Bella; mi todo; estaba a mi
lado en silencio, con su mente que seguía siendo un misterio para mí pero con
ojos que la delataban. Estaba emocionada y asía mi ahora única mano entre las
suyas estrechándolas de tanto en tanto y sonriéndome como si yo fuese lo más
hermoso del mundo para ella. Muy a pesar de estar incompleto…— Lamento haberte
hecho daño al abandonarte y también haberte tratado como si me hubieses robado
algo… —clavé mi mirada en Bella— cuando lo único que hiciste fue hacer lo que
yo debía, cuidarla.
Isabella se sentó a mi lado y posó su
cabeza sobre mi hombro, seguí apretándome la mano. Carlisle rodeó la cama y se
colocó a mi lado izquierdo, se inclinó sobre el colchón y en un gesto paternal
me besó la mejilla.
—No importa que te hayas ido ni tampoco
el porqué. Estás aquí, conmigo, eso es lo único que cuenta —me sacudió por la
nuca con una emoción desbordante en su mirada amarilla color citrino—. No me
des las gracias por salvarte, un padre haría lo que fuese por su hijo.
Bienvenido a casa de nuevo, muchacho —volvió a zarandearme la nuca y se puso en
pie dedicándome una tierna sonrisa.
Se acercó a Esme y la abrazó por la
cintura arrastrándola hacia fuera para ir concediéndome privacidad. Alice se
acercó a Jasper y le tocó el antebrazo de manera tímida antes de que él le
tomase de la mano y se dirigieran a la puerta también.
—¡Hey, Hale! —le grité para llamar su
atención, cuando giró la vista le hablé con sinceridad— Te agradezco todo lo
que hiciste. Eres el primero que he considerado amigo, lamento haberme tardado
tanto para admitirlo.
Él sonrió conmovido por un momento y
luego me dirigió una sonrisa más sarcástica. Muy a “nuestro estilo”.
—No me digas que la “casi muerte” te
puso cursi. Ahórranos estos momentos empalagosos para cuando estemos solos.
Haces que mi reputación y sexualidad se vuelvan dudosas.
—¡Cabrón!
—Si. Ese es el Edward que me agrada —todos
los presentes nos carcajeamos antes de que Bella y yo nos quedásemos a solas en
un cuarto que parecía dispuesto para posibles visitas en la casa de los Cullen.
Clavé mi mirada en la suya y le sonreí.
—Bueno…creo que eran los últimos ya que
la rubia odiosa no ha aparecido por aquí. A lo mejor no le gustó mucho el hecho
de que me salvaran. ¡Ouch! ¿Por qué me golpeas?
—Porque si bien es cierto que Rosalie
no es tu fan número uno, estuvo muy preocupada mientras nosotros estuvimos en el bosque. De hecho, cuando Alice
se fue de allí; luego de acabar con Tanya; para traer el coche a casa y no
dejar rastros de los Cullen en ese accidente en la Willow Creek… —Ahhhh, así que por eso la enana se había
desaparecido. Había visto que venían las patrullas. Condenada genio. Con razón
estaba sonriendo tan ampliamente— Llamó a Carlisle y a Jasper para avisarles el
punto exacto donde estábamos; si no hubiese sido por ella…
Ambos nos estremecimos al pensar en las
consecuencias de que tanto mi padre como mi amigo hubiesen llegado unos
segundos más tarde.
—El punto es que Rose salió disparada
hacia el bosque aunque para cuando se encontró con nosotros ya íbamos de
regreso.
Así que la Barbie de Hielo había ido a ayudar. Sentí una especie de
remordimiento por ella.
—Vale. Siento ser tan ligero de lengua —le
dije a Bella y apoyé mi mejilla sobre su cabeza—. ¿Por cierto en dónde está?
—Salió de caza. Ya le tocaba. Me
imagino que ya debe de estar por volver.
Respiré profundo, inhalando un extraño
remanso de paz que hacía mucho no tenía. Me llevé la mano a la garganta que me
escoció por un momento… ¡tenía una cicatriz inmensa allí con forma de media
luna! Con incredulidad y pena solté una risotada que no tenía nada de feliz.
Bella levantó la cabeza de mi hombro y me miró con preocupación.
—¿Qué ocurre?
