“ORGULLOSAMENTE ACECHADOR”
- - ¡Bah. Maldito sol! – vocifero enervado.
Toda la semana anterior había hecho mal tiempo. O al menos el habitual en New Hampshire, osea nublado.
Pero claro, la idea es sacarme de quicio y arruinar mi plan del día: espiar a la chica de la ventana.
Hacían apenas cuarenta y ocho horas desde que la había conocido. Y desde entonces mi existencia se distorsionó por completo. Deseos que en mí dormían, o no existían, se despertaron con una fuerza tal, que aún no podía asimilar.
He sentido codicia de poder, de dinero. He tenido envidia, he descargado mi ira con quién he debido y con quién no. Y por supuesto que he asesinado; para alimentarme claro está. En fin…soy todo un candidato para optar por la santidad.
Pero todo eso palidece frente al deseo que siento cuando la veo a ella. La chica de cabello chocolate. Claro que he experimentado la lujuria. Me he alimentado de mujeres mientras las poseía; pero con ella es diferente.
Jamás podría hacerle daño, y me desharía sin rechistar de quién se atreviera.
No entiendo la naturaleza de esta…ansia por ella. Pero voy a hacerlo. Por eso seguiré en mis labores de acechador. Además ¿Quién podría detenerme?
Sonrío satisfecho.
Nadie. Quizá uno de mi especie; pero no hay ninguno más que yo en New Hampshire.
Eso es bueno.
Me rinde más la comida.
Voy a mi recámara para intentar quemar el tiempo, pero no me provoca leer ni ver televisión.
Decido que es mejor estudiar mis estados de cuentas por la internet.
- Bla…bla…bla… los mismo de siempre. Unos millones más por aquí. Otro por allá. – en fin. Todo sigue igual. Al menos en este aspecto.
Se me ocurre buscar sobre ella en la web, pero recuerdo que ni siquiera he logrado averiguar su nombre.
Resoplo frustrado.
- No puedo seguirte viendo solo desde la ventana. – me doy cuenta de que hay cosas fundamentales que ignoro y que debo investigar.
No puedo continuar jugando al romeo de inframundo desde la azotea contigua.
Cuando al fin baja el sol me dirijo a su apartamento. Espero pacientemente mientras leo los pensamientos de los vecinos.
Sí, soy un condenado bicho raro. Aparte de ser un vampiro, puedo escuchar las mentes que me rodean.
- Espera un momento…- susurro mientras golpeo mi dedo índice contra mi mentón.
Hasta ahora no me había percatado de un detalle: ¡No he leído nada de su mente! Claro que tampoco lo he intentado, me he distraído con…ciertas cosas que ella ha hecho. Solo me he dedicado a observarla.
Meneo la cabeza con grata consternación.
- ¡Qué criatura tan fascinante!
Sin perder más tiempo en mis cavilaciones, salto hasta la azotea de su edificio y desciendo tres piso por las cornisas de los apartamentos para llegar a la ventana de su sala.
Está cerrada.
- ¡Rayos!
Si no quería alarmarla a ella y poner en sobre aviso a la policía de que estuve allí, debía abstenerme de romperla.
Ignoro el pequeño acceso del baño, puesto que tiene rejas; y sigo de largo hasta su cuarto.
Me cercioro de no haya nadie observándome.
Nada. Fabuloso.
Arrastro el vidrio de su ventana e ingreso a su habitación de un solo salto sigiloso.
Todo y absolutamente todo estaba impregnado de la que supuse su fragancia; pues era muy fuerte su presencia. Un aroma a lavanda y fresias penetró por mis fosas nasales, alojándose en mi cerebro.
Reconocería esa esencia en donde fuese. Primer hallazgo exitoso; ya sabía cómo rastrearla.
Hurgué en su closet, encontrando muchos trajes sastres de colores oscuros y fríos.
La mayoría de sus zapatos eran negro y de tipo ejecutivo.