—El monstruo que soy decidió hacer
presencia física. Mira, soy exactamente lo que debo ser.
Ella me miró atónita un segundo antes
de rodear mi cara y besarme con ternura apremiante.
—¡Creía que te había perdido! ¿Acaso
crees que tus cicatrices te convierten en un monstruo? Porque para mí eres
aquel que arriesgó su propia vida con tal de ponerme a salvo. No diré que no
importa lo que hiciste en el pasado; porque no es así. Pero eso me hace valorar
hoy mucho más lo que pusiste en juego por mí —entonces lo dijo por primera vez—.
Te amo. Amo incluso a ese “monstruo” que dices ser. Te lo dije una vez y te lo
confirmo: no quiero un santo, solo quiero al chico malo, tierno y apasionado
del que me enamoré. Lo demás no importa como venga.
—¿No te importa que no sea… —la palabra
“hermoso” se me hacía demasiado marica como para pronunciarla. Toqué la
cicatriz que tenía en el cuello y luego recorrí el lugar donde solía estar mi
brazo derecho— como antes?
Ella meneó su cabeza de lado a lado
negativamente y con sus ojos brillando con pena y adoración a la vez.
—Lo único que me importa es que te
quedaste conmigo y así será por el resto de la eternidad, como siempre quisiste
que fuera. Y como yo ahora también lo deseo.
Deseé decirle que la amaba más que a
nada en este y cualquier mundo que pudiese existir. Que aun cuando me creía
muerto y había escuchado su voz sentía que quería vivir solo por estar con
ella. Que había revivido lo poco bueno que había en mí y que la admiraba por
ser tan fuerte como para dejarme cuando me lo merecía y tan compasiva como para
perdonarme a pesar de todo lo que le había hecho.
Al final solo le dije…
—Siento que solo tenga palabras para
pedirte disculpas. Quisiera expresarte mi amor de mil y un formas que no sé si
como hacerlo.
—Entonces dime solo eso.
—¿Qué te amo?
Asintió.
—Con eso me basta y me sobra.
Sonreí contra sus labios y la besé con
ternura. Ya conocíamos la pasión recalcitrante, la necesidad corrosiva, pero
jamás le había amado como correspondía…
—¿Puedo hacerte al amor, Isabella Marie
Swan? —le pregunté junto sus comisuras.
Me besó de nuevo y delineó mi labio
inferior con la punta de su lengua.
—¿Puedo hacértelo yo a ti?
Asentí y la tendí sobre la cama
trastabillando un poco y haciéndole caer no muy delicadamente por mi nueva
descoordinación.
—Lo siento. Es que… el brazo… —colocó
un dedo sobre mis labios.
—Está bien. No pasa nada, cielo. Ya nos
acostumbraremos —y volvió a besarme introduciendo su lengua en mi boca para
silenciarme. Y me gustó; porque no dijo ninguna frase del tipo lastimera y
exacerbante como lo sería “esto no te ha cambiado” “velo como un nuevo tú” o
mierdas así. Solo dijo lo que sería nuestra realidad. Aprender a lidiar con mis
“nuevas características físicas”.
Me coloqué sobre ella y me recargué
sobre el antebrazo izquierdo mientras le besaba los labios, el cuello y el
escote en v de la camiseta de algodón gris que tenía en ese momento. Sus dedos
acariciaban mi cuero cabelludo excitándome de una manera sutil, descendió por
los costados de mi cara, me tensé cuando pasó por mis hombros pero me ignoró y
siguió hasta mi cintura, introdujo la mano por donde terminaba la franela y fue
retirándomela poco a poco. Me tuve que arrodillar en el colchón para
retirármela y dejarla caer al suelo. Ella pudo haberme ayudado pero sabía que era
lo último que necesitaba en ese momento; eso también se lo agradecí en mi
interior.
Pieza a pieza nos fuimos desnudando,
repartiendo besos de manera intermitente en distintos lugares que iban quedando
a nuestra disposición luego de librarlas de la ropa estorbosa. Al final me
cerní sobre su cuerpo desnudo. Totalmente pegado a cada cuerva introduje mi
mano entre nuestros cuerpos y le acaricié los labios íntimos que ya rezumaban
humedad. Tracé círculos; a veces rápidos, a veces lentos; todo dependía de su
nivel de excitación. Cuando estaba al límite la obligaba a retroceder y volvía
a encenderla. Sin poder controlarme, mientras le masturbaba con mis dedos
también le acariciaba con mi sexo hinchado.; torturándonos así a ambos a la
misma vez. Cuando ambos estuvimos muy cerca al precipicio del placer, nuevamente
retiré mi mano y me apoyé en el codo para estabilizarme y en una coordinación
tácita de deseos Bella tomó mi erección con su mano, me colocó en su entrada
instándome a penetrarla. Lo hice pero con mucha delicadeza y lentitud. La punta
del glande…la mitad de mi pene erecto…la base rígida y tensa de mi miembro.
Ambos jadeamos cuando ya no quedaba más espacio entre nosotros. Uní mis dedos
con su mano y me sujeté con fuerza para empezar a embestirla con suavidad.
Ondulando mis caderas en cada penetración como una serpiente en el desierto de
arenas calientes. Tan calientes como ese centro suyo que me abrazaba
exquisitamente. Jadeé su nombre algunas veces, ella hizo lo mismo. Me dijo que
me amaba, le prometí quedarme para siempre con ella y cuidarla. Rodamos hasta
que ella quedó encima, moviendo su caderas de adelante hacia atrás con delicada
sensualidad.
Me sentí tentado a tocar sus pechos
pero indicaría que debía soltar su mano y no quería hacerlo, así que me levanté
y lamí sus pezones a mi antojo haciéndola estremecerla de pies a cabeza,
haciéndome disfrutar de dichos estremecimientos por las deliciosas sensaciones
que me provocaban. La ternura fue cediéndole el paso a la urgencia, quien
aceleró los movimientos de ambos en busca de esa liberación que se había
tardado tanto en llegar. Nos encorvamos y gemimos cuando el éxtasis nos barrió
mezclando nuestras esencias en donde nuestros cuerpos se unían. Clavó sus uñas
en mi mano pero no me importó.
Al fin estaba donde tenía que estar y
cómo deseaba estar. Siendo amado sin importar mis defectos. Tanto por mi
compañera como por mi recién recuperado padre. Eso sin contar la promesa de una
familia en la eternidad. Sin duda era más de lo que esperaba tener algún día.
—¡No quiero esa mierda rosa! —espeté
con decisión al ver el tono que Alice deseaba poner en las cortinas de la
cabaña— ¿Quién crees que va a vivir en la cabaña? ¿El jodido RuPaul?
—Edward…ese vocabulario de cloaca…
—¡Pero Carlisle…! ¿Es que acaso no ves
que tu hija quiere convertir mi futura casa en un castillo de Barbie? ¡Yo me
opongo! —mi padre suspiró con una sonrisa y se dio por vencido, mientras que
Alice, Esme, Bella y yo decidíamos los por menores de la decoración de la
cabaña.
—¡No es rosa, ignorante! Es color
salmón primavera.
—Suena más gay cuando lo dices así.
—Esme, haz el favor de explicarle al
cavernícola que tienes por hijastro que no es lo mismo —replicó Alice tirando
el retazo de tela contra el resto de las telas entre las que estábamos
decidiendo.
La dulce esposa de Carlisle se rió y
tomó un precioso tono de azul grisáceo.
—¿Este te gusta, Edward? —asentí—. Pues
ya tenemos un finalista
—¡Estás en mi contra, Esme. No es
justo!
—A mí me gusta el color.
—¡Entonces tú también lo estás, Bella!
No puedo con esta gente tan básica y predecible en cuanto a decoración —se enfurruñó
en el sofá y nos miró a todos con cara de pocos amigos. Claro eso fue antes de
que sus pensamientos se viesen interrumpidos por una Rosalie cubierta de
sangre, escena que disfrazó automáticamente recitando para sí la receta de un
creme bruleé. Fruncí el ceño con recelo y viéndola con cara de exijo – una –
puta – explicación – como – AHORA – MISMO. No es que amara a la rubia pero
mínimo le debía lealtad por…
La puerta se abrió de un golpe violento
que nos hizo ponernos en pie. Incluso
Jasper que estaba metido en su laptop, ajeno a los que hacíamos todos
hasta ese momento.