Aunque debo reconocer que me topé con un sensual par de tacones de piel rojos. Eran de punta, con un tacón muy fino.
Seguí registrando sus gavetas y recovecos en busca de algo que me indicara su nombre.
Pero en ese trayecto encontré la sección de ropa interior. No era abundante; per para mi deleite; sí era muy variada.
En una esquina del gabetón había tres bolsas de Victoria´s Secret. Una con un conjunto blanco de brassier y tanga de encaje, inocente y sexy, tal como aparentaba ser ella.
El deseo de poseerla comenzó a hacer mella mi razón.
De color rosa claro era el segundo. A mi parecer era soso, parecía más bien algo que usaría una cheerleader descerebrada con anhelos de ser la barbie Malibú. Aunque viniendo de mi humana; no me molestaría verla solo con eso.
Sí, es mi humana. La marqué como mía desde aquella primera noche en que la conocí.
Me importa un reverendo bledo si tiene pareja. Pero sé que no está ni comprometida ni casada. Y si lo estuviese pues…lo accidentes ocurren ¿cierto?
A veces la gente se resbala y se estrella contra una acera. Un coche los atropella o simplemente se topan con un vampiro sin escrúpulos que puede dejarlos más secos que el desierto del Sahara.
Me carcajeo ante lo retorcido de la situación. Mato a su pareja y me quedo con la viuda.
En fin, sigo escrutando sus conjuntos y el tercero me dejó con la boca abierta, aunado a las ganas de buscarla y poseerla hasta que no pudiese caminar siquiera. Era un babydoll transparente, tenía una cinta de razo que lo cerraba en medio de los pechos, y la tanga era tan pequeña, que con solo verla alimentaba incesantemente mi morbo de ella.
Tomé ese conjunto y lo guardé en un bolsillo interno de mi chaqueta.
- Estás demente si crees que vas a usar esto con alguien más que no sea conmigo. – espeto con despreocupación mientras avanzo en la habitación.
- Hurgué en todos y cada uno de los rincones de su hogar y no fue sino en una pila de papeles en la sala donde vine a encontrar lo que estaba buscando. Era su curriculum vitae…
“Nombres: Isabella Marie Swan.
Fecha de nacimiento: 13 de septiembre de 1.987.
Título Profesional: Licenciada en Administración Gerencial.
Estado civil: Soltera.”
Memoricé cada dato suyo y luego guardé el papel en donde estaba.
Busqué la dirección de su trabajo por todos lados pero no la conseguí. Era muy frustrante.
De pronto escucho voces en su entrada salgo rápidamente de allí y salto hasta el edificio de enfrente. Trepo por la fachada de ladrillos rojizos hasta llegar a la cima.
Al instante Bella entró muy animada seguida por un hombre de piel tostada, cabello negro y bien vestido. En sus rasgos encontré claros indicios de una ascendencia indígena.
Pero como lucía, dejó de importarme casi ipso facto; puesto que la ira se apropió de cada milímetro de mi ser. Si él era la pareja de Isabella podía darse por muerto. Y si se atrevía a montarle un solo dedo encima delante de mí, sería capaz de perder los papeles, atravesar la ventana, partirle el cuello y convertirla a ella de una buena vez.
Una sonrisa macabra se colgó de mi boca ante semejante expectativa.
- Bienvenido, Jacob. – dijo mientras dejaba su cartera en la mesa comedor – ponte cómodo.
- Yo que tú no haría eso…- susurro entre mis dientes.
- Gracias, bella. – dijo con cara de idiota mientras le sonreía.
Ella se despojó de su chaqueta y zapatos de camino al cuarto. Allí se sacó la camisa del pantalón y se agarró una coleta en lo alto de la cabeza. Miró extrañada la ventana abierta de su cuarto, pero salió luego.
Maldije mi descuido.
Luego salió a la sala en donde yacía sentado mi próxima cena.