Rosalie irrumpió en la sala de estar y
colocó a un humano seriamente herido sobre el sofá. Su cara estaba rasguñada
levemente pero con unos cuantos hematomas. Sus brazos eran otra historia, al
igual que sus piernas que tenían claros zarpazos de un oso. Había perdido mucha
sangre, se notaba en la palidez de su tez. Medía casi dos metros y era
corpulento, iba vestido con los harapos de lo que antes del ataque había sido
ropa de caza. Su cabello era negro y con unos pequeños rizos.
El hambre me quemó en la garganta cuando clavé
mis ojos en la fractura abierta que desfiguraba su tibia derecha. Carlisle
mantuvo la calma como si tuviese en frente un pedazo de pan duro, a diferencia
de la mayoría de nosotros que peleábamos con el instinto vampiro y los
principios con los que mi padre había creado la familia.
—Ayúdalo…sss…sálvalo, Carlisle. Por mí
—Rosalie lo miraba con profunda preocupación y pena—. No lo dejes que muera,
por favor.
Él se puso inmediatamente a inocularle
ponzoña en los lugares donde el pulso aun corría pero de manera débil.
Miré a Alice y le hablé con los labios aprovechando
el foco de distracción de los demás.
“¿Esto fue lo que viste?”
“Si”
“¿Y por qué no le dijiste nada a
Rosalie cuando salió de caza?”
Ella clavó su vista furtivamente sobre
mi hombro sin brazo y me dijo:
“No siempre debo decir lo que veo. A
veces debo dejar que las cosas sigan su curso para que la persona pueda sacar
algún aprendizaje de esto. O evito que le dé miedo enfrentar el futuro que a la
larga es mejor para ésta”
Entonces miré a Bella, quién estaba al
borde de perder los estribos. La veía, y en ella todo lo que habíamos pasado.
Quizá si alguien me hubiese avisado todo lo que el camino escabroso me deparaba
hubiese reculado y ahora me encontraría recluido en mi casa – prisión de
Coldwater. Comprendiendo el punto de vista de la enana – sabelotodo, tomé a
Isabella del codo y la empujé hacia la puerta.
—Vamos a casa de Jasper, Bella. Creo
que esto le tomará un rato a mi padre y no nos necesitarán por allá —volví mi
tono más sombrío—. Además se me ocurre algo que me gustaría verte puesto que traje
desde New Hampshire.
—¿Qué es? —me preguntó súbitamente
interesada pero no del todo distraída del repentino acontecimiento.
—Hay un baby doll negro y transparente
de Victoria’s Secret que pide que lo rellenes.
Me miró a los ojos…
—Hace mucho que no lo veo…
—Claro que no. Yo lo robé cuando te
acosaba.
—Eres un descarado.
—Oh, amor. Cuéntame algo que no sepa —dije
con cinismo antes de reír.
Se inclinó sobre mi oído y lamió el
lóbulo de mi oreja antes de hablar de nuevo y hacerme excitar en una milésima
de segundo.
—Lo que no sabes es que las bragas
están diseñadas para que no tengas que quitármelas para penetrarme
Gruñí y prácticamente la arrastré hacia
la casa de Jasper.
Había ciertas cosas que aún no sabía
pero que tarde o temprano averiguaría. La primera, saber cómo carajos haría lo
de las bragas como me decía Isabella. La segunda, saber el porqué no puedo leer
su mente y tercero, enterarme de si ese humano de Rosalie lograría sobrevivir a
la transformación.
Porque si alguien sabía cómo traer a
alguien de las garras de la muerte ese era mi padre, Carlisle. El hombre que me
transformó y por el cual ahora estaba donde estaba. Con el amor de mi vida en
camino a realizar mi fantasía más anhelada.
¿FIN?
OMG NO LO PUEDO CREER!!! DIOSSSS POR
FIN!!! Me alegro hoy de poderme despedir de mi Malote, a la 1:05 am (hora
Venezuela) del día 29/04/12.
No tengo más palabras que de
agradecimiento para ustedes, chicas. Las que han apoyado esta historia. Las que
han alimentado el alma de esta autora con sus comentarios dejados en cada
actualización de ADLO. Por eso y mucho más…GRACIAS!!!!!! Por leerme y
soportarme.