- - Bien… - dijo ella acercándose a la pila de papeles. Sacó tres carpetas marrones y se las entregó al fulano Jacob. – Mira, aquí están todos los estados financiero y los inventarios de materiales, mercancía y personal de la empresa Cullen´s Publicity Office. Solo revísalos y avísame si ves algún desperfecto en los análisis que hice. – se giró hacia la pequeña cocina - ¿Guastas un café?
- - Claro que sí. – su voz era demasiado condescendiente ¡Imbécil!
- - Vale dame cinco minutos.
Había dicho Cullen’s. ¿Sería acaso alguna empresa nueva de Carlisle? No. El mundo no puede ser tan pequeño.
Entretanto, el desagradable visitante fingía que leía el contenido de las carpetas; mientras ella preparaba relajada la bebida.
La analicé en busca de algún indicio acerca de una relación más que laboral con él. Si estaba interesada o no en ese…tipejo, no cambiaría mis planes. Pero me alegró que no mostrase más que educación y cordialidad.
Alguien llamó al teléfono de él ocasionando que pusiese cara de hastío y tuvo que irse corriendo después de tomarse la “tasita de café”.
Isabella lo despidió en la puerta de su casa y entró como si nada hubiese ocurrido.
<<Le acabas de salvar la vida..>> pienso.
<<..Por ahora>> rectifico.
Al igual que siempre se desnudó y se fue a bañar.
Pero en esta ocasión, salió “demasiado” cubierta con una bata de baño blanca. Me aseguraría de que esa prenda estúpida se despareciera “misteriosamente” en cuanto pudiese.
Se preparó dos sándwich y un vaso de jugo de naranja.
Luego se sentó a ver la TV.
Al rato de recostó sobre su lado izquierdo con la cabeza apoyada en dos mullidos cojines de color mostaza, que contrastaban con el cuero de color crema del sofá.
Se veía mística, sin una gota de maquillaje y natural a su máxima expresión. Ciertamente cuando la veía la deseaba sin pudor; pero también había algo más…un sentimiento que yo mismo no logro reconocer. Que me empuja a ella; a querer saber todo lo que le compete. Por lo que se interesa y por lo que no. Lo que la hace sentirse bien y más importante aún; si está dispuesta a querer a alguien.
- Pero ¿Qué clase de cursilerías estoy pensando? – meneo la cabeza con reprobación, luego volteo de nuevo a su ventana – Quieras o no vas a ser mía; Isabella Swan. Por toda la eternidad. Y si te resistes pues…eso hará un poco más excitante la “caza”.
Llevaba ya horas observándola. Esta inquieta en el mueble; parecía no conseguir en él, acomodo. Luego recordé que había tomado café. Pobre. De seguro no estaba habituada y por eso tenía insomnio.
Agarró el control remoto y comenzó a hacer zapping. Algo llamó su atención y se quedó viéndolo.
Estaba intrigada, luego interesada y después se puso roja como un tomate.
Ya había intentado leerle el pensamiento en varias ocasiones a lo largo de la noche, pero me dí por vencido.
Así que aunque poseía una sospecha, afiné mi oído hacia el televisor.
Gemidos, jadeos y gañidos se hicieron escuchar. Me reí con lascivia. Bella veía un film erótico y parecía interesada.
Me carcajeé por lo bajo.
Su cara era tan…?cómo decirlo? Sensualmente adorable. Porque tenía puesta toda su atención en la pantalla; pero un rubor de timidez inundaba su rostro confiriéndole un semblante demasiado provocador.
La garganta me ardió y mi bajo vientre también. Me dieron ganas de tomarla ahí mismo, en ese pequeño sofá y hacer que emitiera esos mismos sonidos pero con mi nombre entre ellos.
Pero debía aguardar; más adelante lo haría. Y por dios santo que la haría pagar por hacerme reprimir y acumular toda esa pasión para mí mismo.