Mi primer agradecimiento es para Las
Hinchas de esta historia mi María Alejandra Rojas Ruiz y Emma Emmav, por
obligarme a no olvidar esta historia. A Rochii, mi Beta y mano derecha y
finalmente pero no menos importante a Lullaby que fue por quién esta historia
se hizo fic, ya que para las que no lo sepan originalmente era una viñeta de
concurso en el blog de la autora ya mencionada.
Gracias por darme la oportunidad de
expresarles mis desviaciones mentales…
Les quiere y les adora…
*Marie
K. Matthew*
bueno T_T primero que nada voy a llorar un rato...*T___________T
ResponderEliminaranhelo ya se acabo (?) y estoy berreando....fue el primer fic con el que me enganche contigo ami y ya se acabooooooooooooooo T_T admito que.... no a la mierda...PQ ME LO DEJASTE MOCHITO??? T_T pecaito mi malvado se quedo asi T_T llore cuando paso digo, MOCHITOO T____T
no se lo merecia T_T si bueno fue un hdp con ropa y todo pero T_T MOCHITOOOOOOO? T_T
aunque ame el fic...leer la escena de la pelea fue demasiado exitante, esa parte fue mi favorita despues de que mi edward le dijera TE AMO, Y SIENTO TODO LO QUE HICE. INCLUSO EXISTIR...omgggggg me mato T_T ...
graciiias por todo el tiempo que le dedicaste a está historia ami <3 una de mis favoritas por siempre <3 te amoo
asi que... demonios marieeeee lo ameee me derritio mujer yyy gracias por soportar mis mas grandes apremiaciones
ResponderEliminary el premio para la mejor historia essss para anhelo desde la oscuridad de marie kikis matthew
aplausos porfavor
atte:evelyn
ay dios mari no puedo creer que ya termino esta historia me encantaba este edward malvadillo pero con su lado tiernoy como que no me gusto mucho lo del brazo. pero la historia me encanto
ResponderEliminargracias por compartir tu talento
OMG es una pena que nuestra historia maravillosa se haya acabado ,me fascino toda fue genial conocer a nuestro Edward con su malda y su toque tierno tambien fue maravilloso,eres un genio Marie felicidades,sigue asi cariño....xoxoxoxoxoxoxox...
ResponderEliminarBuuu lastima ya acabó, pero igual fue fascinante...sabes como darle ese giro a la historia, que las cosas que escribes no sean para nada esperadas.
ResponderEliminarEl Edward de esta historia es sin duda el que más me ha enamorado, él sexy, malvado algo grosero y patán... tengo debilidad por los tipos así
Oww Marie gracias por esta historia, me mantuviste enganchada si o si, es uno de los pocos fanfics que devoro desde el comienzo hasta el final, por lo general pierdo el hilo de la historia y me da flojera seguir leyendo. Pero este fic me mantuvo bien pegadita a la espera de otro capítulo.
Felicidades por ese buen final y adelante con tus otras historias... Aww con corazón de cristal YA QUIERO EL PROXIMO CAP me tienes en ascuas.
Bueno encanto... nos Leemos
Saluditos y cuídate mucho
Que lindo final me encanto Marie felicidades..termino muy tierno mas porq el amor vencio mas una vez es una leccion de vida que las diferencias no suman ni restan cuando se ama de verdad...
ResponderEliminarFelicidades mas una vez por esa hermosa historia..
besoss..
espero q el proximo a actualizar sea corazon de cristal..jajaja..
Sinceramente no puedo creer que habra este cap para comentarlo (si, apenas) y este en Fanfics completos T_T tiene un final muy lindo! Edward recibio su leccion pero no perdio a Bella, ni mutuamente!, me facina :3 esta suer hermoso qe lindo qe lo hayas terminado, aunque me gustaba mucho xD... es el segundo fic terminado qe leeo tuyo y me has dejado muy contenta con los finaleees <3 te adoro, gracias por esta historia tan genial!, por dejarnos disfrutar de un Eward malo, MALO la fantasia de muchas xD besoteees (:
ResponderEliminarAcabo de terminar de leer esta historia y lloré, gracias por compartirla!!!!!
ResponderEliminar¡Wow! ¡Qué emoción que te haya gustado! Mil gracias por leer y mil más por dejar un comentario. 😊
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