Al cabo de un buen rato apagó el televisor, pero no tenía cara de cansancio precisamente. Sino como si estuviese dubitativa.
La curiosidad me corroía. Isabella era una incógnita para mí. No puedo saber que piensa, me atrae hasta lo inverosímil y nunca reacciona como espero.
Se dirigió a su baño y la escuché asearse y hasta cepillarse los dientes.
Diez minutos después se dirigió hasta su cama, retiró la bata de su cuerpo dejándola caer al suelo y se escabulló entre las cobijas.
En esta oportunidad apreté los puños a cada lado de mi cuerpo, para resistirme a ese impulso salvaje de querer poseerla sin más ni más. Aún no era el momento.
Observo la grieta que había ocasionado hace dos noches atrás. La humedad se estaba colando por la hendija.
<<Pobres vecinos; tendrán que costear el arreglo de mi arranque calenturiento..>>
Encojo los hombros con desinterés <<..Yo no los conozco.>>
Vuelvo a clavar mi vista en la diosa etérea envuelta entre sábanas. Respiraba muy profundo y exhalaba igual.
Parecía que trataba de relajarse.
De pronto sus manos comenzaron a masajearse los senos y ella empezó a jadear.
Me quedé estupefacto, durante un segundo no supe ni quién era yo, solo que en frente de mí tenía el espectáculo más erótico que pude haber imaginado.
La ponzoña corría a mares por mi boca.
Luego deslizó una de sus manos por entre sus senos y la llevó entre su piernas.
Me aprisioné las piernas con los brazos. Estaba a punto de saltar sobre ella y que pasar lo que tuviera que pasar.
Su pecho subía y bajaba un poco más agitado . puso de lado sus cobijas y recogió sus piernas para poder disfrutar más.
La contemplé entera. No solo era esa mujer seria que usa trajes aburridos para ir al trabajo. También tenía un lado oscuro y sensual, que no temía explorar su sexualidad.
Acariciaba su centro íntimo con dos dedos mientras incitaba a sus sensibles pezones.
Su respiración ya era errática.
Yo tenía una erección que amenazaba con rasgar el pantalón, así que no dudé en seguir los pasos de Bella y liberé mi virilidad parta acariciarme yo mismo.
Verla tan excitada fue el aliciente necesario para perderme.
A los poco minutos tanto ella como yo gruñíamos con nuestros orgasmos auto regalados.
Exhalé con una sonrisa de satisfacción.
<<Si así es siendo humana…como vampiresa será fatal.>>
- Dame solo unos días, Isabella Swan. Solo unos días. Y no serás tú quien acaricie tu piel para que puedas probar las mieles del éxtasis.
Entonces ella se levantó al sanitario, sonó el agua de nuevo y volvió a acostarse.
Cerró sus ojos y descansó.
Esa noche volví a velar sus sueños.
Hola a todos y todas, gracias por leerme y pues aquí les traigo la segunda entrega de mi historia, espero que les guste. A lo mejor la temática es algo fuerte pero soy creyente que debemos de ir rompiendo los paradigmas y tabúes en la sexualidad femenina. Se les quiere y de nuevo gracias por el apoyo.
hola
ResponderEliminarme encantaron los dos capitulos, eso si, edward de miron, no me lo imaginaba, que tal....
saludos y exitos
dios mio que edward tan malo pero como n0o amarlo
ResponderEliminarcon el hasta el infierno!
dios!!!!!!!!!! jajajaja k bueno!!!!!
ResponderEliminarNO PUEDE SER!!
ResponderEliminarQUE DEPRAVACION!!!
OH DIOS!!
ME FASCINA LO DE ESTOS 2
ojala Bells tenga algo q le haga sentir atada a Edward cuando se vean (claro, enel caso de no lo haya visto antes)
mis respetos para ella de todas formas por lo decidida q explotar su sensualidad... esa lenceria bueno estuvbo algo comica y sensual
como sea, me gusta mucho tu historia
besitos